Hace exactamente un año y unos días ocurrió la terrible tragedia a consecuencia de la DANA que afectó sobre todo a Valencia y provincia. Toda España ha seguido con cercanía y solidaridad las múltiples pérdidas de vidas humanas, viviendas, e infraestructuras destrozadas y la paulatina recuperación de los numerosos daños.
Pero, como, en ninguna otra ocasión, la información de la tragedia de la Comunidad valenciana se ha expresado de un modo tan insano e inútil, sobre todo después de las primeras noticias próximas a los hechos trágicos, que merece la pena describir aquí este fenómeno supuestamente informativo, que ha durado todo un año y que ha sido dañino para la población que lo ha recibido. Mi hipótesis es que durante todo este año transcurrido ha habido una inútil información sobredimensionada, que, quizás inconscientemente ha querido expresar lo opuesto al grave problema que el día de la DANA hubo: la falta de información necesaria a la población; esa vital información que tuvo que haberse realizado por las instituciones responsables de dar consignas de actuación, previas al comienzo de los fenómenos atmosféricos anunciados y conocidos por los metereólogos. Esa información que podría haber evitado conductas de grave riesgo en esas circunstancias.
La ausencia del Presidente de la Generalitat Valenciana durante toda la tarde en la que se produjo la catástrofe y cómo esta ausencia paralizó actuaciones y avisos de emergencia durante todas esas horas, ha sido el tema central y obsesivo de repetición de la TVE durante todo el año, día a día, telediario a telediario, desde que ocurrió la tragedia. Cientos de horas de emisión de “noticias” sobre un doloroso acontecimiento que sucedió hace un año han llenado los espacios informativos, como si aquella ausencia del Presidente, en la tarde de la tragedia, hubiera que repetirla hasta que el Sr. Mazón “cambiara su actitud cerrada a toda información sobre sí mismo” y explicara su conducta. Como si los responsables informativos de TVE no supieran que los seres humanos no cambiamos y menos cuando se juegan tantos intereses políticos y económicos por medio.
El televidente español ha tenido que ser testigo pasivo de esa repetición obsesiva de un problema cuya solución no llegaba: el de la ausencia del President que aumentó la gravedad de lo sucedido con su “desaparición”; una repetición que solo hacía que subrayar, sin quererlo, el sentimiento de impotencia frente a fuerzas a las que no podemos apenas modificar, como los fenómenos de la Naturaleza y la naturaleza humana casi imposible de cambiar en sus ambiciones y en sus actitudes pasivas.