Salamanca ha desarrollado una red de carril bici de 63 kilómetros a lo largo de dos décadas, creando un sistema metropolitano de más de 128 kilómetros que fomenta la movilidad sostenible.
La ciudad de Salamanca cuenta actualmente con una red de carriles bici que alcanza los 63.069 metros de longitud, una infraestructura de más de 63 kilómetros que se ha consolidado como una alternativa real para la movilidad urbana. Este entramado no solo conecta los barrios de la capital, sino que se integra de manera funcional con los 65 kilómetros de vías ciclables procedentes del alfoz, conformando un sistema metropolitano que supera los 128 kilómetros y facilita los desplazamientos diarios de miles de ciudadanos de forma sostenible.
Según los datos oficiales facilitados por el Ayuntamiento de Salamanca, la construcción de esta red ha sido un proceso paulatino, desarrollado en distintas fases a lo largo de varias legislaturas. Un primer impulso, entre 2003 y 2011, sentó las bases de la infraestructura actual con la ejecución de algunos de los ejes más largos. Posteriormente, el desarrollo continuó con un enfoque en la consolidación y conexión de tramos, para finalmente experimentar una notable aceleración a partir de 2022, periodo en el que se han incorporado decenas de nuevos viales que han densificado la malla ciclista de la ciudad.
Esta evolución ha permitido que las vías procedentes de municipios como Villares de la Reina, Carbajosa de la Sagrada, Cabrerizos, Aldeatejada y Villamayor se integren con la red salmantina, promoviendo un modelo de transporte interurbano que reduce la dependencia del vehículo privado.
Durante este periodo de ocho años se sentaron las bases de la infraestructura ciclista de la ciudad con la construcción de los primeros grandes ejes vertebradores. Fue una etapa fundamental en la que se ejecutaron tramos de gran longitud que conectaron puntos estratégicos. Destaca la creación del vial de 2.490 metros que une el Puente Romano con el Parque Miguel Delibes y el Camino Cristo de Cabrera, estableciendo un corredor verde fundamental en la zona sur. De igual importancia fue el tramo de 2.340 metros que, partiendo de la glorieta de Ramiro II, atraviesa la avenida de Salamanca hasta la Ruta de la Plata, configurando un eje norte-sur clave.
En esta fase también se priorizó la conexión con el Campus Universitario Miguel de Unamuno, con la construcción del carril de 1.980 metros que discurre por las avenidas Padre Ignacio Ellacuría y José Núñez Larraz. Asimismo, se comenzó a tejer la red metropolitana con el tramo de 1.680 metros desde la glorieta del Obispo Bobadilla hacia el término municipal de Villamayor. Otros viales significativos de esta época fueron los que conectaron el entorno de la estación de tren (Vialia) con los barrios de Pizarrales y El Carmen (1.080 metros) y el que une el Parque Fluvial con la Vía Helmántica (932 metros). Se completó la infraestructura con actuaciones en grandes avenidas como Federico Anaya (600 metros) y un tramo compartido en María Auxiliadora (683 metros), además de la adecuación de los puentes Romano (371 metros) y Juan Carlos I (423 metros).
En la década siguiente, la red continuó su expansión con un enfoque claro en la conexión de tramos existentes y la creación de nuevas vías en zonas de alta demanda. El hito más relevante de este periodo fue la ejecución del carril bici que une Salamanca con Cabrerizos, un tramo de 3.250 metros construido en 2018 que representa uno de los enlaces metropolitanos más importantes y utilizados. También se reforzó la conexión con el alfoz a través del vial de 1.030 metros que une la avenida Gonzalo Torrente Ballester con el polígono de Los Villares.
Durante estos años se mejoró notablemente la movilidad en avenidas de gran capacidad, como la de San Agustín (1.410 metros), la de los Agustinos Recoletos en la zona de la Vía Helmántica (1.570 metros) y la avenida de la Merced, con dos actuaciones en 2019 y 2020 que sumaron más de 2.000 metros. La ribera del Tormes también ganó protagonismo con la creación de nuevos tramos en la avenida de la Aldehuela (934 metros) y el Camino del Río (887 metros). Además, se mejoró el acceso a infraestructuras clave como el nuevo Hospital, con la construcción del Vial del Clínico (512 metros), y se crearon nuevos espacios ciclables en parques como El Baldío (825 metros) y el Parque Cañón (709 metros).
El último trienio ha supuesto el mayor crecimiento de la red ciclista en la historia de la ciudad, con una clara estrategia de densificación para conectar tramos inconexos y crear nuevos corredores seguros. La actuación más destacada ha sido la creación de las sendas ciclables en los márgenes del Tormes, identificadas con las siglas MD (margen derecha) y MI (margen izquierda), que han sumado varios kilómetros de vías en un entorno natural. Entre ellas destacan la Senda MD6 (1.280 metros), la Senda MI1 (1.160 metros) y la Senda MD1 (1.090 metros).
En este periodo se ha realizado una fuerte inversión para integrar el carril bici en grandes arterias urbanas. El ejemplo más significativo es la Calzada de Medina, con 1.360 metros de nuevo carril, seguido por la avenida de los Alcaldes (1.120 metros). También se ha mejorado la seguridad y la conectividad en los puentes, con nuevas infraestructuras en el Puente Felipe VI (590 metros) y el Puente del Río Miño (514 metros). La conexión metropolitana ha seguido siendo una prioridad, con la ejecución de 781 metros en la carretera SA-300 hacia Villamayor. Finalmente, se han completado tramos en barrios como Puente Ladrillo (367 metros) y Garrido (Cipreses, 396 metros), y se ha mejorado la permeabilidad con la construcción de los túneles bajo la vía del tren (Túnel TV1 y TV2), que suman 285 metros.