Este año, cuatro mujeres (Ana, Toñi, Paula y Emilia) mantienen viva esta costumbre ofreciendo sus productos artesanales, que consolidan a la localidad serrana como uno de los últimos enclaves turroneros de España
La imagen más tradicional de las vísperas navideñas ha vuelto al ágora salmantina. Desde finales del mes de noviembre, los soportales de San Antonio, ubicados en la Plaza Mayor de Salamanca, han recuperado el aroma a miel, almendras y dulce artesanal con la llegada de las turroneras de La Alberca. Este año, cuatro mujeres son las encargadas de mantener viva una tradición que conecta directamente la capital del Tormes con la Sierra de Francia.
Esta costumbre, que marca el inicio oficioso de la campaña de Navidad en el centro de la ciudad, atrae tanto a turistas como a salmantinos que, año tras año, acuden a estos puestos efímeros para adquirir los productos típicos de la tierra. La presencia de estas vendedoras supone un vínculo directo con la elaboración artesanal que ha caracterizado a la provincia durante décadas.
Las protagonistas de esta temporada son Ana, Toñi, Paula y Emilia. Ellas son las cuatro mujeres que este año se encuentran instaladas en la ciudad, perpetuando un oficio que se remonta a hace más de 30 años en su formato actual. Para ellas, su presencia en los soportales no es solo una actividad comercial, sino una herencia familiar que llevan con orgullo, un sentimiento que se hace patente cuando rememoran sus inicios en el oficio.
La continuidad de esta labor permite que los transeúntes puedan acceder a productos elaborados con recetas transmitidas de generación en generación, resistiendo a la industrialización del sector y manteniendo la esencia del comercio de cercanía en uno de los puntos más emblemáticos de Salamanca.
La importancia de esta actividad trasciende lo local. Según los datos históricos del sector, La Alberca constituye el último gran enclave que queda en España, aparte de las reconocidas zonas de Jijona y Alicante, donde se mantiene la elaboración de este producto de forma puramente artesanal. Esta singularidad convierte a los puestos de la Plaza Mayor en un escaparate gastronómico de primer nivel.
Aunque la época de mayor esplendor de esta tradición se sitúa en el siglo XX, momento en el que se congregaba un número mucho mayor de turroneras en el ágora salmantina, la persistencia de estas cuatro mujeres asegura la supervivencia de un patrimonio cultural y gastronómico único.
La oferta gastronómica que despliegan en los soportales de San Antonio abarca todo el abanico de la repostería serrana. Los viandantes pueden encontrar:
Se trata de una propuesta ante la que, como dicta la costumbre, pocos salmantinos logran resistirse a comprar, "aunque sea un pedacito", para endulzar las próximas fiestas navideñas.