PROVINCIA
Actualizado 07/11/2025 15:22:41
Toni Sánchez

Desde la Sierra de Francia hasta la frontera con Portugal, un recorrido por las joyas patrimoniales que definen la identidad de la provincia.

La provincia de Salamanca atesora una de las mayores concentraciones de villas con protección patrimonial de España. Este recorrido por sus quince conjuntos históricos declarados ofrece un mosaico de arquitectura, tradiciones y paisajes que se extiende desde las sierras del sur hasta las llanuras y la frontera con Portugal, demostrando una riqueza que complementa a la capital, declarada Patrimonio de la Humanidad.

No es casualidad que la mayor densidad de estos tesoros se encuentre en el sur provincial. La Sierra de Francia, gracias a su aislamiento histórico y al esfuerzo de sus habitantes por conservar su legado, alberga seis de estas localidades: La Alberca, Mogarraz, Miranda del Castañar, Sequeros, San Martín del Castañar y Villanueva del Conde. Cada una de ellas representa un ejemplo excepcional de arquitectura tradicional serrana.

Siguiendo hacia el este, en el entorno de la Sierra de Béjar y próximos a la histórica Vía de la Plata, se localizan otros cuatro municipios que han sabido integrar su historia en la vida cotidiana. Se trata de Béjar, Candelario, Montemayor del Río y Puente del Congosto, enclaves que conservan imponentes vestigios de su pasado defensivo y comercial.

El recorrido se completa con las villas que marcaron la historia en otros puntos estratégicos de la provincia. El espacio simbólico de la frontera con Portugal aparece representado por la monumental Ciudad Rodrigo y por San Felices de los Gallegos. Mientras, las tierras del llano se ennoblecen con los conjuntos de Ledesma, Peñaranda de Bracamonte y Alba de Tormes, cada uno con una personalidad única y un patrimonio de incalculable valor.

Alba de Tormes

A menos de veinte kilómetros de la capital salmantina, Alba de Tormes se erige como un enclave fundamental en la historia y la cultura de la provincia. Declarada Conjunto Histórico Artístico, la villa posee una doble alma que define su carácter: por un lado, es la cuna de uno de los linajes más ilustres de la nobleza española, la Casa de Alba, cuya influencia atrajo a figuras de la talla de Lope de Vega o Garcilaso de la Vega; por otro, es el epicentro de la espiritualidad teresiana, al ser el lugar donde falleció Santa Teresa de Jesús en 1582. Esta dualidad convierte a la localidad en un destino que combina el poder aristocrático con una profunda devoción religiosa, atrayendo tanto a amantes de la historia como a miles de peregrinos cada año.

El recorrido por sus calles es un viaje a través de estos dos legados. La visita puede comenzar en el imponente castillo ducal, símbolo del poder de los Alba, para después descender por un entramado de conventos e iglesias hasta el Convento de la Anunciación, donde se custodian las valiosas reliquias de la santa y se puede visitar el anexo Museo Carmelitano Carmus. El itinerario confluye en la animada plaza Mayor, centro neurálgico de la vida local, y culmina en el parque de El Espolón, un mirador natural sobre el río Tormes que desvela los orígenes estratégicos de la villa y ofrece una panorámica inmejorable de su fértil vega.

La Alberca

La Alberca, enclavada en el corazón de la Sierra de Francia, ostenta el reconocimiento de ser el primer pueblo español declarado Conjunto Histórico en 1940. Su identidad se define por una arquitectura tradicional de entramado serrano, con casas que conservan inscripciones y escudos de herencia medieval. Esta atmósfera histórica no es un mero decorado, sino que cobra vida a través de tradiciones ancestrales que perduran en el día a día, como el canto nocturno de la Moza de ánimas al son de su esquila o la singular presencia del marrano de San Antón, que deambula libremente por sus calles empedradas en torno a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.

