OPINIóN
Actualizado 10/12/2025 08:00:17
Isaura Díaz Figueiredo

Los recuerdos son tesoros del alma que nos conectan con nuestro pasado, enriquecen el presente y nos dan sabiduría, transformando momentos fugaces en la riqueza de la vida; son islas de felicidad, el perfume del alma y el mapa de nuestro viaje, permitiéndonos revivir, aprender y encontrar consuelo, incluso cuando son agridulces, ya que se convierten en nuestra mayor herencia.

Viajar al ayer puede ser reencontrarte con el viejo amor, o con los vecinos que te recuerdan cuando eras niña. O que alguien te diga: Toma esta carta con esta foto; ha esperado 40 años y no pudo entregártela.

Reflexión:

El Jardín de los Ecos

En un valle escondido, donde las nubes tejían sus sueños, existía un lugar mágico llamado el Jardín de los Ecos. No había flores comunes, sino recuerdos cristalinos que crecían como gemas brillantes, y cada uno reflejaba un momento feliz, una lección aprendida o un amor perdido.

Un joven duende, llamado Tumi, era el guardián del jardín, pero estaba triste. Siempre se enfocaba en los recuerdos más brillantes, los de risas y fiestas, y descuidaba los más opacos: los de las lágrimas, los miedos y las despedidas. "¡Estos son feos!", se quejaba, "¡No quiero verlos!".

Un día, una vieja tortuga sabia se acercó y le dijo: "Tumi, si solo cuidas las gemas brillantes, tu jardín será hermoso, pero estará incompleto". Tumi no entendió. La tortuga continuó: "Las gemas oscuras, las que duelen, son las raíces profundas. Sin ellas, las flores brillantes no tienen de dónde beber ni crecer fuertes".

Con escepticismo, Tumi comenzó a regar las gemas opacas. Al principio, solo vio tristeza, pero pronto, descubrió que esas gemas, al ser cuidadas, liberaban un aroma dulce y un brillo tenue que hacía que las gemas alegres brillaran con más intensidad. Un recuerdo de un error le enseñó humildad, y un recuerdo de una pena le mostró la verdadera fuerza.

Comprendió entonces que cada recuerdo, bueno o malo, era parte esencial de su ser, un eco que le daba profundidad y color a su vida. El Jardín de los Ecos floreció como nunca, no solo con risas, sino también con la sabiduría silenciosa de las lágrimas, enseñando a Tumi que vivir plenamente es abrazar todas las facetas de nuestra memoria, pues en la diversidad de los ecos reside la verdadera magia de la vida.

El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados.

Jean Paul

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