SOCIEDAD
Actualizado 28/10/2025 09:48:03
Toni Sánchez

La salmantina Silvia García relata su lucha contra un linfoma agresivo que superó gracias a la terapia CAR-T en el Hospital de Salamanca. Su tratamiento, pionero en España, estuvo a punto de ser cancelado por la pandemia de COVID-19, convirtiéndose en una decisión a vida o muerte que finalmente le otorgó una segunda oportunidad.

Un linfoma no Hodgkin de crecimiento rápido puso en jaque la vida de Silvia García en 2019. Tras el fracaso de la quimioterapia convencional, esta salmantina se convirtió en una de las primeras pacientes en recibir la innovadora terapia CAR-T en el Hospital de Salamanca, un proceso que la pandemia de COVID-19 convirtió en una decisión a vida o muerte y que, finalmente, le ha brindado una nueva oportunidad.

Todo comenzó con síntomas que parecían inconexos: taquicardias después de comer, el rostro hinchado por las mañanas y un dolor persistente en la espalda. Silvia, entonces recepcionista de hotel y madre de una niña de tres años, también asoció unas pequeñas venas en su pecho a un golpe fortuito. Sin embargo, la insistencia de su familia y compañeros la llevó a urgencias una medianoche de sábado, donde un TAC desveló un diagnóstico inesperado: un linfoma no Hodgkin de tipo B, de crecimiento rápido, con un tamaño de 13 por 10 centímetros. "Una patata muy grande", como ella misma lo describe, alojada en su mediastino y rodeada de líquido.

El impacto fue inmediato y desconcertante. "No había oído nunca la palabra linfoma ni sabía de qué se trataba", confiesa Silvia. A partir de ese momento, comenzó una larga travesía médica marcada por la incertidumbre y la lucha contra una enfermedad agresiva.

El primer paso fue un tratamiento intensivo de quimioterapia. Se le pautaron seis ciclos que requerían una semana de ingreso hospitalario cada vez para recibir la medicación de forma continua durante 24 horas. Inicialmente, el tratamiento funcionó y el tumor se redujo a un solo centímetro, abriendo una puerta a la esperanza.

Un camino de incertidumbre: de la quimioterapia a la resistencia

La esperanza, sin embargo, fue efímera. Tras un descanso de dos meses, entre noviembre de 2019 y enero de 2020, las pruebas revelaron que el linfoma había vuelto a crecer hasta los cinco centímetros. Se pautó una nueva línea de tratamiento con dos ciclos más de quimioterapia, pero la confianza de Silvia se había desvanecido. "Mi pensamiento era: si me han dado seis sesiones y no ha desaparecido, ¿por qué ahora con dos va a desaparecer?", recuerda.

Sus temores se confirmaron. El linfoma se había vuelto resistente a la quimioterapia convencional, agotando las opciones de tratamiento estándar. Fue entonces cuando los hematólogos del Hospital de Salamanca le propusieron una alternativa innovadora y entonces muy novedosa en España: la terapia CAR-T.

¿Qué es la terapia CAR-T? La ciencia detrás de la esperanza

La terapia con células CAR-T (receptor de antígeno quimérico) es un tipo de inmunoterapia avanzada que utiliza el propio sistema inmunitario del paciente para combatir el cáncer. El proceso consiste en extraer un tipo de células de defensa, los linfocitos T, de la sangre del paciente.

Estas células se envían a un laboratorio donde son modificadas genéticamente para que expresen en su superficie un receptor (el CAR) capaz de reconocer y unirse específicamente a las células cancerosas. Una vez reprogramadas, estas células "cazadoras" se multiplican y se vuelven a infundir en el paciente. En aquel momento, el proceso requería enviar las células a Estados Unidos para su modificación.

  • Extracción: Se extraen los linfocitos T del paciente mediante un proceso similar a una donación de sangre que dura varias horas.
  • Modificación: En el laboratorio, se introduce el gen del receptor CAR en las células T.
  • Expansión: Las células CAR-T modificadas se cultivan y multiplican hasta alcanzar millones.
  • Infusión: Las células se devuelven al paciente por vía intravenosa, listas para identificar y destruir el tumor.

Hoy en día, este proceso ya se realiza íntegramente en España, pero para Silvia supuso un complejo viaje transatlántico para sus células.

Una pandemia mundial y un tratamiento en vilo

Tras someterse al complejo proceso de extracción de sus linfocitos, el tratamiento de Silvia quedó programado para abril de 2020. Pero entonces, el mundo se detuvo. La pandemia de COVID-19 irrumpió, obligando a cancelar todas las citas y procedimientos no urgentes. Sus células modificadas estaban en Estados Unidos y la amenaza del cierre de fronteras añadía una capa más de angustia.

"Me llamó la hematóloga y me dijo que había que cancelar el tratamiento", explica. El riesgo era demasiado alto, ya que uno de los efectos secundarios de la terapia CAR-T puede generar síntomas similares a los del COVID y a menudo requiere ingreso en la UCI, una unidad completamente colapsada en esos momentos. La advertencia de su hematóloga fue directa, y la propia Silvia era consciente del riesgo extremo: "Yo lo tenía muy claro, si me entraba el COVID con ese tratamiento, me muero seguro".

Durante el confinamiento, Silvia recibió una terapia puente con inmunoterapia para mantener la enfermedad controlada. Finalmente, en mayo, llegó la llamada que lo cambió todo: el hospital había recibido permiso para reanudar los tratamientos CAR-T. Silvia fue la primera paciente en recibirlo tras el parón.

"No me quedaba otra, o eso o no había otra solución"

La decisión, aunque arriesgada, era la única viable. "No me quedaba otra opción. O eso o no había otra solución", afirma, resumiendo la encrucijada a la que se enfrentaba. El proceso supuso un desafío emocional y físico extremo. Silvia tuvo que despedirse de su marido y su hija en la puerta del hospital para enfrentarse sola a un aislamiento de casi cuatro semanas en una unidad especial. "Salí de un confinamiento y me metí en otro, fue muy divertido aquello", comenta con ironía.

El 1 de junio de 2020, con 40 años, se convirtió en la paciente número 15 en recibir la terapia CAR-T en Salamanca. El día de la infusión, rodeada de una gran expectación por parte del personal médico, le introdujeron por vía intravenosa la pequeña bolsa con sus células modificadas. "Es una bolsita que huele mucho a berberecho", recuerda.

El tratamiento conllevó efectos secundarios, como fiebres muy altas, que son la señal de que las células modificadas están luchando contra el linfoma. Además, para prevenir posibles daños neurológicos, tuvo que someterse a pruebas diarias, como escribir una frase o contar hacia atrás desde cien. Afortunadamente, no necesitó ser trasladada a la UCI y superó la fase crítica con éxito.

Remisión completa y los retos del día a día

La mejor noticia llegó con el primer PET de control tras el alta: no había rastro de células malignas. Había alcanzado la remisión completa. Sin embargo, la victoria sobre el cáncer ha dejado secuelas. "Este tratamiento lo que más perjudica es al sistema inmune", señala Silvia. Su cuerpo ha dejado de generar suficientes anticuerpos (inmunoglobulinas), lo que la hace vulnerable a todo tipo de infecciones.

Esta situación la obliga a mantener revisiones cada tres meses, en lugar de los seis que le corresponderían. "Me cojo todo tipo de infecciones", admite. A pesar de ello, el tratamiento funcionó. La terapia CAR-T, que hoy se está expandiendo a otros tipos de cáncer, le ha dado a Silvia una segunda oportunidad para seguir adelante y ver crecer a su hija.

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