Más allá de su encanto cotidiano, el calendario festivo de la localidad ofrece una inmersión cultural única, destacando celebraciones como el auto sacramental de La Loa en agosto, el Corpus o el Día del Trago. Estos eventos son el escaparate de una rica tradición etnográfica, visible en la extraordinaria indumentaria y joyería que lucen sus gentes. El atractivo de La Alberca se complementa con un entorno natural privilegiado, protegido por la Peña de Francia y con acceso al místico valle de Las Batuecas, un paraje de robles, ermitas y un monasterio que invita al recogimiento y que ha dado origen al dicho popular de “estar en Las Batuecas”.

Béjar

Béjar se erige como un baluarte histórico y natural en la provincia de Salamanca, donde su pasado medieval y su esplendor industrial convergen en un mismo paisaje. Protegida por una robusta muralla y marcada por la singular tradición de los Hombres de Musgo, la ciudad, declarada Conjunto Histórico, despliega un casco antiguo que invita a recorrer sus plazas y a descubrir joyas arquitectónicas como el Palacio de los Duques de Béjar o sus iglesias románicas. Este legado se complementa con una rica oferta cultural que incluye el Museo Judío David Melul y el del escultor Mateo Hernández, testimonios de la profunda huella histórica y artística que define a la villa.

Más allá de su núcleo urbano, el entorno de Béjar ofrece una inmersión completa en la naturaleza y el ocio, con la Sierra de Béjar-La Covatilla como principal reclamo para los amantes de los deportes de montaña y el esquí. Espacios de gran belleza como el jardín renacentista de El Bosque o el paraje de El Castañar proporcionan un contrapunto sereno al bullicio de la historia. A esta oferta se suman curiosidades como la plaza de toros "La Ancianita", considerada una de las más antiguas de España, y la ruta de las fábricas textiles, que permite comprender por qué Béjar fue un referente industrial y un motor económico de la comarca durante siglos.

Candelario

La arquitectura popular de Candelario, declarado Conjunto Histórico, es el resultado directo de la adaptación de sus gentes al riguroso clima de la sierra y a su tradicional cultura chacinera. Su fisonomía urbana es única, con empinadas calles recorridas por las características 'regaderas' —canales por donde fluye el agua de neveros y manantiales— y flanqueadas por las singulares casas-fábrica. Un elemento distintivo de estas viviendas es la 'batipuerta', un medio portón de madera diseñado ingeniosamente para proteger el interior tanto de la nieve como de la entrada de animales, reflejando una forma de vida intrínsecamente ligada a su entorno.

Esta histórica tradición chacinera, que se remonta a siglos atrás cuando sus apreciados productos llegaban a lomos de caballerías hasta la corte, ha dejado una profunda huella cultural, siendo el origen de la famosa expresión "atar los perros con longaniza" como símbolo de abundancia. La estructura interna de la casa-fábrica, con su sala de matanza y un amplio 'sobrao' para el curado de los embutidos, puede conocerse hoy en día a través de visitas al Museo de la Casa Chacinera. El atractivo de la villa se complementa con un rico entorno natural que ofrece múltiples actividades al aire libre, como senderismo, esquí o rutas a caballo.

Ciudad Rodrigo

Ciudad Rodrigo, declarada Conjunto Histórico, se erige como una ciudad-fortaleza de gran relevancia histórica, especialmente por su papel crucial como "Estrella y Vigía del poniente" durante la Guerra de la Independencia. Su identidad está marcada por un imponente sistema de murallas que conservan vestigios romanos, medievales y un complejo abaluartado del siglo XVIII. El legado monumental de la ciudad es excepcional, abarcando desde el Castillo de Enrique II de Trastámara, hoy Parador de Turismo, hasta la majestuosa Catedral de Santa María, junto a una notable concentración de palacios y casas solariegas como el de Los Águila o el del Marqués de Cerralbo.

El corazón de la vida social mirobrigense late en su plaza central y el Ayuntamiento, escenarios principales de su célebre Carnaval, reconocido como Fiesta de Interés Turístico Nacional. Este vibrante pulso cultural se complementa con una rica oferta gastronómica anclada en los productos de la dehesa, como los embutidos y las carnes. La identidad culinaria local encuentra su máxima expresión en los huevos con farinato, considerado el plato más representativo y genuino de la ciudad.

