OPINIóN
Actualizado 26/02/2023 11:53:58
Isaura Díaz Figueiredo

El Presidente del Gobierno de España, Sánchez, se queja ante Ucrania de la falta de ayuda internacional durante la Guerra civil española de 1936; pero se le olvida que la nefasta II Republica recibió ayudas, entre otros, de la Rusia comunista, las Brigadas Internacionales, que eran unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de más de cincuenta países Allí estaban con sus canticos “NO PASARAN en la defensa de Madrid en 1936, las batallas del Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Aragón y el Ebro.

El bando republicano contó desde antes de la formación de esta Brigada especial con combatientes de otras naciones, algunos exiliados que se encontraban en suelo español como el novelista francés André Malraux y el socialista italiano, Fernando De Rosa Lenccini.Vamos a darle una lección de historia no falsificada a Sánchez.

A pesar de la imagen que la guerra civil nos ha dejado de una intelectualidad dividida en dos bandos, la realidad es que hasta bien entrada la República los intelectuales españoles de diversas ideologías mantuvieron unas relaciones normales entre conciudadanos: piénsese por ejemplo en la amistad entre el comunista Bergamín y el falangista Sánchez Mazas, tan chocante a los ojos de hoy.

Si bien es cierto que el sectarismo republicano-izquierdista hizo aparecer con relativa prontitud la deserción nada menos que de uno de los llamados padres espirituales de la República, Ortega y Gasset, con el célebre artículo "No es esto, no es esto", no fue hasta el embate de la izquierda revolucionaria, en octubre de 1934, cuando se va a producir una brecha entre la intelectualidad española. Alberti la certificará rematando uno de sus versos sobre Asturias con un “Viva la dinamita”. Una brecha que irá aumentando en proporción a una acometida del grueso de la izquierda que no paró en el 34: siguió con la campaña de la represión de Asturias, las irregulares elecciones del 36, la destitución anticonstitucional del presidente Alcalá Zamora, la Primavera Trágica y el asesinato para policial de Calvo Sotelo. Tras la rebelión militar, la entrega de armas a las organizaciones izquierdistas terminó definitivamente con lo poco que quedaba de la legalidad republicana, incapaz siquiera de garantizar la vida.

Bergamín, Alberti, María Teresa León y Miguel Hernández serán los más comprometidos del primer bando. Entre los no extranjeros, Neruda y Malraux. Todos ellos, comunistas o cercanos. Diversos testimonios coinciden en resaltar la actitud de los jóvenes Alberti, León, Malraux y Neruda de utilizar la guerra al servicio de sus carreras. Miguel Hernández mantuvo sin embargo un comportamiento íntegro, estuvo en el frente y se enfrentó a los Alberti, a los que recriminó su actitud de llevar una vida frívola, y de fiestas en el palacio de Spínola de Madrid. De Bergamín no hablará bien nadie, dado su extremado sectarismo. Picasso también colaboró al servicio de la propaganda frente populista con su cuadro Guernica, por el que cobró una cuantiosa suma del Gobierno, y gran fama

Un caso especial fue el de Antonio Machado. Republicano de primera hora, aunque no muy político, fue evolucionando y terminó próximo al Partido Comunista: hizo loas al Quinto Regimiento y a Líster. No obstante, hay testimonios que lo describen como un hombre manipulado y desbordado por sus responsabilidades familiares.

El Gobierno de Negrín lo abandonó al final de la guerra y cruzó la frontera por sus propios medios junto a Corpus Barga, quien lo dio a conocer para que no fuese enviado a un campo de concentración.

Otros intelectuales afines al Frente Popular fueron Emilio Prados, Altolaguirre, Álvarez del Vayo, Corpus Barga, Gil Albert y María Zambrano, quien, a pesar de su vinculación con el grupo, tuvo que huir por un tiempo, acusada de ser amiga de fascistas.

Algunos de esos magníficos escritores han estado silenciados en estos últimos 35 años precisamente por su compromiso franquista. Destacan en este sentido Sánchez Mazas (padre de los Sánchez Ferlosio), Agustín de Foxá –en Sevilla una concejala comunista prohibió en 2009 que se le hiciera un homenaje literario– y César González Ruano, de comportamiento tan dudoso como magistral columnista. Finalmente, dos grandísimos poetas y amigos: Luis Rosales y Leopoldo Panero.

Un excelente poeta que también ha pagado su pertenencia (quizás forzada) al bando franquista es Manuel Machado, quien ha debido soportar siempre la innecesaria comparación con su hermano. Precisamente para reivindicar su importancia, Borges dijo aquello de: "No sabía que Manuel Machado tuviera un hermano".

Los intelectuales consagrados del bando franquista fueron pocos, D'Ors, Marquina, Julio Camba y Pemán, este último quizás exageradamente importante entonces, pero no tan insignificante como (no) aparece hoy. Finalmente, el mejor prosista catalán del siglo XX, el gran Josep Pla, que luchó a favor de Franco, nunca fue bien visto por el bando nacional, dada su vocación liberal y su condición de seguidor de Cambó. Se autoexilió al final de la guerra en su Ampurdán y se escapaba viajando como corresponsal.

También el papel del Comité de Londres o Comité de no intervención, impulsado por Francia y Gran Bretaña, que buscaba frenar el apoyo de distintos países a los dos bandos para evitar que el conflicto escalara a uno regional o mundial.

Tanto republicanos como franquistas fueron dotados de armas y material bélico por parte de otros países. De ahí el “Acuerdo de No Intervención en España” firmado por 27 estados europeos, que ahora usted critica.

La Guerra civil española ha sido considerada el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial.Ojalá nunca se vuelva a las barricadas. Todos perdieron y ninguno ganó.

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