OPINIóN
Actualizado 26/12/2025 08:40:51
Amador Vicente

Cuando todo el mundo aunaba fuerzas en la transición para sacar al país adelante después de una contienda salvaje, no podíamos pensar que llegaría un Gobierno capaz de crear una crisis social y económica sin precedentes además del intento de prostituir la justicia y las instituciones. El principal responsable es su Presidente y el Ejecutivo no ha hecho más que nadar en la corriente que él indicaba. Se desconoce la competencia de un buen número de ministros, preocupados más de hacer activismo, de crear como el jefe un nepotismo salvaje y de esconder a sus compañeros en las artes del trinque y el fornicio, que de gestionar sus carteras en beneficio de España. El país lo han puesto patas arriba. Y en el ‘entramado’, una sociedad cómplice, acólita, ignorante, clientelar y tanta gente que vive del cuento sin siquiera molestarse en buscar un empleo, para que el resto trabaje sin denuedo y pague impuestos por doquier. Una prensa cómplice regada con una fortuna también robada de nuestros bolsillos, colabora sin tregua en un proceso perfectamente organizado para mantener en el poder a un sátrapa insólitamente blanqueado y apoyado por la sibilina frasca independentista. Y los sindicatos, siempre sumisos y apesebrados.

Pedro Sánchez se ha rodeado de ‘lo mejor’ de cada casa en su gabinete ministerial y no se recuerda tanta incompetencia en este insólito equipo. Empezando por una Vicepresidenta II desahuciada de Galicia, con tan escasa preparación, con escasos logros y cuyas prédicas a menudo rayan el esperpento.. La precede el brazo derecho y abrigo del Presidente y a la vez Vicepresidenta, con tanta mentira y argumentos peregrinos en sus discursos y cada vez más acompañada de un tufo a corrupción que apenas ya puede simular. Ciertamente Mª Jesús Montero, en su día con el mismo puesto en la Consejería de Hacienda en Andalucía tapando el escándalo de los ERE, y buceando en su propia indignidad para sobreproteger a Abalos y Cerdán, no merecía esta silla.

El cambio camaleónico lo ha sufrido Grande Marlasca desde que hiciera aquella gran labor contra ETA y ahora la deriva en la connivencia con terroristas, la miserable actuación con las víctimas del terrorismo y la Guardia Civil y la Policía. Oscar Puente, Transportes y Movilidad sostenible, compañero de fatigas del ‘puto jefe’ y encubridor de tantos trapicheos y putiferios de sus compañeros, también es ministro. Turno para José Manuel Albares… ¿qué ha hecho él para merecer tan digna cartera?: Exteriores. Embajador del catalán y su “prioridad” en su preciada agenda, inquisidor de diplomáticos y benefactor de etarras en la flotilla de Gaza. Oscar López y su miserable defensa de Zapatero y cómo no de su sucesor, Angel Torres, Pilar Alegría, todos bajo sospecha, imputados, encubridores, con un gabinete de escasos efectivos competentes y fuera de sospecha. Félix Bolaños y su afán de blindar a Pedro Sánchez para prostituir en tándem la justicia con el colaborador necesario Pumpido. Veintidós ministros y un dispendio convertido en latrocinio para quitarlo de tantas necesidades en investigación o en la más palmaria de la buena administración del Estado. El trapicheo de las mascarillas de Francil Armengol, rescatada para la Presidencia del Congreso desde Baleares, otra pifia de un dirigente que también ¿se enriquece? con compañías aéreas y no puede salir a la calle. Junto a tan escasos logros ¿no habría sido mejor más transparencia? La verdad es que en esta interminable lista de ministros, lo mejor es no ser conocido. El que sí lo es desde hace tiempo por su presunto enriquecimiento de Venezuela es el ex Presidente Zapatero, ya con galones de gánster, arropando en la oscuridad de esos bajos fondos a su valedor de la Moncloa, y los dos escandalosamente indulgentes con el criminal Maduro y a la altura más baja con Corina Machado.

‘Tanto incapaz y corrupto, socios perversos y una sociedad cómplice, a la espera de unas elecciones limpias’

En el capítulo de los socios, el panorama es desolador. El PNV y su papel capital en la moción de censura por la indignante corrupción del PP, para traernos este regalo de dimensión sideral del que no se quiere bajar y que no tiene precedentes. Otro nivel son Arnaldo Otegi y Mertxhe Aizpurúa. La portavoz de Bildu y diputada en las Cortes apuntaba objetivos a ETA desde cobardes artículos firmados con pseudónimo en diarios abertzales próximos a la banda y fue condenada por apología del terrorismo. Y como si estuviera para alardes desde su pasado criminal, espeta a menudo: “Debemos enfrentarnos a la ultraderecha y al fascismo, que no deben tener espacios de impunidad”. A Mertxe Aizpurúa la miras y no se sabe si da más miedo o más asco, pero el Presidente, últimamente otorgando diplomas a etarras ejecutados en el franquismo pero a menudo olvidando a 850 asesinatos de la banda, le abre las puertas de la Moncloa de par en par. Otegi estuvo toda la vida en la banda terrorista, pues cuando sus compañeros de ETA PM decidieron dejar las armas, él dio un salto de calidad hacia ETA Militar para entrar en decisiones ‘mayores’ participando en secuestros, decidiendo asesinatos y tiroteando a sus víctimas, como en el caso de uno de los padres de nuestra Constitución, Gabriel Cisneros: “No es el cáncer lo que me duele, sino los tiros que me pegó Otegi”. Condenado por terrorismo y siempre enalteciendo a los ‘gudaris vascos’, el coordinador de Bildu hace cinco años afirmó orgulloso sobre ETA: “Hicimos lo que teníamos que hacer”. Siempre dispuesto a mantener la memoria de la masacre terrorista, con la reciente muerte de un sanguinario etarra ha aprovechado asimismo para encumbrarlo. Una apuesta estratosférica por conseguir y mantener el poder llevó a Pedro Sánchez antes de la moción de censura a reunirse con esta inmundicia humana en un caserío como han cantado sus amigos Koldo y Abalos en prisión para pedirle que desbancara a Mariano Rajoy y lo aupara a él a al cargo.

En la otra orilla, los socios catalanes con los que también se doblega el mayor farsante de la democracia y su camino prostibulario para hacer carrera política, con el que pagamos un altísimo precio por la crisis demográfica, deficitaria y social, cuyo techo aún desconocemos. ¿Queda algo por comprar o saquear en España? Y las próximas elecciones, ¿serán limpias? ¿Llegará Pedro Sánchez? ¿Se lo cargarán en su decrépito y cobarde partido? ¿Entrará antes en la cárcel? ¿Y la ruina que deja? Y la sentencia vigente de Eduardo Galeano, al que echamos tanto de menos: “El problema no es cortar los caminos, sino a quién pides responsabilidades”.

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