Ángela Cámara (Policía Local) y Miguel Martínez (Bombero) ponen voz al amplio dispositivo de profesionales que velará por la ciudad durante la noche más familiar del año
Mientras la inmensa mayoría de los hogares salmantinos se preparan para la cena más tradicional del año, la maquinaria de la ciudad no se detiene. Un ejército de profesionales cambia la ropa de gala por el uniforme para garantizar que todo funcione. Policías, bomberos, médicos y enfermeros en hospitales y urgencias, agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional, trabajadores del transporte, servicios de limpieza, personal de hostelería, empleados de mantenimiento o seguridad privada, etc. mantienen el pulso de Salamanca y su provincia. Aunque en muchos sectores existen turnos especiales o reducidos para facilitar la conciliación, para los servicios de emergencia la Nochebuena es una guardia más, una noche donde la silla vacía en casa es el precio de la seguridad de todos.
Para poner rostro a este despliegue humano, SALAMANCArtv AL DÍA ha conversado con la agente de la Policía Local Ángela Cámara y el sargento de Bomberos Miguel Martínez. Sus testimonios revelan cómo se vive la fiesta desde el otro lado, entre la vocación inquebrantable, el compañerismo que suple a la familia y la alerta constante ante lo imprevisto.
Para Ángela Cámara, natural de Ledesma y con seis años de servicio en la Policía Local de Salamanca, trabajar en estas fechas forma parte de lo que ella denomina "las normas del juego". Su turno en Nochebuena no entiende de cenas pausadas: comienza a las 21:50 horas y se extiende hasta las 07:00 de la mañana de Navidad. "No es fácil estar lejos de la familia, pero cuando asumimos entrar en esta oposición, sabemos que es parte de la vocación", reconoce.
Sin embargo, el sacrificio nocturno tiene una pequeña recompensa al día siguiente. Tras finalizar el servicio al amanecer, la agente explica su rutina para no perderse la celebración del día 25: "Duermes un poquito, descansas y al menos puedes comer el día de Navidad con la familia". Antes de incorporarse al turno, Ángela también intenta mantener un hilo de conexión con los suyos acercándose a Ledesma para saludar a padres y amigos "y estar un ratito con ellos antes de entrar a trabajar".
Una vez en Salamanca, el dispositivo que se encuentra es excepcional. Aunque no precisa cifras exactas, confirma que el servicio "se ha reforzado mucho", contando con "más del doble" de efectivos que una noche ordinaria.
La agente detalla una dinámica muy particular para esta jornada. El turno comienza con un breve momento de confraternización: un brindis rápido con el jefe y el concejal. Este gesto tiene una doble función: celebrar el momento y, sobre todo, agilizar el relevo para que los compañeros del turno de tarde puedan marcharse cuanto antes a cenar con sus familias.
Según relata Cámara, la noche tiene dos caras. Las primeras horas suelen ser tranquilas, mientras la ciudad cena. Sin embargo, el escenario cambia radicalmente tras las campanadas. "A partir de medianoche empiezan a haber más incidencias relacionadas con el abuso de alcohol o sustancias, peleas, incidentes sanitarios o accidentes", explica. Para ilustrar la intensidad de la madrugada, utiliza una comparación muy gráfica: "Es como un sábado, pero a lo grande".
A pesar de la dureza del turno, destaca el valor emocional de compartir esas horas con sus compañeros, a quienes define como su "otra familia". "Estamos fuera de casa, pero por lo menos estamos en nuestro grupito", confiesa. Su mensaje final a los salmantinos es claro: el refuerzo policial no busca sancionar, sino asistir. "Queremos prevenir, que el ciudadano vea que nos pueden pedir ayuda y que la gente no está sola".
En el Parque de Bomberos de Salamanca, el compromiso se mide en turnos de 24 horas. El sargento Miguel Martínez, que este año cumple dos décadas de servicio, entrará a trabajar a las ocho de la mañana del día 24 y no saldrá hasta la misma hora del día de Navidad. Aunque el turno habitual suele contar con unos 18 o 19 efectivos, las vacaciones y permisos propios de la fecha ajustan el equipo a unos 14 bomberos operativos para esa noche.
Lejos de verlo como una carga, Martínez se siente "orgulloso y afortunado" de poder trabajar y vive estas guardias con una profunda satisfacción profesional. "Cuando estoy aquí un día de estos especiales me siento completo", afirma con rotundidad. Para el sargento, la motivación sigue intacta tras 20 años porque siente que desarrolla "un trabajo que es útil para la sociedad". En el parque, la ausencia familiar se mitiga organizando una cena especial entre todos: "Aunque no estés con tu familia primera, estás con tu segunda familia, que son tus compañeros"
La experiencia de 20 años le permite al sargento trazar una radiografía precisa de los riesgos. A diferencia de la Nochevieja, donde los avisos por ascensores bloqueados se disparan porque la gente sale más de fiesta, la Nochebuena suele ser más tranquila en cuanto a siniestralidad exterior. Sin embargo, Martínez alerta sobre una tendencia preocupante detectada últimamente en Salamanca: el aumento de conatos de incendio por fallos eléctricos.
"Últimamente se nos está dando mucho el tema eléctrico por sobrecarga de enchufes", advierte. El uso inadecuado de ladrones y regletas para conectar decoración navideña o calefactores provoca sobrecalentamientos peligrosos. "A ese triple le pones otro y se ve sobrecargado; están preparados para una potencia equis y ahí se provocan pequeños incendios", explica con detalle técnico.
Además alerta alerta sobre otros foco de riesgo, como el monóxido y gas: el uso intensivo de calefacciones individuales conlleva riesgos silenciosos. Martínez pide precaución ante "malas combustiones de aparatos que funcionan mal" o pequeñas fugas de gas, incidentes que también atienden en estas fechas.
Y, aunque en menor medida gracias a los nuevos modelos metálicos, el sargento señala que en noches festivas "se acentúa un poco el tema de incendios de contenedores por vandalismo".
El sargento ha querido aprovechar la ocasión para lanzar dos mensajes de prevención fundamentales que pueden salvar vidas en caso de incendio en un bloque de viviendas, recordando tragedias pasadas como la de Alcorcón:
FOTOS: DAVID SAÑUDO