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LAS ARRIBES
Actualizado 08/12/2025 15:46:56
Miguel Corral

La noche estuvo marcada por el encendido de una gran hoguera y el ancestral rito de voltear los capachos en llamas desde el campanario de la iglesia, congregando a cientos de vecinos y visitantes

La localidad de Sobradillo vivió en la noche de ayer domingo una de sus jornadas más esperadas y arraigadas con la celebración de la VI Fiesta de la Capachera. Tras un intenso sábado dedicado a la matanza tradicional, vecinos y visitantes se congregaron en la víspera de la Inmaculada para disfrutar de este rito ancestral que iluminó la oscuridad de la noche sobradillense.

La celebración contó con una gran asistencia de público, tanto del propio municipio como de localidades cercanas del Abadengo, atraídos por la singularidad de una tradición que simbolizaba décadas atrás el fin de la recolección de la aceituna y la antigua llamada a filas. El ambiente festivo reinó en la plaza y el entorno de la Torre del Homenaje durante toda la velada.

Los grandes protagonistas de la noche fueron los diez quintos de este año: Agustín, Jaime, Daniel, Rocío, Markel, Asier, Lander, Miguel, Natalia y Alejandro. El grupo, formado por ocho chicos y dos chicas, vivió con intensidad una fiesta que se prolongó hasta bien entrada la madrugada, amenizada por una disco-móvil.

Uno de los momentos más originales de la noche fue el encendido de la hoguera de quintos, en esta edición se introdujo la novedad de prenderla con una traca para que hiciera las veces de una mecha, recorriendo el perímetro y prendiendo el fuego simultáneamente por cuatro puntos distintos de la hoguera, lo que provocó el aplauso de los asistentes.

Círculos de fuego en el campanario

El acto central de la noche volvió a ser la quema de los capachos, esteras de esparto que antiguamente se utilizaban para prensar la pasta de aceituna tras su molturado. Y es que esta costumbre convierte el campanario de la iglesia en un escenario único.

Desde las ventanas de la torre, los quintos Agustín y Markel, junto a los colaboradores habituales Óscar y José Ángel, fueron los encargados de voltear los capachos en llamas. Al voltearlos formando círculos verticales, dibujaron grandes aros de luz que iluminaron la plaza, que permanecía bajo el único foco del capacho ardiendo sobre la fachada norte del campanario de la iglesia.

Bocadillos de chorizo para todos

Antes del ritual del fuego, la fiesta tuvo su imprescindible componente gastronómico. Se repartieron entre los cientos de asistentes varias decenas de kilos de chorizo en bocadillos, acompañados de cerveza y agua. Una cena de hermandad que sirvió para coger fuerzas antes de disfrutar del espectáculo visual y la música en una noche en la que la tradición volvió a ser el nexo de unión de Sobradillo.

La Capachera, fiesta recuperada en 2019, 65 años después de su desaparición

La Capachera era una fiesta tradicional de los quintos en la noche de la Inmaculada y que venía a celebrar el final de la recogida de aceituna con la quema de los capachos empleados para el prensado de las pasta de aceituna, y la llamada a filas. Esta tradición fue recuperada por el Ayuntamiento de Sobradillo en 2019, 65 años después de su desaparición.

Los capachos son esteras circulares de esparto en los que se introducía la pasta de aceituna tras su molturado para ser prensada mediante prensas de palanca o sinfín en las antiguas almazaras tradicionales. En la zona de prensado se colocaban capachos unos sobre otros llenos de pasta formando una torre que posteriormente era prensada para extraer el aceite, jugo que discurría por las distintas canalizaciones para su almacenamiento en depósitos y posterior traslado a recipientes de mayor a menor tamaño, hasta llegar a las casas.

Al estar impregnados de aceite, la combustión de los capachos era rápida. Estos capachos eran prendidos en la torre de iglesia y se movían en círculos verticales formando con sus llamas un gran haz de luz que iluminaba la Plaza de Sobradillo, únicamente iluminada por la hoguera, una imagen que impresiona a los asistentes.

Con la desaparición de las almazaras en la zona, desaparecieron los capachos, lo que cada año obliga al Ayuntamiento a la búsqueda de capachos en otros lugares de España. Debido a que se trata de capachos nuevos, que no han sido impregnados en aceite, su combustión es facilitada mediante su impregnación en gasóleo, consiguiendo el mismo efecto.

REP. GRÁFICO: FOTO2005

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