OPINIóN
Actualizado 29/11/2025 11:06:53
Francisco Aguadero

El mundo camina hacia un nuevo orden mundial con superconcentración de poderes. La llama del multilateralismo se apaga y de sus cenizas surgen nuevas autocracias o se refuerzan las que había. Estados Unidos, con Donald Trump, está dejando de ser el máximo exponente de la democracia para convertirse en una autocracia con proyección mundial. En Rusia se consolida la autocracia de Vladimir Putin con tintes zaristas de expansión territorial y la autocracia de China avanza de la mano de Xi Jinping en su pretensión de influencia global y control regional.

Las tres personas citadas ya tienen influencia y poder sobre 47,5 billones de dólares, que suponen casi la mitad del PIB (Producto Interior Bruto) mundial y controlan 36,4 millones de kilómetros cuadrados de territorios en los que se encuentran centros de influencia tecnológica y política, recursos estratégicos como fuentes de energía o tierras raras, e instalación de bases militares decisivas para el control geoestratégico de todo lo que se mueva y que no responda a sus intereses. Su influencia y proyección se extiende a otros ámbitos y latitudes, promoviendo o apoyando movimientos involucionistas que ponen en cuestión y representan una seria amenaza para las democracias.

Es como si estuviéramos ante el regreso de los emperadores con sus poderes omnímodos, absolutos. Los tres dirigentes citados ya son o se les puede considerar “los dueños” del mundo porque, además, alguno de ellos se lo cree y actúa en consecuencia de forma descarada, incluso vanagloriándose de ello.

La política de Donald Trump de acabar con el multilateralismo está dando sus frutos. Se cuestiona el orden mundial que durante decenios dio estabilidad al mundo, se debilitan las instituciones multilaterales, se obvia la comunidad internacional, los derechos humanos, las reglas del comercio mundial, se incrementan los negacionismos sobre las grandes cuestiones o amenazas de la supervivencia y se instala en la sociedad una honda incertidumbre sobre la gobernanza del mundo futuro.

La llama del multilateralismo se apaga, a pesar de que algunos bloques como la Unión Europea y también algunos dirigentes se esfuercen en mantenerla viva. Sirvan los casos de Naciones Unidas (ONU) la COP30 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) y la última reunión del G-20 (Grupo de los Veinte) como ejemplo de lo que acabamos de decir. Tres hitos multilaterales en la gobernabilidad del mundo que han perdido su potencial y credibilidad como guías de futuro. Veamos.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue creada oficialmente el 24 de octubre de 1945. Actualmente cuenta con 193 estados miembros representados en la Asamblea General. Se trata de una institución donde las naciones del mundo pueden reunirse, para discutir problemas o necesidades comunes y encontrar soluciones compartidas que beneficien a toda la humanidad. Sus resoluciones están basadas en los valores de la paz, la justicia, el respeto, los derechos humanos, la tolerancia y la solidaridad, consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

Una Carta que el embajador de Israel tuvo la osadía de triturar durante su intervención en la Asamblea General de la propia ONU el 10 de mayo de 2024. Un acto de soberbia y supremacía impropio de una democracia, la de Israel, cuyo gobierno, desoyendo todas las resoluciones de la ONU, ha llevado a cabo un genocidio sobre el pueblo palestino en Gaza, al tiempo que ninguneaba al Secretario General de aquella organización global, António Guterres, debilitando así la institución. Un mal precedente para el multilateralismo.

Por su parte, la cumbre del clima COP30 celebrada en Belém, Brasil, durante los días 10 al 21 de noviembre, ha sido otra muestra de la pérdida de vigor del multilateralismo y otra oportunidad perdida en la lucha contra el calentamiento global. La Cumbre para la lucha contra la emergencia climática llegaba en uno de los peores momentos desde 2015, debido al avance en todo el mundo del populismo negacionista capitaneado por Donald Trump. A pesar de que los combustibles fósiles centraron los debates, gracias a la iniciativa del anfitrión Luiz Inácio Lula da Silva y de que en el tramo final 40 países (entre ellos España) reclamaron a la presidencia de la COP30 que en la declaración final se incluyese la necesidad de una hoja de ruta para la limitación de ese tipo de combustibles, no se hace mención a los mismos en la declaración final por la oposición de 80 de los 195 países participantes, encabezados por los países productores de petróleo.

Han trascurridos 10 años desde el crucial Acuerdo de París, aquel en el que se fijó que, en lo posible, la temperatura no debía aumentar más 1,5 grados sobre los niveles preindustriales, límite que ya se alcanzó en 2024. Desde el Acuerdo de París, no han dejado de acumularse evidencias de fenómenos meteorológicos extremos que generan miles de muertes y cientos de miles de millones en pérdidas económicas. El proceso multilateral en la lucha contra la emergencia climática queda abierto, pero muy dañado bajo la presión negacionista, en su ambición y credibilidad, aunque el multilateralismo sigue siendo la dinámica y el foro más apropiado para abordar el gran problema global de la emergencia climática.

En el primer caso analizado para acercarnos a la crisis del multilateralismo y el intento de algunos de sustituirlo por autocracias, hemos tomado como ejemplo la mayor organización mundial transversal en casi todas las áreas, la ONU. En el segundo hemos analizado un caso específico como es el cambio climático, aunque sus consecuencias se extienden a muchos ámbitos. Y en el tercero, nos acercamos a una plataforma eminentemente económica en la que se dan cita los dirigentes y organizaciones más influyentes, el G-20.

La cumbre del G-20 celebrada en Johannesburgo entre los días 22 y 23 de noviembre fue un termómetro del pulso global que se está dando sobre qué tipo de orden debe regir el mundo. En ella se constataron ausencias estratégicas, boicoteos, ultimátums y tensiones claramente abiertas entre quienes defienden el multilateralismo basado en reglas y quienes quieren sustituirlo por decisiones unilaterales, por una lógica de fuerza e intereses inmediatos, rayando la autocracia. Entre las ausencias, las de Estados Unidos, Argentina y Arabia Saudí que, junto al desprecio de Rusia, ponen de manifiesto una ofensiva para debilitar la multilateralidad del foro y hacer inviable una declaración conjunta con un mínimo de compromisos potentes. El anuncio de que bajo la próxima presidencia de Estados Unidos el G-20 “retornará a lo básico” es un augurio de que el multilateralismo saldrá mal parado en este principal espacio de cooperación global que es el G-20.

El camino hacia el auge de autocracias parece haberse iniciado atacando el multilateralismo; con el desprecio, ausencia o asalto a las instituciones internacionales, retirando su financiación o boicoteando su funcionamiento; ignorando las resoluciones de la ONU o atropellando sus principios; esgrimiendo el negacionismo climático; optando por políticas públicas retrógradas en derechos humanos y civiles; practicando o promoviendo retrocesos democráticos, violentando la democracia.

El multilateralismo no está muerto, pero está bajo una presión creciente por la actual configuración geopolítica del mundo y el avance de las autocracias. Confiemos en que no se den pasos atrás en la convivencia en paz y el progreso de la sociedad.

Les dejo con SOMOS. Unidos para cambiar el mundo:

https://www.youtube.com/watch?v=5IOmGrhcB_g

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 28 de noviembre de 2025

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Autocracia y multilateralismo