Traza una hoja de ruta económica centrada en la internacionalización de los sectores tradicionales y el impulso de la tecnología y la logística.
Apenas han transcurrido dos meses desde que Alberto Díaz San Miguel asumió la presidencia de la Cámara de Comercio de Salamanca, un tiempo en el que el aterrizaje ha sido intenso pero, a la vez, sosegado. Lejos de ser un salto al vacío, su llegada al máximo cargo de la institución ha sido una transición natural, fruto de una larga trayectoria interna. "Llevaba tres años de vicepresidente y casi seis en el comité ejecutivo, por lo que al final es un trabajo que se hace mucho más tranquilo", ha explicado, reconociendo que el cambio se nota sobre todo en la "gran presencia pública" que exige el puesto.
Este conocimiento profundo de la casa, de su personal y de sus plenarios, le ha permitido tomar las riendas con una visión clara, forjada no solo en los despachos de la Cámara, sino también en el tejido empresarial real. Su trayectoria profesional comenzó con 22 años en la empresa familiar, un grupo diversificado que abarcaba desde la hostelería hasta las energías renovables. Una enfermedad de su padre le obligó a "entrar a trabajar desde abajo" antes incluso de acabar la carrera, un camino que le llevó a reorganizar y dirigir el grupo, que hoy se centra en la promoción inmobiliaria y las renovables en Castilla y León, Madrid y Extremadura.
Esa doble faceta, la de empresario y ahora la de representante institucional, le otorga una perspectiva privilegiada para definir el papel de la entidad que preside. Para Díaz San Miguel, la respuesta es rotunda: "La Cámara de Comercio es la casa de todos los empresarios". Un hogar que, según ha detallado, juega un papel crucial en la representatividad ante las instituciones públicas y en el fomento de la colaboración público-privada, trabajando codo con codo con el Ayuntamiento, la Diputación, la Junta de Castilla y León y la Universidad de Salamanca.
Consciente de los retos y oportunidades del presente, el nuevo presidente ha trazado una hoja de ruta clara para el futuro económico de Salamanca. La estrategia es doble: por un lado, transformar los sectores tradicionales en los que la provincia es fuerte y, por otro, potenciar las nuevas áreas de crecimiento. "Lo que tenemos que hacer es internacionalizar los sectores tradicionales en los que somos fuertes, salir al mercado exterior o transformarlos a los nuevos requisitos, a las nuevas eras digitales", ha afirmado.
En el ámbito de los nuevos sectores, la tecnología y la logística se perfilan como los dos grandes motores. La Cámara colabora activamente con el Ayuntamiento en proyectos como el laboratorio de Abioinnova y tiene propuestas para el futuro distrito tecnológico en el antiguo Mercasalamanca. Sin embargo, Díaz San Miguel ha puesto un énfasis especial en un sector que considera clave: "Tenemos que potenciar mucho el sector logístico, porque creo que somos un punto clave", en referencia al desarrollo del puerto seco y la plataforma intermodal.
Frente al viejo dilema de la falta de grandes fábricas, el presidente de la Cámara ha defendido que el paradigma ha cambiado. Salamanca, ha argumentado, ya cuenta con un "sector industrial muy potente" y empresas que exportan a todo el mundo. La gran ventaja competitiva de la ciudad reside en un activo intangible pero poderoso: la calidad de vida. "El sector tecnológico está siendo muy atractivo porque permite disfrutar de una ciudad como Salamanca y trabajar como si estuvieras en una capital de un país. En eso sí que Madrid no puede luchar con nosotros, en la calidad de vida, y ahí es donde tenemos que trabajar", ha subrayado.
En esta ecuación de futuro, la Universidad de Salamanca juega un papel "fundamental". Para Alberto Díaz, la institución académica es la principal fuente de talento, un capital humano que es imprescindible aprovechar y retener. "Todo ese talento que sale de la universidad, tenemos que ser capaces de aprovecharlo", ha señalado. La colaboración se materializa a través de una cátedra de innovación empresarial y la Fundación Salamanca Progreso, con el objetivo final de que los egresados "se puedan incorporar a empresas de Salamanca y hacer un tejido empresarial mucho más fuerte".
Este impulso no se limita a la capital. La Cámara de Comercio extiende su acción a toda la provincia, con la excepción de Béjar que cuenta con su propia entidad. A través de viveros de empresas en Peñaranda de Bracamonte y Ciudad Rodrigo, se busca ayudar al emprendedor rural a arrancar sus proyectos. Sobre la evolución demográfica, con un aumento en la capital y un descenso en la provincia, Díaz San Miguel ha ofrecido una lectura pragmática, ligada a la mejora de las comunicaciones que facilita vivir en la ciudad y trabajar en los municipios.
De cara al próximo año, los planes del nuevo presidente son claros: consolidar a la Cámara como "el mejor asesor que puedan tener las empresas" y centrar los esfuerzos en dos áreas estratégicas. "Me gustaría centrarme más en la digitalización de las empresas. Creo que es fundamental la digitalización y la internacionalización", ha avanzado. El diagnóstico es optimista y se basa en la calidad del producto local.
Para Díaz San Miguel, el reto no está en la producción, sino en la comercialización global. "Tenemos muy buen producto, lo que tenemos es que saber venderlo en el exterior, ayudarles a la gente a vender en el exterior, porque el producto ya se vende por sí mismo, que es muy bueno". Una declaración de intenciones que marca el inicio de una nueva etapa para la institución, con el objetivo de que el tejido empresarial salmantino no solo crezca, sino que compita en el mercado global.
Fotos de Vanesa Martins