Meli González, una salmantina de 83 años, relata cómo el programa municipal 'Salamanca Acompaña' ha transformado su vida tras nueve meses, ayudándola a combatir la soledad no deseada.
La soledad no deseada se ha perfilado en la última década como uno de los desafíos más complejos a los que se enfrenta la sociedad, con una incidencia especial en la tercera edad. En este contexto, iniciativas municipales como el programa 'Salamanca Acompaña' han trascendido su función asistencial para convertirse en verdaderos salvavidas emocionales. Un ejemplo palpable de esta realidad es Meli González Flores, quien, desde finales de febrero de 2025, ha encontrado en este servicio municipal mucho más que atención profesional.
Para Meli, nacida en 1942, el programa ha supuesto un giro radical en su día a día. "Es como si fuera una segunda casa", asegura con rotundidad, poniendo el acento en la calidad humana del equipo que gestiona el servicio. Según su testimonio, la acogida por parte de los técnicos y trabajadores no es un mero trámite administrativo, sino un acto de cercanía genuina: "Te acogen con todo el cariño y con toda la ilusión".
Antes de entrar en contacto con el programa, la vida de esta vecina salmantina estaba marcada por el aislamiento. "Era más en soledad y con menos conocimiento de personas", recuerda sobre su situación hace apenas un año. La intervención de los profesionales de la salud fue clave para revertir esta dinámica. No fue ella quien dio el primer paso, sino su doctora de cabecera, quien detectó que Meli no se encontraba bien anímicamente y facilitó los trámites de inscripción.
"La médica de cabecera me rellenó unos papeles para que los trajera aquí, y cuando los traje, fue cuando yo conocí todo esto", relata. Nueve meses después, su valoración es absoluta: "Estoy encantadísima de haberlo conocido". La interacción con otras usuarias de su misma edad y circunstancias ha facilitado un intercambio vital que valora enormemente, rompiendo el círculo de la soledad y creando nuevas redes de apoyo vecinal.
Las limitaciones visuales de Meli, que le impiden disfrutar de la televisión o moverse con total seguridad por entornos desconocidos, hacían impensable para ella participar activamente en la vida cultural de la ciudad. Gracias al acompañamiento de los técnicos, ha redescubierto el patrimonio local. En los últimos meses, Meli ha disfrutado de una intensa agenda que incluye visitas guiadas a exposiciones culturales, recorridos por el Convento de los Dominicos, paseos por el Huerto de los Jesuitas o la asistencia a obras de teatro, actividades todas ellas que, según confiesa, "ni se le ocurrirían" realizar sin este apoyo guiado.
Además del ocio, el programa ofrece un soporte fundamental para la vida cotidiana: la memoria. "Te llaman por teléfono porque, a veces, a lo largo de los años, se va viendo que vas perdiendo facultades", explica con naturalidad. Meli valora enormemente llamadas como la que ha recibido esa misma mañana de Nerea, una de las trabajadoras, recordándole su cita con el psicólogo y las actividades de estimulación cognitiva de la tarde. "Gracias a ellas puedo ir a las actividades, si no yo no me entero", reconoce.
Con una lucidez envidiable y tirando de humor, Meli no ha querido dejar pasar la oportunidad de ejercer como portavoz de sus compañeras y de las propias trabajadoras. Consciente de las carencias de algunas infraestructuras, ha lanzado una petición directa y simpática a las autoridades para mejorar las instalaciones, específicamente en el barrio de Pizarrales.
"Ese centro no reúne todas las condiciones que necesitan, porque le estoy diciendo lo que trabajan y la de personal que somos", ha reivindicado. Con una sonrisa, ha elevado su solicitud a las más altas instancias posibles: "Yo le pido al alcalde, a los reyes, a quien haya que pedirle, que les doten de unos centros adecuados". Meli reconoce que, aunque algunos espacios municipales son estupendos, "hay otros que dejan que desear un poco" y considera de justicia que el esfuerzo y la dedicación del personal se vean correspondidos con mejores recursos materiales.
De cara a las inminentes fiestas navideñas, Meli afronta los días señalados con la serenidad de saberse respaldada. Aunque la Nochevieja prevé pasarla en su domicilio para evitar el "jaleo" propio de esa noche, espera celebrar la Nochebuena en Villamayor junto a su hermana, aprovechando la cercanía del municipio. Más allá de las fechas familiares concretas, lo que le aporta verdadera seguridad es la continuidad del servicio y el saber que no está sola.
"Sé que aquí siempre hay compañía", afirma con tranquilidad, refiriéndose a lo que ella denomina su "segunda familia". Para finalizar, Meli recomienda el programa "al cien por cien" a cualquier persona mayor en situación de soledad, destacando la vocación de unos trabajadores que, asegura, "sacan tiempo de donde no lo hay" para preparar actividades y cuidar de los mayores salmantinos.
FOTOS: Vanesa Martins