OPINIóN
Actualizado 08/11/2025 09:21:04
Francisco Aguadero

En estos tiempos de emergencia climática el concepto de “Marcha Verde” bien podría aplicarse a la Conferencia de Naciones Unidas (ONU) sobre el clima, la COP30, que se celebra en Belém, Brasil, del 6 al 21 de noviembre de 2025 (la inauguración oficial se hace el lunes día 10) y en la que se reúnen líderes mundiales, científicos y organizaciones, para analizar, debatir y acelerar la acción contra el cambio climático.

Pero no es así, lo que conocemos como Marcha Verde es la invasión y posterior ocupación militar marroquí, iniciada el 6 de noviembre de 1975, sobre la entonces provincia española del Sahara, en el norte de África y de la cual se cumplen ahora 50 años.

Muchos ciudadanos se preguntarán cómo llegó y qué hacia España en el Sahara Occidental. Al respecto hay que decir que España fue una de las 13 naciones europeas (más Estados Unidos) firmantes del Acta General de la Conferencia de Berlín (1884-1885) que sentó las bases para la división y el reparto del continente africano entre las potencias europeas. El objetivo de la Conferencia de Berlín fue establecer las reglas para la colonización de África, imponiendo normas que evitaran conflictos como el principio de ocupación efectiva y garantizando la libertad de comercio en ciertas áreas como Níger y la cuenca del Congo.

La presencia de España en la citada Conferencia fue poco menos que testimonial. España estaba agotada viviendo la pérdida de los últimos territorios de ultramar y esta debilidad fue aprovechada por las demás naciones para asignarle los territorios africanos de menor interés. Hay que tener en cuenta que “Sahara” proviene del árabe y significa “desierto”, con lo que, cuando decimos “desierto del Sahara” estamos cometiendo una redundancia. Para el caso que nos ocupa, a los españoles nos asignaron un desierto.

Como consecuencia de esa Conferencia, España se hizo cargo del Sahara Occidental a partir de finales del siglo XIX. En 1958 se le nominó como “provincia del Sahara” y en 1961 se convirtió oficialmente en una provincia española más, hasta que España se retiró del territorio en 1975 tras la Marcha Verde y el completo abandono en febrero de 1976 en cumplimiento de los Acuerdos de Madrid, sin que se hubiera dado el referéndum de autodeterminación previsto.

Pero ¿por qué el rey alauita de marruecos, Hasán II, quiso llamar a aquella invasión “Marcha Verde”? El nombre respondía a una movilización masiva de la población civil hacia el territorio administrado por España. Una marcha en apariencia pacífica, tomando como referencia el color verde del islam, la fe y la legitimidad religiosa. Si bien, el colorido predominante de aquella marcha era el rojo que, paradójicamente, simboliza la fuerza, el coraje y la unidad, acompañado de retratos del Rey y ejemplares del Corán.

Una movilización civil montada sobre una falsedad. El 16 de octubre de 1975, el Tribunal Internacional de La Haya negó que Marruecos tuviera algún vínculo jurídico ni de soberanía territorial sobre el Sahara Occidental, todo un revés para las pretensiones marroquíes. A las pocas horas, Hasán II, que necesitaba desviar la atención de los asuntos internos, incluidos intentos de golpe de Estado, se dirigió a su país para anunciar una acción singular, la Marcha Verde, para recuperar un “territorio histórico”, según él.

La decisión de convocar la Marcha Verde llegó en un momento clave, dadas las circunstancias en que vivía España, con Franco en sus últimos días y el príncipe Juan Carlos en período de interinidad de la jefatura del Estado. Más de 350.000 civiles marroquíes fueron reclutados en pueblos y aldeas, entre las capas más pobres y humildes de la sociedad marroquí, para ser lanzados contra la frontera norte del Sahara Occidental y hacía los fotógrafos y cámaras que cubrían tan inédito acontecimiento.

El mensaje de la Marcha, bien orquestado, era que no se trataba de una reivindicación militar con un ejército invadiendo un territorio, ni geoestratégica; sino, un movimiento religioso y popular promovido por una causa espiritual. En realidad, la Marcha Verde estaba escoltada y protegida por unidades del ejército marroquí, pero el gran protagonismo recaía en la multitud congregada, el pueblo marroquí. Si el ejército español disparaba, mataría a civiles y esto conmovería a la opinión pública mundial. La operación era, sobre todo, una trampa moral y estratégica que dejaba a España con las manos atadas.

Ante tal situación creada por la Marcha Verde, se imponía la vía de la política, puesto que la diplomacia había fracasado. Para unos, fue una Marcha Roja, por el colorido ya comentado; para otros, fue una Marcha Negra, por la oscuridad del polvo del desierto y los pactos. Las negociaciones y los acuerdos secretos alcanzados, incluidos los Acuerdos de Madrid del 14 de noviembre de 1975, hicieron que España cediera el territorio del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania. El príncipe Juan Carlos, a espaldas del ejército y de la opinión pública española, acordó con Hassan II y Estados Unidos que España no lucharía militarmente por el Sahara, facilitando así la salida pacífica del territorio a cambio del apoyo americano para su coronación como Rey.

Acuerdos y decisiones inducidos por la Marcha Verde, que se tomaron sin tener en consideración el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui significado por la ONU. Sintiéndose traicionados por España, los saharauis se vieron obligados a continuar su lucha armada hasta 1991 en que Marruecos y el Frente Polisario llegaron a un acuerdo de alto el fuego avalado por la ONU, que incluía el despliegue de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (Minurso) supervisando el fin de las hostilidades y organizar el referéndum de autodeterminación del territorio. Mas, las sucesivas y continuas trabas de Marruecos han impedido que tal consulta se realizara.

Después de 50 años de la Marcha Verde, una guerra de baja intensidad trata de dar otro zarpazo al Sahara. Ahora es la administración de Donald Trump la que está haciendo todo lo posible para otorgar a Marruecos una soberanía del territorio sahariano, que ya controla de hecho en el 80 %. La adopción de la propuesta de autonomía que hace Marruecos para el Sahara, como base para las negociaciones, supone un revés para el Frente Polisario, aunque las gestiones de Trump en la ONU no han logrado su principal objetivo. La resolución 2797 (2025) del Consejo de Seguridad no cambia el marco jurídico vigente. La ONU no ha reconocido la soberanía de Marruecos sobre el territorio saharaui y sigue defendiendo el referéndum de autodeterminación y el derecho inalienable del pueblo saharaui a decidir su futuro.

Atrás queda el sufrimiento el pueblo saharaui en la guerra, los campos de refugiados, la diáspora de la población, entre otros muchos. Queda el recuerdo de aquellos tiempos y ciudades como El Aaiún, donde se refleja la huella española con la primera casa construida en 1934, la primera tienda abierta en 1940 o la red de Alcantarillado V. Cisneros. Ellos, los saharauis, conservan nuestra lengua y nosotros la sonrisa de aquellos niños que durante años han venido en acogidas temporales por familias españolas.

Les dejo con Amistades Peligrosas y La larga espera:

https://www.youtube.com/watch?v=GbvlOUw23Pw

Aguadero @acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 7 de noviembre de 2025

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