CULTURA
Actualizado 29/10/2025 12:44:12
César García

A pesar de su vibrante actividad y su saneada economía, la entidad afronta el desafío urgente del relevo generacional.

A sus 87 años y con una energía que él mismo califica de “frenética”, Pedro Méndez ha iniciado un nuevo mandato al frente del Casino de Salamanca. Su reelección, a finales del pasado mes de septiembre, se ha producido sin oposición. “Sigo al frente porque no se ha presentado nadie...”, ha comentado con una mezcla de resignación y compromiso. Al frente de una de las instituciones más emblemáticas de la ciudad, ubicada en el histórico Palacio de Figueroa, Méndez afronta la vitalidad cultural de la entidad con el gran desafío de fondo: la necesidad de un relevo generacional que garantice su futuro.

Lejos de una presidencia honorífica, su implicación es total. “Vengo todos los días, todas las mañanas, dos o tres horas”, ha asegurado. Esta dedicación es imprescindible para gestionar un volumen de actividad asombroso. “El año pasado tuvimos 287 eventos culturales. Y este año vamos a tener más”, ha detallado. El Casino se ha consolidado como un motor cultural de primer orden en Salamanca, con una programación que abarca desde la música clásica hasta el jazz, pasando por conferencias, ciclos de cine, tertulias, presentaciones de libros y exposiciones.

Una de las claves de su éxito y reconocimiento, que le valió la Medalla de Oro de la Ciudad, es su política de puertas abiertas. “Aquí todo el mundo entra gratis a los actos culturales”, ha subrayado Méndez. Esta apertura no solo se dirige a los salmantinos, sino que es una obligación estatutaria. La música clásica es uno de los pilares, con 50 o 60 conciertos anuales, nutriéndose del talento de los dos conservatorios de la ciudad. “Los alumnos vienen aquí encantados, disfrutan como locos. Y además son magníficamente acogidos”, ha explicado.

Una economía saneada y sin ánimo de lucro

Mantener un edificio histórico y una programación tan intensa plantea una pregunta evidente: ¿cómo se financia el Casino? Pedro Méndez ha aclarado que la viabilidad se sostiene sobre dos pilares. El primero es la cuota de los socios, que ha calificado como “muy barata, de las más baratas de España”. Son 30 euros mensuales por persona o 45 por matrimonio. El segundo, y fundamental, es un contrato con la empresa de restauración El Bardo, que gestiona la celebración de bodas, banquetes y graduaciones en el patio y la primera planta, aportando una renta mensual fija.

Con estos ingresos, la salud financiera de la institución es excelente. “El Casino va fenomenal, no tenemos problema ninguno”, ha afirmado con rotundidad. Méndez ha recordado la naturaleza de la entidad: “Es una asociación de interés cultural sin ánimo de lucro. O sea, nosotros no queremos obtener ganancias, lo que queremos es tener unos ingresos que nos permitan mantener abierto el Casino”.

Objetivo: seguir creciendo

Con 766 socios, el Casino de Salamanca ha puesto en marcha iniciativas para atraer a un público más joven, como una campaña para captar familias con niños pequeños, ofreciendo animadores los fines de semana para que los padres puedan disfrutar del espacio. Sin embargo, los resultados son todavía tímidos. Ni siquiera las exitosas fiestas para gente a partir de 40 años o los conciertos a la luz de las velas, que atraen a multitudes de jóvenes, se traducen en un aumento significativo de socios. “Se han hecho socios de esta gente que viene a la fiesta joven, pero seis o siete nada más”, ha lamentado.

A pesar de todo, Méndez entiende las dificultades. “Para la gente joven, venir a jugar aquí al Mus no es nada atractivo”, ha admitido, contrastando esta realidad con la de la época dorada del Casino, entre los años 60 y 75, cuando era el epicentro de la vida social salmantina antes de la llegada de las discotecas.

Un palacio vivo que no cierra nunca

El Casino de Salamanca, que es propietario del Palacio de Figueroa desde 1919, no ha cerrado sus puertas “nunca, nada más que con la pandemia”. Su actividad es incesante, compaginando los eventos culturales propios con los banquetes de la empresa concesionaria y la vida diaria de los socios, que acuden a las salas de juego para sus partidas de billar, dominó o hand remy.

Además, la programación se completa con un cineclub que se celebra todos los viernes desde hace 20 años, con proyección y debate posterior. La relación con el resto de instituciones de la ciudad, desde el Ayuntamiento hasta las universidades o el regimiento de ingenieros, es “maravillosa”. Eso sí, manteniendo una regla de oro: “Aquí todo lo que huele a política, no lo queremos. Es una entidad apartidista”.

Con el apoyo de su familia, Pedro Méndez sigue al timón, pero con la vista puesta en el futuro. “A mí me hubiera gustado que hubiera venido gente ya más joven, porque hay que hacer un relevo”, ha confesado. Aunque no se presentó nadie más a las elecciones, su intención no es perpetuarse en el cargo. “Voy a procurar dentro de poco buscar a alguien que venga”, ha concluido, dejando claro que su principal misión ahora es asegurar que el corazón de este palacio histórico siga latiendo durante muchas generaciones más.

Foto de Toni Sánchez

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