TOROS
Actualizado 26/11/2025 13:12:09
Toni Sánchez

El diestro salmantino Damián Castaño fue el protagonista en el Club Taurino de Bilbao, donde reafirmó su especial vínculo con la afición vizcaína. El torero repasó su trayectoria en las corridas duras, reconoció sus dificultades con la espada y expresó su deseo de realizar una encerrona en solitario en la plaza de Vista Alegre.

Damián Castaño ha vuelto a sentir el calor de la afición del norte, esta vez sin el traje de luces, pero con la misma sinceridad que muestra en el ruedo. El matador de toros salmantino fue el protagonista absoluto del acto celebrado anoche en el Excelentísimo Club Taurino de Bilbao, donde repasó una trayectoria marcada por la superación y su especial vínculo con el hierro de Dolores Aguirre en la plaza de Vista Alegre.

El acto, que congregó a un gran número de aficionados, contó con la presentación de Juan Manuel Delgado, presidente de la entidad, y estuvo moderado por el periodista Íñigo Crespo. Durante la charla, el torero charro no dudó en enorgullecerse de un título oficioso que pocos consiguen: sentirse "torero de Bilbao". Según explicó el propio matador, sus actuaciones en el coso bilbaíno le han abierto las puertas del circuito de las corridas duras y le han acercado notablemente al exigente público francés.

Un concepto basado en la pureza

Castaño desgranó ante los asistentes su obsesión por aplicar el toreo puro ante ganaderías que, a priori, dificultan esta expresión artística. El salmantino huye del toreo defensivo habitualmente asociado a los hierros duros. "Una vez dominados esos toros encastados, son los primeros que se entregan y permiten muletazos de bello trazo", explicó el diestro, poniendo como ejemplo su faena al toro Argelón de Dolores Aguirre.

El matador también compartió detalles curiosos de su personalidad en el ruedo, como su costumbre de torear con la montera calada en sus segundos toros cuando presiente una gran faena, un gesto con el que busca una estética añeja y sentirse más torero.

Del "Valle del Terror" a la consolidación

Hubo momento para la memoria y para recordar los tiempos difíciles, aquellas temporadas cortas que comenzaban el 15 de agosto y finalizaban el 8 de septiembre, momentos en los que la idea de abandonar la profesión rondó su cabeza. El punto de inflexión, según relató Castaño, llegó en Cenicientos.

Tras una tarde aciaga en Cebreros (Ávila), el salmantino llegó a la localidad madrileña —a la que denominó con respeto como "la capital del Valle del Terror"— temiendo repetir la mala suerte. Sin embargo, aquella corrida se convirtió en un triunfo sonado que le catapultó como una de las figuras imprescindibles del circuito torista actual.

La espada y los retos de futuro

Con honestidad, Damián Castaño abordó uno de sus talones de Aquiles: la suerte suprema. "Nada me gustaría más en la vida que poder matar a los toros", confesó durante el coloquio, reconociendo que los fallos con los aceros le han privado de triunfos numéricos importantes, aunque valoró que la afición sepa medir su valía más allá de las orejas cortadas. Atribuyó este problema a cuestiones más psicológicas que técnicas.

Mirando al futuro, y tras recordar gestas como la de Santander con los toros de Miura —donde toreó con una cornada muy reciente—, el salmantino lanzó un guante que ilusionó a los presentes. Castaño afirmó que no quiere retirarse sin repetir la gesta de una encerrona en solitario en Bilbao, similar a la realizada en San Agustín de Guadalix, un reto que afrontará cuando recupere la confianza plena con la espada.

El torero cerró el acto mostrándose optimista de cara a la próxima temporada, donde espera volver a ser uno de los nombres fijos en las Corridas Generales de Bilbao.

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