La Junta de CYL en el Consejo de Gobierno protege este singular espacio formado por una treintena de estructuras circulares de piedra documentadas desde el siglo XVIII que se adaptan a la ladera de la Sierra de Francia.
La Junta de Castilla y León ha aprobado esta mañana la máxima protección patrimonial para este conjunto de arquitectura popular, delimitando además un área de protección específica para garantizar su conservación. El enclave representa un testimonio excepcional de la adaptación de la agricultura tradicional a la orografía de montaña y de los modos de vida rurales de la provincia.
La decisión se ha ratificado en la reunión del Consejo de Gobierno celebrada este jueves, 11 de diciembre de 2025. Con esta declaración, la Junta de Castilla y León reconoce el valor singular de las Eras de Monsagro, situadas en el municipio homónimo, otorgándoles la categoría de Conjunto Etnológico. La medida busca asegurar la protección material de estos bienes, todos de titularidad pública municipal, frente al paso del tiempo y posibles alteraciones.
Monsagro, localidad enclavada en un pronunciado valle que nace en la Sierra de Francia y bajo la vigilancia del pico de La Hastiala, conserva en este conjunto una huella imborrable de la agricultura de subsistencia. Según detalla el expediente, estas estructuras son el reflejo físico de una economía basada tradicionalmente en el cultivo de cereales y legumbres, constituyendo un patrimonio etnográfico de gran riqueza.
Aunque las eras empedradas son elementos presentes en otras localidades de la comunidad, el conjunto de Monsagro posee un carácter singular debido a su número, concentración y configuración arquitectónica. Se trata de un grupo de aproximadamente una treintena de eras circulares, construidas mediante el empedrado con lanchas y lajas de piedra.
Las características técnicas que definen este conjunto son:
La existencia de este conjunto está documentada desde el siglo XVIII. Su función principal ha sido, durante siglos, la trilla del cereal, así como las labores de limpia y separación del grano de la paja antes de su almacenamiento en las casas familiares. Este uso agrícola se mantuvo vivo hasta tiempos muy recientes; de hecho, la última vez que se utilizaron para este fin tradicional fue en el año 1998.
Un aspecto fundamental de este Bien de Interés Cultural es su régimen de propiedad y uso, clave para su conservación. El terreno es de titularidad municipal, pero los vecinos ostentaban un derecho de uso que se transmitía de generación en generación. Esta implicación directa de la vecindad en el mantenimiento de las estructuras ha permitido que lleguen a nuestros días con un alto grado de autenticidad.
La declaración de BIC no solo protege las piedras, sino que pone en valor el patrimonio inmaterial asociado. Las eras fueron históricamente escenario de cantes y bailes durante las faenas agrícolas. Esta vertiente cultural perdura en la actualidad gracias a iniciativas como el Día de la Trilla, un evento promovido por el Ayuntamiento en los últimos años para rememorar y divulgar las actividades del pasado.
Desde el punto de vista etnológico, las Eras de Monsagro constituyen un testimonio excepcional de la antropización del medio natural. Representan la capacidad de adaptación del ser humano a un entorno de montaña del que extraía los recursos necesarios con esfuerzo y sabiduría, utilizando materiales locales como la piedra y la tierra para crear un conjunto de gran belleza plástica.