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Por unas Navidades analógicas
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Por unas Navidades analógicas

Actualizado 01/01/2016
Manuel Rodríguez Fraile

[Img #517444]Hay ciertas cosas que nos hacen tomar conciencia de que estamos en unas fechas muy especiales: luces en las calles, mercadillos solidarios, tonadillas festivas que aluden a la paz, el amor y la armonía entre los hombres, abundancia de anuncios de colonias, perfumes y juguetes en la televisión, etc. Todo ello produce en nosotros un efecto especial, único de estas fechas, porque estamos en Navidad.

Una Navidad que desde hace ya algunos años se ha transformado, se ha digitalizado. Las redes sociales, el comercio digital, blogs, el correo electrónico, el wasap, Facebook o twitter; han modificado la forma de hacer las cosas en estos días. Las nuevas generación son "digitales", dominan las nuevas tecnologías y van imponiendo sus métodos a los de más edad que somos incapaces de resistir su empuje y nos vemos abocados a ponernos al día con mayor o menor agrado, con mayor o menos éxito.

Pantallas de ordenadores, móviles, tablet, consolas, etc.; han sustituido al papel, el lápiz, los sellos, los sobres y los chismas. Incluso los más pequeños de casa dominan todo este arsenal de herramientas electrónicas y mundos virtuales que en muchos momentos nos sobrepasan, nos rodean sin posibilidad alguna de escapar de sus redes, tampoco de las sociales, en las "residen" amigos, familiares, compañeros de trabajos.

Estamos en un nuevo tiempo y estas fechas tampoco no pueden permanecer al margen de él. Las preguntas son ¿es bueno o malo que todo esto suceda? ¿se trata sólo de herramientas que nos facilitan la vida, la relación con los demás o hay algo más detrás de todo es terremoto social? Debo reconocer que no lo sé y es que tal vez sea pronto para saberlo tal y cómo evolucionara el nuevo escenario digital. Lo cierto es que el cambio es imparable aunque de momento conviva lo digital con lo analógico en colisión permanente. Seguramente este cambio llegará a ser bueno si sabemos controlarlo debidamente, pero es en esto último en lo que tengo mis dudas ya que del uso al abuso los seres humanos pasamos con cierta facilidad.

Los hijos rivalizan con los padres a la hora de manejar el nuevo arsenal tecnológico ya que disponen de sistemas altamente intuitivos y con un solo dedo es posible acceder a un sinfín de oportunidades y mundo imaginarios de un atractivo irresistible. Todo ello estimula la imaginación, la creatividad y, dicen los entendidos, que facilita el aprendizaje, la cuestión es ¿qué se aprende, cómo se aprende, de quién se aprende?

Tal vez la convivencia entre lo analógico y de lo digital no se posible o tal vez sí, pero no me negarán que el encanto de recibir en tu buzón una tarjeta de felicitación navideña no es lo mismo que recibir un correo electrónico con una postal en la que se iluminan las bolas de un árbol de navidad. Que no es lo mismo recibir un wasap en que nos digan "feliz año 2016" que una llamada telefónica o una visita en casa, que no es lo mismo salir de tiendas a comprar los regalos de Reyes que comprarlos por Internet. Bueno, puede que sólo se trate de añoranzas de un pasado ya superado, pero reconozco que a mí me gustaba. Había un contacto más directo, si me permiten, más humano. Ahora hay más contacto en cantidad pero falta calidad. Estamos permanentemente conectados con montones de familiares, amigos y compañeros, pero lo hacemos desde la soledad y desde la frialdad de una pantalla, sin mirarles a los ojos, sin notar su presencia. ¿No me digan que no tiene un tinte de perversidad llamar a esto "redes sociales" cuando se gestionan desde la soledad? ¿Somos una generación de teléfonos inteligente y gente tonta? Pues yo no estoy dispuesto de momento a pulsar el "me gusta" a todo esto. La vida real sigue siendo mucho más excitante.

Erich Fromm, psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán, afirmaba: Naces solo y mueres sol, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo. Compartamos pues la vida, apaguemos las pantallas y por unos días vivamos analógicamente. No hagamos buena la frase de la genial Mafalda. ¡Feliz año 2016 para todos! Aunque se lo tenga que desear desde este medio digital.

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