El poeta, galardonado con el premio de la USAL y Patrimonio Nacional, asegura que la poesía "es el lenguaje sencillamente hermoso" y un arte que nunca morirá. La ceremonia de entrega se celebrará el próximo 18 de noviembre en Madrid
El poeta, filólogo y ensayista Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) ha sido galardonado con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2025, uno de los reconocimientos más prestigiosos de las letras hispanas. Este galardón, suscrito dentro del Convenio Marco de Cooperación Cultural entre la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, está dotado con 42.100 euros y premia el conjunto de una obra que constituya una aportación relevante al patrimonio cultural común.
Tras conocer el fallo, el autor ha descrito este hito como "una de las metas más bonitas de mi creación poética". Para De Cuenca, se trata de un premio muy especial que atesoraba desde hace tiempo. "Probablemente sea el premio más importante de poesía que haya en lengua española", ha afirmado en una entrevista concedida a este medio.
El jurado del certamen, compuesto por destacadas personalidades del mundo académico y cultural, destaca en su obra un estilo que se mueve entre la reflexión filosófica y la exploración de la cultura clásica. El poeta se ha reconocido en esta valoración, aunque ha añadido un matiz que considera crucial para entender su conexión con el lector. "Creo que, además, hay un apartado como de comunicabilidad, de coloquialismo, como de influjo de literatura más universal, menos ligada a las élites", ha explicado, celebrando esa capacidad de tender puentes entre lo culto y lo popular.
Lejos de sentir el peso de la responsabilidad que implica un galardón de esta magnitud, acoge el honor con la naturalidad de quien entiende la creación como un don y no como una carga autoimpuesta.
Al ser preguntado por su enfrentamiento con la página en blanco, un temor recurrente para muchos escritores, Luis Alberto de Cuenca desmonta el mito con una sorprendente serenidad. "No me aterra nada el tema de la hoja en blanco. Yo me lo paso muy bien escribiendo, siempre es para mí un placer, nunca una especie de obligación", ha confesado. Su proceso creativo no responde a horarios ni a disciplinas, sino a un impulso superior.
La clave de su método reside en la escucha y la obediencia a una fuerza que él identifica como la musa. "Escribo cuando me lo dicta la musa, cuando le da la gana a ella escribo, no cuando quiera yo", ha sentenciado. Para el autor, el acto de escribir es una forma de canalización. "Para mí el proceso de creación es obedecer lo que más arriba me viene dado y pasarlo a un texto castellano que tenga música, que tenga sensibilidad y, sobre todo, capacidad de emocionar a la gente", expresa.
Esa capacidad para conmover es una de las señas de identidad de su lírica, aunque no cree que exista una fórmula para ello. Se define a sí mismo como un intermediario, un catalizador de las emociones colectivas. "El poeta no es más que una especie de portavoz de la comunidad. A mí me ha tocado ese oficio de portavoz, pero lo que le doy es voz a la gente que se siente identificada con los personajes que aparecen en mi lírica", reflexiona.
Su universo literario se ha nutrido de fuentes muy diversas, desde la épica de Gilgamesh y Homero hasta los poetas elegíacos romanos como Catulo, pasando por los provenzales. En tiempos más recientes, ha reconocido como maestros a figuras como García Lorca, Juan Ramón Jiménez o Jorge Luis Borges, un panteón ecléctico que ha moldeado su voz única.
En una sociedad marcada por el dominio de la imagen, De Cuenca ha defendido con vehemencia la vigencia de la poesía. "Es un error pensar que la poesía está en decadencia. La poesía acabará cuando acabe el hombre, ni un segundo antes", ha aseverado. La considera una manifestación intrínseca al ser humano, un torrente que fluye desde el corazón y el cerebro de forma estructurada y sensible a la vez.
Para el autor, este arte representa la cúspide de la expresión humana, ya que su materia prima es el lenguaje, aquello que nos distingue del resto de seres vivos. "Representa, yo creo, la cima de las bellas artes, porque es la que juega con el lenguaje, que es lo que nos diferencia claramente de los demás animales", ha argumentado. En sus palabras, la poesía es "el lenguaje que está esenciado, es el lenguaje sencillamente hermoso".
El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que será entregado el próximo martes 18 de noviembre en un acto en el Palacio Real de Madrid, se suma a una larga lista de galardones que reconocen la excelencia y diversidad de la producción literaria de Luis Alberto de Cuenca. Entre otros, recibió en 1985 el Premio Nacional de la Crítica por “La caja de plata”; en 1989, el Premio Nacional de Traducción por “El cantar de Valtario”; y en 2015, el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía por “Cuaderno de vacaciones”.
Más recientemente, su obra ha sido distinguida con el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca en 2021 y el Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma en 2023 por “El secreto del mago”. Además de su faceta creativa, destaca su trabajo centrado en la traducción y la crítica de la literatura occidental, habiendo trasladado al castellano obras de autores como Homero, Eurípides y Gérard de Nerval.
De cara al futuro, Luis Alberto de Cuenca ha asegurado que este premio no alterará su ritmo ni su enfoque. Su intención es clara: "Voy a seguir escribiendo hasta el último día". No obstante, ha reiterado que no se dejará llevar por la prisa ni por las presiones externas, ya que la inspiración seguirá siendo su única brújula.
Su compromiso no es con la productividad, sino con la autenticidad de un arte que llega "cuando viene desde arriba, o de muy lejos, o de no sé dónde, pero de una parte que me ennoblece y me hace mejor". Mientras esa magia siga visitándole, los lectores podrán seguir disfrutando de una poesía que da voz a lo universal y convierte el lenguaje en pura emoción.