Existe una clara preocupación desde el Colegio de Árbitros por lo ocurrido, dado que varios colegiados, alguno de 14 años, ha sufrido un shock
Una preocupante oleada de violencia ha empañado gravemente la presente jornada del fútbol base en Salamanca. Lejos de ser un espacio para el deporte y la formación en valores, varios campos de la provincia se han convertido en escenario de insultos, peleas y amenazas que involucran a padres, jugadores e incluso han requerido la activación de protocolos específicos contra la violencia verbal. La situación ha alcanzado un punto crítico, afectando a categorías que van desde los más pequeños, en Segunda de Benjamín, hasta jóvenes en Regional Juvenil.
Los incidentes, de diversa índole pero de una gravedad similar, han manchado la competición y han puesto de manifiesto un problema latente en las gradas y en el propio terreno de juego. Según la información a la que ha tenido acceso este periódico, se han registrado, al menos, cinco episodios de alta tensión en diferentes partidos, demostrando que no se trata de un hecho aislado, sino de una tendencia que amenaza con desvirtuar el propósito del deporte formativo.
Uno de los sucesos más alarmantes ha tenido lugar en el campo Ángel Huerta, durante el encuentro que enfrentaba al Helmántico y al Ribert. Lo que debía ser una contienda deportiva ha derivado en una "pelea multitudinaria e insultos y amenazas al árbitro".
El colectivo arbitral ha vuelto a ser el principal blanco de la ira. En otro encuentro, esta vez en la categoría de Segunda Benjamín entre Calvarrasa y Unionistas, también se han registrado "insultos graves al árbitro". Que estas conductas se produzcan en categorías con niños de tan corta edad resulta especialmente preocupante, ya que normaliza la violencia verbal como una parte aceptable del deporte desde sus primeras etapas.
La violencia no se ha limitado a las agresiones verbales hacia los colegiados. Las gradas, que deberían ser un lugar de ánimo y apoyo, se han transformado en focos de conflicto. Un claro ejemplo ha ocurrido en el partido de Segunda Alevín entre el Ribert y el Cristo Rey, donde se ha producido una "movida entre padres". Estos enfrentamientos entre adultos no solo generan un ambiente hostil, sino que a menudo son el preludio de incidentes mayores.
La situación ha escalado hasta un punto crítico en el partido de Regional Juvenil del Unionistas B. Al finalizar el encuentro, ha estallado una "pelea en la grada entre padres, a la que se han sumado jugadores". Este hecho es de una gravedad extrema, ya que la violencia ha traspasado la barrera generacional y ha involucrado directamente a los deportistas, contagiando el conflicto de los adultos a los propios jóvenes y desvirtuando por completo el sentido de la competición.
La gravedad de los hechos ha llevado a la toma de medidas oficiales. En el partido de Primera Cadete entre el Carbajosa y el Béjar, se ha tenido que proceder a la "activación de protocolo de violencia verbal". Esta medida, reservada para situaciones que superan los límites de la mera protesta, confirma que los insultos y las descalificaciones han alcanzado un nivel intolerable, obligando a las autoridades deportivas a intervenir de forma directa para proteger a los participantes.
Por último, tras finalizar el Salamanca UDS B – Calasanz Soria de Cadete Regional en el Tori, se ha generado una grave trifulca que ha comenzado con un enfrentamiento entre jugadores. Después, decenas de aficionados han invadido el campo y han agredido tanto al portero como al entrenador del equipo visitante, mientras también se han producido nuevos golpes entre futbolistas. A pesar de los incidentes, no ha sido necesaria asistencia médica para ninguno de los implicados. En Villares, en el Hergar - Aldeaseca de Tercera Juvenil, nuevo protocolo de violencia verbal.
Esta recopilación de incidentes dibuja un panorama desolador para el fútbol formativo salmantino. La repetición de episodios violentos en distintas categorías y campos evidencia un problema estructural que requiere una reflexión profunda y una acción contundente por parte de clubes y, sobre todo, de los propios familiares.