Ledesma

Ledesma, declarada Conjunto Histórico, se presenta como un enclave estratégico y cultural en el norte de la provincia de Salamanca, erigida sobre un promontorio rocoso modelado por el río Tormes. Su ubicación, fronteriza con la comarca zamorana de Sayago, le confiere una identidad singular, compartiendo con esta un paisaje dominado por la dehesa de encinas y robles que anticipa la orografía del cercano Parque Natural de Las Arribes del Duero. La profunda herencia histórica de la villa se manifiesta en vestigios que abarcan desde la prehistoria, con un imponente menhir y un verraco, hasta su pasado como la Bletisa romana, cuyo legado más visible es el Puente Mocho.

El patrimonio monumental de la villa ofrece un recorrido completo por su historia, con la iglesia de Santa María la Mayor como principal exponente, considerada una de las obras cumbre del gótico en la provincia y sede de un museo de arte sacro. A este templo se suman otros edificios de interés como la iglesia de Santa Elena, el antiguo Hospital de San José o la Alhóndiga. Para una comprensión integral, se recomienda iniciar la visita en el Centro de Interpretación Histórica 'Bletisa'. La vitalidad cultural de Ledesma alcanza su máxima expresión en las fiestas del Corpus, famosas por sus tradicionales encierros, conocidos como los 'Espantos', momento en el que también se puede disfrutar de su gastronomía local, como las célebres rosquillas.

Miranda del Castañar

Miranda del Castañar se define por su imponente estructura defensiva y su bien conservado trazado medieval. Como Conjunto Histórico enclavado en la Sierra de Francia, la villa está completamente circunvalada por una sólida muralla, de la que emergen dos hitos visuales: la torre del Homenaje de su castillo y la singular torre de las Campanas. El acceso principal a través de la puerta de San Ginés, tras pasar por la antigua plaza de armas que se transforma en coso taurino, abre paso a un recorrido por la calle Derecha, donde se concentran casonas blasonadas que evidencian su pasado nobiliario, como la del Escribano o la de los Tejeda.

Más allá de su arquitectura, el encanto de Miranda del Castañar reside en la atmósfera que evoca su pasado multicultural, con vestigios de las culturas árabe y judaica presentes en sus callejuelas y pasadizos. La experiencia se completa con paseos extramuros hacia sus fuentes y ermitas, destacando especialmente la de la Virgen de la Cuesta. Este enclave religioso es el epicentro de la vida festiva de la localidad, protagonizando las fiestas de septiembre y, de manera singular, la mágica Procesión de los Candiles, un evento de gran arraigo popular que ha sido reconocido como Fiesta de Interés Turístico Regional.

Mogarraz

Mogarraz, enclavado en la Sierra de Francia, se erige como un destacado ejemplo de conservación de la cultura y arquitectura tradicional, lo que le ha valido la declaración de Conjunto Histórico. Un recorrido por su entramado de calles revela una singular arquitectura de entramado de madera, con dinteles grabados con simbología religiosa, y permite descubrir elementos históricos como cruceros, escudos de antiguos linajes e incluso de la Inquisición. Puntos de interés clave en este paseo son la ermita del Humilladero y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, que actúan como epicentros de la vida social y espiritual de la villa.

Más allá de su riqueza patrimonial, la localidad ofrece experiencias culturales y naturales de gran valor. El evento más significativo es el Ofertorio a Nuestra Señora, celebrado en agosto, una oportunidad única para admirar la suntuosidad de las indumentarias y la joyería serrana tradicional. Para los amantes del senderismo y el arte, el Camino del Agua ofrece una ruta que conecta Mogarraz con Monforte de la Sierra, un itinerario enriquecido con seis esculturas integradas en el paisaje que permite, a su vez, disfrutar de la fauna y flora del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia.

Montemayor del Río

La localidad, declarada Conjunto Histórico, destaca por su doble vertiente patrimonial y etnográfica. Su pasado como enclave estratégico entre reinos se manifiesta hoy en un rico legado monumental, cuyo máximo exponente es su castillo medieval. Tras una profunda restauración, la fortaleza se ha reconvertido en un Centro de Interpretación del Medievo, ofreciendo desde sus alturas una visión privilegiada de su sistema defensivo y del entorno natural. El recorrido por la villa incluye también su antiguo puente sobre el río Cuerpo de Hombre, la ermita de San Antonio y una plaza principal con viviendas tradicionales.

