OPINIóN
Actualizado 29/11/2025 11:07:18
José Fermín Rozas

El Zurguén es un moderno, agradable y tranquilo barrio trastormesino (con algún que otro sobresalto), cuyo suelo de origen público ha posibilitado algún tipo de Protección Oficial a la mayor parte de sus viviendas. Los censados rondan los 3.700 vecinos, seguro los reales sean más pero lejos de los 17.000 soñados por la Junta. A pesar de la seria crisis de vivienda, solo se han construido 2.200 viviendas en 35 años de las 5.000 previstas. Paralelo a la vieja N-630 durante 1 km. se ordena de norte a sur sobre dos rectas vías, una peatonal (Villar del Profeta-Parlamento Europeo) y otra con tráfico rodado y el autobús urbano (Paseo de Cuatro Calzadas-Comisión Europea).

En cuanto a servicios públicos no se puede hablar de mucha eficacia institucional. Según la planificación original de fines de los 80, un solo colegio de los tres previstos y una guardería muy excéntrica, lejos de cualquier ubicación presumida, de tres (mucho más pequeñas eso sí). Respecto a la actividad comercial hay que lamentar no se considerara convertir la calle peatonal en su principal eje, aparte de locales existe una nave en una de las tres parcelas vendidas como suelo comercial nunca abierta. En otra sobrevive desde hace 20 años un esqueleto indefinido, Sistema Local de Equipamiento según el actual PGOU.

Por desgracia el Ayuntamiento no ha considerado recuperarlo como equipamiento colectivo útil para el barrio. Pese a la reivindicación vecinal, desde luego más evidente que la utilizada por nuestros munícipes justificando un aparcamiento en lugar de un colegio. A pesar de la juventud de quienes lo habitan, estas tres décadas no han contado apenas con espacios municipales donde desarrollar actividades. Otra cosa ha sido la parroquia, quizás por gozar del solar calificado inicialmente como equipamiento social y no el religioso, junto a alguna iniciativa juvenil y vecinal.

No ha sido el Popular Ayuntamiento amante de Centros Cívicos capaces de enriquecer al vecindario, capaz de retrasar años la apertura de la primera biblioteca municipal digna de tal nombre. Solo ha construido uno en un barrio de iniciativa privada, además de la torpe operación de un antiguo cuartel, y por fin otra biblioteca en el noreste. Incluso ha trasmutado Miraltormes, anterior a ellos, en Casa de la Mujer de la ciudad. Obviando grandes edificios vacíos más céntricos y accesibles, caso de conventos restaurados con profusión de fondos públicos. Quizás mejor los disfruten iniciativas hosteleras privadas mientras cierran otros hoteles.

Pasan los años, crece el presupuesto del Ayuntamiento a pesar de su interesada política impositiva, pero ha sido incapaz de dotar a toda la ciudad de equipamientos sociales y culturales de barrio de verdadera calidad. Manteniendo y potenciando Miraltormes en su primitivo papel, en la plaza de Trujillo se hubiera podido crear la gran biblioteca del este. La periferia goza de grandes solares vacíos destinados a esos usos, pero terminaran pervirtiéndose en provecho privado. Mientras, los espacios urbanos más modernos pasaran de su infradotación para jóvenes a lo mismo en su senectud. Por no hablar de Centros de Salud prometidos y nunca vistos.

Todo viene a cuento de la posible reconversión del esqueleto edificado en el Paseo de Cuatro Calzadas de El Zurguén, en nueva modalidad habitacional de complicado encaje legal ahí. La idea puede ser interesante, incluso ayudar ante la actual crisis, pero más lo haría la construcción de miles de viviendas previstas en el suelo público durmiente del barrio. Al parecer serán viviendas colaborativas, donde hogares individuales comparten espacios y servicios comunes. Probablemente pensando en personas mayores, uno de los grandes negocios de la actualidad, ¿anticipándose aquí al futuro?. No es la primera residencia encajada de aquella manera, si bien al menos el solar es privado.

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