Terminábamos hace unos días un capítulo sobre la Cristiandad, haciendo referencia al primer viaje de León XIV como Pontífice a la ciudad turca de Iznik, antes Nicea (a unos 140 kilómetros de Estambul) reuniéndose allí con los representantes de unas 20 iglesias cristianas, entre ellas las ortodoxas, protestantes, siríacas, coptas y anglicanas, para conmemorar los 1 700 años del Concilio de Nicea que definió la doctrina oficial de la Iglesia y celebrar la unidad de la fe. Un evento que sin duda pasará a la historia como fuente de diálogo y buenas relaciones.
La historia de las religiones está llena de episodios en los que podemos encontrar a la religión, cualquiera que sea su credo, como víctima de las muchas guerras que se han organizado y se organizan en su nombre, encubriendo los verdaderos motivos por los que aquellas se hacen y que suelen ser económicos, dinásticos o de instrumentalización del poder, al cual no es ajeno la religión. Conflictos bélicos en los que, como religión, con frecuencia se ha visto envuelta la Cristiandad a lo largo de sus casi dos milenios de historia.
Por otra parte, la convivencia y aceptación entre religiones siempre ha sido problemática. Entre las razones está el hecho de que mientras que los pueblos paganos de la antigüedad no descartaban la existencia de los dioses en las demás culturas, los hebreos concebían el mundo como separado entre gentiles y judíos. Por su lado, los primeros cristianos reconocían a los judíos (de donde ellos mismos salieron como una secta) como una religión inspirada por Dios, pero deficiente en cuanto al rechazo del que consideraban era el Mesías, al igual que clasificaban al resto de religiones y a las ramas separadas dentro del mismo cristianismo, como herejías o paganismo.
A nuestro entender, una cierta clasificación y entendimiento religioso comenzó a forjarse conforme la idea de Occidente se extendía y entró en contacto con otras culturas, especialmente por medio de la expansión transoceánica hacia el continente americano durante los siglos XVI, XVII y XVIII, cuya visión permitió que las grandes religiones de Asia fueran más aceptadas. Ya para la época victoriana, correspondiente al Imperio británico (desde el 20 de junio de 1837 hasta la muerte de la reina Victoria el 22 de enero de 1901) se reconocían el judaísmo, cristianismo, islamismo, budismo e hinduismo, como las cinco grandes religiones del momento.
Mucho tuvo que ver en ese reconocimiento mutuo y en el de otras religiones, el Parlamento Mundial de Religiones o Parlamento de las Religiones del Mundo, organización internacional no gubernamental que realizó su primera reunión en Chicago, Estados Unidos, entre el 11 y el 27 de septiembre de 1893 y que fue el primer intento, en la historia humana, de crear un foro de diálogo entre todas las religiones mundiales.
Con lo visto anteriormente cabría preguntarse ¿qué es concretamente una religión y como se puede practicar en la actualidad? La respuesta depende de muchos factores, entre ellos las variantes teológicas, políticas, culturales, sociales, legales, sociológicas, académicas y de grupos de interés. Pero, al menos en Occidente y excepción hecha de algunos grupos extremistas clasificados como “sectas”, las religiones se pueden practicar y analizar libremente en la mayor parte de los países. La mayoría de ellas tienen elementos en común como son un conjunto de creencias y prácticas que tratan de relacionar a la humanidad con elementos sobrenaturales, trascendentales, místicos, espirituales y práctica de vida.
Dicho lo anterior, no podríamos olvidarnos de considerar a los Nuevos Movimientos Religiosos (NMR) que son comunidades religiosas, grupos éticos, espirituales o filosóficos, cuando no étnicos, surgidos en las últimas décadas, y que tienen un lugar periférico dentro de las culturas religiosas dominantes. Los NMR religiosos pueden ser parte de una religión más amplia, en cuyo caso serán distintos de aquella denominación religiosa preexistente (por ejemplo, el “camino neocatecumenal” está dentro de la religión católica) o pueden ser nuevos en origen. Aquí no entramos a valorar ni el número ni la variedad de NMR, porque no es motivo de nuestra reflexión. Sí decir que, para varios autores, científicos religiosos y sociales, esta nueva denominación de NMR aparece como una alternativa a la antigua palabra “secta” que en los tiempos modernos con frecuencia tiene una carga despectiva. Otros autores usan ambos términos como sinónimo. El debate está abierto al respecto.
Actualmente, los cuatro grupos religiosos más grandes a escala mundial son: el cristianismo, con unos 2 400 millones de seguidores, de los cuales 1 406 son de la rama católica; el islamismo, con 2 000 millones; el hinduismo, con unos 1 200 millones; y el budismo, en torno a los 535 millones de fieles. Juntos representan a más de 6 000 millones de personas, el 75 % de la población mundial (Nota al lector: contabilizar las cifras en torno a las religiones a escala mundial no es una tarea unívoca. Depende mucho de los elementos y condiciones que se consideren, además de que algunas organizaciones pueden inflar ampliamente sus números. Los datos aquí expuestos son de elaboración propia, previa consulta sobre las organizaciones implicadas y otras fuentes de investigación. En cualquier caso, son datos estimados, para situar al lector, este puede encontrar otros datos distintos en otros textos) Las religiones, especialmente las más grandes, han de hablar y dialogar más entre ellas, buscando el bien de la sociedad, lo que les une y no lo que les separa.
Los conflictos religiosos son una constante a lo largo de la historia. Conflictos personales, de comunidad, internos de cada religión, en relación con otras religiones, con la sociedad de la que nacen y a la que se deben, y con el sambenito que le cuelgan ideologías y poderes económicos que en su nombre montan las guerras. Sería bueno que la constante fuera la búsqueda de la unidad, el bien y la paz.
Seguiremos hablando de ello. Mientras, ¡Paz y bien en la Navidad!
Les dejo con Rozalén Tiempo de Paz:
https://www.youtube.com/watch?v=EB3J98wOyds
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© Francisco Aguadero Fernández, 12 de diciembre de 2023