OPINIóN
Actualizado 27/12/2025 10:18:21
Ángel Lozano Heras

En la guerra civil española, Bartolomé Aragón coordinó, en un tiempo, el área de Prensa y Propaganda del régimen franquista en Huelva, y allí y era jefe de Falange en la zona. Fue el único que vio morir a Unamuno en la nochevieja de 1936.
Ramos Loscertales, fue brevemente rector de la universidad de Salamanca, (1930-31). Y luego, después de la destitución del filósofo vasco-castellano, fue decano “perpetuo” de Filosofía y Letras, y “rector de hecho” durante la guerra civil del 36, e incluso unos años más.
Ambos, Aragón y Loscertales, conocían perfectamente el valor mediático del famoso prólogo que escribieron “Cuando murió Unamuno” para un ensayo del entonces joven profesor Aragón: “Síntesis de economía corporativa” (enero-junio 1936).
Una presentación edulcorada, que ensalzaba a Unamuno como un patriota defensor de la España franquista. Todo para ´tapar´ lo que ya se “corría” por la ciudad (que el rector vitalicio, Unamuno, había sido asesinado (envenenado, o de otras formas más violentas…) Por cierto, ese texto, preámbulo, ¿qué tenía que ver con el contenido del libro sobre el corporativismo económico? Nada; quizás querían ocultar los motivos ocultos del asesinato de Unamuno, aunque Bartolomé Aragón no hubiera sido su autor material.
Uno, R. Loscertales, representaba oficialmente a la USAL (y a la Falange) para evitar implicar al rector Madruga y a la Universidad. Y otro, B. Aragón representante del Falangismo-requeté, no el de pistolas y correaje, sino la Falange Auténtica “joseantoniana”, la de los “intelectualoides”.
La puesta en escena de cómo B. Aragón es el asesino de Unamuno -según las teorías de Menchón y G-Jambrina, muy dados a lo cinematográfico y novelesco-, no están muy claras. “Patinan” mucho ¿Era realmente Aragón un asesino, un matón? ¿Hay indicios de ello en sus varias entrevistas en años posteriores? En los ochenta o noventa, no. Ni con A. Heredia (a finales de 1996 y principios de 1997); ni con Elías Díaz ni con A. Pérez Mateos, ni con Latapié.
¿Cómo lo mató? ¿Con una inyección letal vía aguja en el cuello? ¿Asfixiándole? ¿Y eso lo pudo hacer solo sin ayuda? Los vigilantes de la puerta de su casa ¿no oyeron -o vieron- los gritos y voces que la asistenta Aurelia sí los oyó? ¿No sintieron los correteos de la vecina Pilar ni de su hija María de una casa a otra? ¿Ni más tarde no se enteraron que subió su hija Felisa y a su nieto Miguelín que venían de ver los belenes navideños, con el alboroto que se preparó en casa? ¿No vieron subir al médico Adolfo Núñez? ¿Ni tampoco advirtieron cierto griterío y ruidos cuando llegaron sus hijos Pablo y Rafael y algún vecino? Los guardias ¿no oyeron nada ni vieron nada extraño? ¿Ningún ruido, voces, lloriqueos, gritos, ajetreo de subir y bajar? Nada; no oyeron nada, ni informaron de nada a sus jefes. Y eso que Aragón estaba gritando por toda la casa: “¡Yo no lo he matado; yo no!” Y luego, bajó a la Farmacia, y volvió a subir con la misma cantinela...¡Increíble!
Está claro que aquí el falangelizado relato de Loscertales y Aragón flojea en todo lo que narra sobre lo que ocurrió esa tarde de año viejo del 36. Fue un invento falangista para tapar otra historia más tétrica y cruel: el asesinato de Miguel de Unamuno.
Y ya de mayor, B. Aragón “chocheaba” sobre el tema y se contradecía continuamente si no se leía el manuscrito suyo antes de las entrevistas.
Teorías de unos y otros sobre la muerte de Unamuno
M. Rudd ya advirtió (1959-63 en The Lone Heretic) que había algo extraño en la presencia de Aragón en casa del exrector el último día de su vida. Luego insinúa algo más que sospechas.
Mechón y G. Jambrina (2022-23), afirman que el autor, asesino, fue B. Aragón. Sin embargo, Carlos Sá Mayoral (1924) demuestra que el crimen lo cometió un agente del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), por orden de Franco. Eso sí, con B. Aragón presente. (“Miguel de Unamuno: ¿muerte natural o crimen de Estado?”. Editorial Cuadremos Laberinto, 1924).
Y luego están los defensores de “una muerte natural, repentina e imprevista” son entre otros: Severiano Delgado, Francisco Blanco, Luciano G. Egido, Trapiello, etc. etc.
Los Rabaté navegan entre dos aguas: “Hay dudas sobre su muerte, pero no existen pruebas que demuestren que hubiera sido asesinado” ¡Y eso que eran asesores de Menchón en su documental “Palabras para un fin del mundo” (2020)!
De B. Aragón, lo más sorprendente fue que nunca dio muestras de que pudiera haber sido el responsable del asesinato (por orden de algún superior o no). No mostró remordimiento, y nunca, que se sepa, pidió perdón a la familia de Unamuno, ni por carta ni en sus famosos y extraños escritos inéditos de “Raíces de España”.
Nada de arrepentimiento por haber provocado, al menos, un fuerte altercado en el estado de ánimo de Unamuno, que provocó, según la teoría falangelizada, la posible muerte súbita, natural y repentina.
B. Aragón fue, antes y después de la guerra civil, un facha españolista que amaba a su patria a su peculiar manera. Y fue condecorado posteriormente durante la Dictadura franquista, y premiado con altos cargos públicos. ¡Hasta tenía un marquesado!
Nosotros valoramos la muerte de Unamuno por asesinato cruel a través de una asfixia o la fractura del cuello por detrás, al estilo del garrote vil. Eso hizo que sus pies se movieran hacia delante, metiendo las zapatillas en el brasero que se quemaban, y olían, chamuscadas, a un fuerte tufillo.
Luego, Aragón, salió corriendo y gritando: ¡Yo no lo he matado; yo no! Pero si nadie le había imputado aún... A no ser que estuviera diciendo “sinceramente” que él no lo mató, que fue otro: el agente del SIM (en las teorías de Carlos Sá).
Comisiones de investigación de la USAL y EHU
Las comisiones de estas universidades que están analizando las extrañas circunstancias de su muerte (¿asesinato?) deben tener en cuenta los siguientes temas. Uno, indagar si fue asesinado y cómo, por el propio y B. Aragón, y si este era el único presente esa tarde con él. Otra, apoyando las tesis de Carlos Sá, (y otros autores que mantenemos lo mismo), comprobar que fue asesinado por orden de Franco, a través de un agente del SIM, por asfixia o por fractura del cuello. En este caso, B. Aragón acudió más como de comparsa, bien obligado o amenazado o lo que sea.
También se deberá indagar, dadas las circunstancias y si se exhuma el cadáver, las diversas opciones de asesinato, o no: la de la asfixia o la fractura del cuello… O la improbable del envenenamiento. O como decían Menchón y Jambrina, la inyección letal vía aguja en el cuello por parte de B. Aragón
Y estas comisiones deberían valorar todas estas cuestiones antes de reclamar una posible necropsia del cadáver de Unamuno. Porque esta resolución es un gran paso jurídico, legal, y ´humano´, muy arriesgado para la familia. Y a lo mejor, el cadáver de D. Miguel está ya en muy mal estado y no se puede detectar nada con rotundidad.

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