Igual que voy desmitificando los dogmas del fútbol y, a su vez, aportando nuevas ideas para mejorar ciertas Reglas, aún incoherentes, hemos profundizado sobre otros cambios del Reglamento, intrascendentes, que todavía hoy en día no sabemos muy bien a qué objetivos obedecían en su implantación.
El Reglamento del fútbol ha tenido, a lo largo de su historia, grandes revoluciones (Como el fuera de juego de 1925, la cesión al portero en 1992 o el VAR en 2018) y, en paralelo, una serie de cambios menores, burocráticos, que se aprobaron sin que nadie supiera muy bien para qué sirven, ni qué problemas venían a resolver:
- En 1902, se delimitaron las áreas (chica y grande) con medidas geométricas exactas. Se uniformó con cierto aire “ingenieril”.
- En 1924: Se autorizó marcar gol directamente desde un saque de esquina (gol olímpico). Un matiz anecdótico más que una revolución.
- En 1937: El círculo central se pinta obligatorio, para asegurar distancia en los saques. Formalidad más que necesidad.
- En 1958: El banderín de córner pasa a ser intocable: no puede moverse ni retirarse. Detalle casi folklórico.
- 1970: Se insiste en que el portero lleve camiseta distinta y, a ser posible, el número 1. Burocracia estética.
- 1990: Se obliga al uso de redes en las porterías, para “mayor claridad”. El fútbol llevaba 100 años funcionando sin ellas en muchos lugares.
- 1994: La Copa del Mundo fue pionera obligando a que las selecciones llevaran el nombre del jugador en la camiseta. Fue un guiño al público estadounidense, acostumbrado a identificar fácilmente a los jugadores en deportes como el béisbol o el baloncesto. La “Premier League” en los años 90 lo popularizó muy rápido, pero el punto de inflexión mundial fue USA 94.
- En 2006, la IFAB aclaró que los cordones de las botas forman parte del equipamiento válido para marcar gol. Una obviedad reglamentada.
- En 2016, se autorizó mover hacia atrás el saque inicial desde el círculo central. Un cambio simbólico que no alteró nada sustancial del juego.
- En 2019, se precisó que el portero debía tener al menos un pie sobre la línea en el momento de ejecutar el penalti.
- Hasta 2019, el árbitro era un “agente neutro” si el balón rebotaba en él mismo, siguiendo el juego. Desde entonces, el juego se detiene y se hace bote neutral si genera ventaja. El árbitro entrega la pelota al equipo que “parece” tener la posesión. Por ello, la teatralidad en la disputa de los botes se redujo.
- Desde 2019, ya no hace falta que el balón salga del área en el saque de meta para que esté en juego.
La zona técnica del entrenador se dimensionó, y se redefine de vez en cuando. Nadie tiene claro en qué cambia la vida del fútbol si mide 2 metros más o menos.
Se da la paradoja que todos los participantes están identificados, menos los árbitros que no llevan su nombre impreso. Parece que se consolida la idea de “no transparencia” por parte de los árbitros. Eso sí, no se olvida la marca del “patrocinador arbitral”.
Como vemos, existen normas que parece ya existieran desde el principio del juego. Y unas tienen mucha trascendencia, aunque otras están ahí como “invitadas de piedra”.
Con todo, el Reglamento se conforma con ellas, todas incluidas…