Repasa su carrera forjada "a fuego lento" y su actual momento de éxito con estrenos en cine, televisión y teatro, al tiempo que reflexiona sobre la fama, la importancia de la formación y la necesidad de mantener los pies en la tierra, advirtiendo que "creerse demasiado el éxito puede ser el inicio de la decadencia".
Raúl Prieto creció y estudió en Salamanca, donde regresa siempre que puede para visitar a sus padres, que viven en la zona del paseo de la Estación. Es uno de esos actores cuya carrera se ha construido lejos de los focos efímeros y los éxitos fugaces, cimentada sobre la base del trabajo constante, la formación rigurosa y una paciencia que él mismo define como una cocción “a fuego lento”.
Aunque su rostro se ha vuelto familiar para el gran público gracias a series de éxito como 'Antidisturbios', su trayectoria es un maratón de fondo que abarca teatro, cine y televisión, y que actualmente lo sitúa en un momento de plena efervescencia creativa. Se le puede ver en las películas 'Parecido a un asesinato', junto a Eduardo Noriega y Blanca Suárez, y 'Muy lejos', con Mario Casas, además de en la serie juvenil 'Mar afuera'. Un presente intenso que se proyecta hacia un futuro inmediato con el estreno de la obra 'El entusiasmo' en el Teatro María Guerrero de Madrid.
Pocos saben que detrás del intérprete consolidado se esconde un licenciado en Periodismo que tuvo que madurar su verdadera vocación. La primera llamada de la interpretación llegó muy pronto, durante una obra escolar. “No sé exactamente cuántos años tenía, 6 o 7, recuerdo que subimos al escenario y tuve unas sensaciones extrañas de decir, oye, ¿y esto esto qué es? Me sedujo y esa esa imagen se me ha ido nunca”, ha confesado a SALAMANCA AL DÍA. Aquella semilla, sin embargo, tardaría en germinar. Al llegar a los 18 años, la idea de dedicarse al arte dramático fue recibida con cautela en casa. “Mis padres siempre me han apoyado en todas mis decisiones, pero, lógicamente, en ese momento mostraron sus dudas”, ha explicado. El consejo fue claro: primero, una carrera “de provecho”.
Así llegó el Periodismo, una etapa que completó íntegramente mientras alimentaba su verdadera pasión en el grupo de teatro de la UPSA. Fue al finalizar sus estudios cuando la decisión se volvió inamovible. “Hubo un momento que dije, bueno, ya está, ya he probado bastantes cosas y puedo intentar lo que realmente me apetece. Así que la decisión adulta realmente llegó bastante tarde”, ha recordado. Con el título bajo el brazo, se matriculó en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid, convencido de que el talento sin formación tiene un recorrido limitado. “Siempre he pensado que para hacer cualquier profesión, hay que formarse primero”, ha afirmado con rotundidad.
Sus primeros pasos profesionales los ha dado en el Centro Dramático Nacional, con papeles pequeños que fueron el inicio de un ascenso paulatino. Raúl Prieto es consciente de que su camino no ha sido meteórico, sino el resultado de la perseverancia. Una parte ineludible de ese camino son los castings, un peaje que, según él, nunca desaparece. “Por muy conocido que seas, a no ser que seas una estrella de primera línea, y aún así he visto a bastantes profesionales haciendo pruebas también. Es una cosa que nos persigue durante toda nuestra vida profesional”, ha detallado, normalizando un proceso que para muchos es la cara más dura del oficio.
Esa constancia le ha permitido moverse con soltura entre el teatro, el cine y la televisión, tres medios que ama por igual y a los que no querría renunciar. Sin embargo, siente una conexión especial con las tablas. “Siempre me he formado especialmente en teatro, he hecho mucho teatro. Hay algo en él muy de raíz de la interpretación y por eso me gusta volver siempre a él, es como regresar a casa”, ha señalado. De su extensa carrera teatral, guarda un recuerdo especial para 'Misántropo' de Molière, una obra que considera “redonda”. En televisión, uno de sus mayores orgullos es haber participado en 'Antidisturbios', una serie que, en sus palabras, “alcanza cotas bastante elevadas” de calidad.
