El aparcamiento de vehículos privados en la vía pública va y viene como el Guadiana, pero siempre está presente. Esta semana nos hablaban desde los barrios que bordean el Paseo del Rollo. Varias de sus calles fueron incluidas en el extraño programa "Implementación de itinerarios peatonales y mejora de la accesibilidad en entornos escolares". Raro por la lejanía en algún caso de esos entornos y, también, "peatonalizar" un conjunto de calles colindantes no diseña itinerario alguno. A pesar de todo, y el complicado diseño material, se reconoce la evidente mejora de las calles.
Pero se subraya lo de a costa de eliminar aparcamiento. Indudablemente esos veteranos barrios se diseñaron buscando el máximo beneficio posible, y sin previsión de cocheras en demasiados edificios. Las calles son angostas, en Prosperidad incluso más antes de su ensanche por el PGOU en tiempos de Jesús Málaga. Indudablemente cualquier mejora peatonal, cuando asimismo se reconoce el envejecimiento de sus habitantes, solo será a costa del espacio público dedicado al vehículo privado. Por cierto, a la actividad privada terraza de bar se le cobra por usar ese espacio, ¿por qué al coche no?
Otro de los sitios donde suelen lamentarse por falta de aparcamiento es el Hospital. No es raro ver noticias al respecto en algún medio de comunicación. Entre los dos aparcamientos propios, al del nuevo complejo se debe añadir el "alejadísimo" del Virgen de la Vega, suman 1.127 plazas, algo más de la mitad (¿gratis?) para trabajadores. Por si todavía no queda clara la ubicación del hospital con respecto a la ciudad, está dentro de su término municipal a 900 metros en línea recta de la Plaza Mayor. Un emplazamiento realmente privilegiado visto lo que hay por el mundo.
Esa ubicación ya de por sí cuestiona la necesidad de desplazarse en vehículo privado al centro de trabajo. Salvo las zonas de Huerta Otea ahora en construcción, todos los barrios de la ciudad tienen comunicación directa diurna mediante transporte público. Ciertamente la situación es mala respecto al transporte metropolitano, pocas conexiones y con frecuencias exageradas convirtiéndolas en escasamente viables. Consideración aparte es la comunicación con los residentes en el resto de la provincia, envejecidos, y con un transporte público en extinción a pesar de experimentos varios.
Ampliar la oferta de aparcamiento siempre termina atrayendo más vehículos, y sus usuarios son capaces de soportar situaciones incomprensibles. Como esperas de una hora para conseguir sitio, en nuestro exiguo y muy manejable espacio urbano y metropolitano. La creación de aparcamiento nuevo no repercute en la liberación de otros espacios. En poco tiempo se recupera la "normalidad" y vuelven a arreciar demandas nuevas, más ruidosas que nutridas. Dar un paseo por las tan cacareadas nuevas actuaciones municipales debería despejar dudas y abandonar este camino.
La aparición de la tarjeta Buscyl es un magnífico motivo para replantear todo el servicio. Su público de referencia en el metropolitano debe estar en los 100.000 viajes diarios realizados en vehículo privado (dato del Plan de Movilidad). Esto exige una rápida adaptación al aumento previsible de demanda, algo al parecer no esperado por nuestros eficaces gestores regionales del transporte. Ampliar destinos y el número de viajes, mejor estableciendo sencillas frecuencias y reforzando en horas punta. Y en Salamanca ciudad quizás repensar el nocturno sea buena idea, que además no pasa por el hospital.
Meses le ha costado al Ayuntamiento entender que el recorrido provisional del autobús urbano por el Teso de la Feria precisaba otra parada. Se le ha olvidado prohibir aparcar.