Los hijos de las tinieblas

En cierta ocasión, en la misa del día de Reyes, oí cómo el sacerdote celebrante comentaba que debíamos aprender a interpretar la Biblia puesto que en la fiesta de ese día, Epifanía o primera manifestación de Jesús ante los hombres, el Evangelio habla de tres sabios; pero que es la tradición la que posteriormente se ha encargado de adornar la escena con los tres reyes magos, a los que también se ha puesto nombre. Para dar más fuerza a su argumento, terminó diciendo: "así pues, los Reyes Magos ni eran reyes, ni eran magos, ni eran tres".

Como estoy de acuerdo con esa idea, no es mi intención, ni mucho menos, formular una exégesis de esta fiesta. Primero porque no soy el más indicado, y después porque simplemente quiero manifestar mi opinión acerca de la polémica que han suscitado, en varias ciudades de España, las cabalgatas de Reyes organizadas por lsus respectivos ayuntamientos. Que las corporaciones municipales son muy dueñas de organizar los actos públicos de su demarcación según su propio criterio, es algo que está fuera de toda duda. Que en el ejercicio del gobierno deben intentar satisfacer las inquietudes de sus gobernados, también es cierto. Lo que ya tiene peor justificación es aprovechar las decisiones municipales para tratar de "evangelizar" siempre, repito lo de siempre, en una misma dirección. Y mi queja no va dirigida exclusivamente a los ayuntamientos gobernados por algunos partidos emergentes, que también, sino a todos aquellos que con tanta facilidad olvidan un hecho incuestionable: que España es mayoritariamente católica y nunca habrá ayuntamientos suficientes capaces de invertir la actual proporción de católicos. Da la impresión de que algunos alcaldes quisieran ser más laicos que sus antecesores, y no caen en la cuenta de que lo que verdaderamente están ejerciendo es un laicismo exacerbado que deja al descubierto un afán revanchista del que no participa la mayoría de la población.

Y sobre todo, están causando un daño gratuito a unos seres inocentes que ven frustradas muchas de sus ilusiones: los niños. La pretensión de "lavar el cerebro" a las nuevas generaciones a base de desprestigiar sus ancestrales raíces religiosas, empleando procedimientos y montajes que rayan en el esperpento ? y muchas veces en la ofensa-, está hecho de forma tan burda y descarada que difícilmente pueda ser eficaz. A veces se olvida que esos niños pertenecen a familias capaces de contrarrestar esa ofensiva anti-religión explicándoles lo que de verdad se pretende desde la política. Es verdad que, según se dice en Lc 16,8, "los hijos de este siglo son más sagaces que los hijos de la luz", pero, en este caso, me parece que los hijos de las tinieblas se están pasando varios pueblos y justamente van a conseguir el efecto contrario. Cuando esos niños vean rotas sus ilusiones y comprueben que en otras ciudades sí que se alimentan los sueños de los pequeños, llegada su mayoría de edad, sabrán discernir muy bien de quién se deben fiar y de quién deben desconfiar.

Señores políticos, dedíquense en serio a solucionar los muchos problemas que tienen nuestras ciudades y sepan discernir lo que de verdad interesa a sus ciudadanos. Convénzanse que están actuando únicamente para satisfacer su ego personal y el de algunos ? no todos- de sus votantes, que precisamente no son mayoría. ¡Ah! Y cuando les dé por hostigar las creencias religiosas de sus súbditos, sean tan valientes para hacerlo también con las de otros credos distintos al cristiano. Porque así se les nota muchísimo.