Actualmente, la agenda de Raúl Prieto refleja esa versatilidad. El público puede disfrutar de su trabajo en la gran pantalla con dos estrenos recientes: 'Parecido a un asesinato', un thriller donde comparte elenco con Eduardo Noriega y Blanca Suárez, y 'Muy lejos', una película dirigida por Gerard Oms en la que trabaja junto a Mario Casas y David Verdaguer. En el formato de series, forma parte del reparto de 'Mar afuera', disponible en Atresplayer y Disney+. Pero su actividad no se detiene ahí. En estos momentos se encuentra en pleno proceso de ensayos de la obra 'El entusiasmo', con texto y dirección de Pablo Remón, que se estrenará el próximo 7 de noviembre en el prestigioso Teatro María Guerrero de Madrid. Además, tiene pendiente de estreno la película 'Morir no siempre sale bien', de la directora Claudia Pinto, lo que augura un próximo año igualmente intenso.
Con una trayectoria tan sólida, Prieto, ha aprendido a relativizar los aspectos más deslumbrantes de su trabajo. La popularidad, por ejemplo, la vive como “una consecuencia”, no como un fin. Afortunadamente, su experiencia ha sido siempre positiva. “El nivel de popularidad que yo experimento es bastante amable. En ningún momento me he sentido en una situación desagradable”, ha asegurado, agradecido por el reconocimiento respetuoso del público.
Con los premios mantiene una relación similar: los recibe como un impulso momentáneo, pero es consciente de su fugacidad. En 2011 ganó un Premio Max de Teatro como Mejor Actor de Reparto por su trabajo en la obra 'La función por hacer', y en 2024 recibía el premio al Mejor actor de reparto de teatro de texto en los Premios Talía, que organiza la Academia de las Artes Escénicas de España (AAEE), y el premio Mejor actor en los Premios Pávez. “Es un subidón de adrenalina, el ego se te infla un poco... pero luego llega un momento en el que también el efecto del premio se pasa enseguida. No es garantía de nada, ni significa que te van a seguir contratando”, ha reflexionado con una madurez admirable, añadiendo que “en el momento que uno se lo crea demasiado, a lo mejor ahí empieza la decadencia”.
También ha hablado con franqueza sobre la inestabilidad inherente a la interpretación, con épocas de sequía que se alternan con momentos en los que se solapan los proyectos. Una dinámica laboral habitual en este sector, de manera que “hoy tienes trabajo, pero mañana no sabes”, ha resumido. Sin embargo, afronta esta incertidumbre con una calma particular. “Tengo como una extraña confianza de que me van a terminar llamando”, ha confesado. Mientras espera, su máxima es clara: “Cuando tengo un trabajo, por pequeño que sea, intento hacerlo lo mejor posible para dejar huella”.
A sus 49 años, ha visto cómo los papeles que le ofrecen han evolucionado con él, un proceso que asume con naturalidad. Para mantener los pies en la tierra, necesita desconectar, rodearse de amigos ajenos al mundo artístico y hablar de otras cosas. “Perderte solo en lo tuyo me parece un poco pobre”, ha afirmado.
Y en esa necesidad de desconexión, Salamanca juega un papel fundamental. Aunque reside en Madrid, sus raíces y su familia están aquí, en la zona del paseo de la Estación. Sus visitas son constantes. “Voy muchas veces a verlos, tengo muy buena relación con ellos y les necesito. Así que en Salamanca, estoy cada dos por tres”, ha concluido. Es su ancla, el lugar al que siempre vuelve este actor que, a base de talento y trabajo silencioso, se ha ganado un lugar de honor en la escena española.
Imágenes de las series 4 estrellas, Antidisturbios y Mar afuera, y de la obra Misántropo. Fotos de Movistar+, Atresplayer y el Teatro Kamikaze