El entorno natural, dominado por un espectacular manto de castaños, define la segunda seña de identidad del municipio. Este paisaje no solo ofrece un gran atractivo visual, especialmente en otoño, sino que también es el origen de su artesanía más representativa: la cestería de castaño. Para poner en valor este oficio tradicional, la localidad cuenta con un Centro de Interpretación del Castaño, un espacio didáctico que detalla todo el proceso, desde la preparación de las tiras de madera hasta las técnicas de elaboración de los distintos tipos de cestas, conectando así naturaleza, cultura y tradición.

Peñaranda de Bracamonte

Peñaranda de Bracamonte se erige como el principal enclave urbano de las llanuras cerealistas del este salmantino, un estatus consolidado desde el siglo XIV gracias a sus privilegios para celebrar ferias y mercados que forjaron su carácter mercantil. Declarada Conjunto Histórico, la villa atesora un valioso legado artístico, cuya figura clave es el virrey de Nápoles, Don Gaspar de Bracamonte y Guzmán. Su mecenazgo dio como fruto la fundación del convento de las Madres Carmelitas, que hoy alberga un auténtico museo de arte religioso con una destacada colección de pintura napolitana, testimonio de la conexión histórica de la villa con Italia.

En la actualidad, este legado histórico convive con una vibrante actividad cultural y tecnológica, impulsada por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y el Centro Internacional de Tecnologías Avanzadas (CITA), cuya sede fue diseñada por el prestigioso arquitecto Álvaro Siza. La experiencia del visitante se completa con un paseo por sus amplias plazas porticadas, que revelan su profunda esencia castellana, y una inmersión en su gastronomía local. La cocina peñarandina, fundamentada en los asados, tiene en el tostón su máximo y más reconocido exponente.

Puente del Congosto

Puente del Congosto se define por su valor estratégico e histórico, consolidado por su ubicación en la Cañada Real soriana como puerta de entrada a las estribaciones del Sistema Central, como las sierras de Gredos y Béjar. Su núcleo fundamental lo componen el puente medieval, erigido entre los siglos XII y XIII para salvar el congosto del río Tormes, y el castillo de finales del siglo XIV, construido por Gil González Dávila como estructura defensiva de este paso crucial. La relevancia de la villa se vio reforzada a partir del siglo XVI, cuando por voluntad del emperador Carlos V se integró en el señorío de los Duques de Alba, consolidando su papel dentro de una influyente red de dominios nobiliarios en las provincias de Ávila y Salamanca.

Este legado histórico ha configurado un paisaje de marcado carácter medieval que hoy define la identidad de la localidad. El conjunto monumental del castillo y el puente evoca el tránsito incesante de viajeros que durante siglos cruzaron el Tormes: desde monarcas y nobles hasta los grandes rebaños de la Mesta, pasando por arrieros, soldados y peregrinos. Actualmente, Puente del Congosto ofrece una experiencia de tranquilidad que permite al visitante conectar con ese pasado, recorriendo a pie o en bicicleta las mismas rutas que testimoniaron la historia y el movimiento de personas y mercancías a través de la meseta castellana.

San Felices de los Gallegos

San Felices de los Gallegos, declarado conjunto histórico en la comarca de Las Arribes, presenta una densa trayectoria marcada por su valor estratégico. Desde sus orígenes ancestrales, atestiguados por un verraco prerromano, la villa fue un enclave disputado entre las coronas de Castilla y Portugal. Esta historia de conflictos se materializa en su patrimonio, destacando el castillo y las singulares defensas abaluartadas en forma de estrella, construidas durante la Guerra de la Independencia y todavía visibles, que narran su pasado como plaza fuerte.

Un hito fundamental en su identidad es la liberación del vasallaje de la Casa de Alba en 1851, un evento que se conmemora anualmente con la Fiesta de El Noveno, célebre por la lectura de la sentencia histórica y sus festejos taurinos en una plaza única, construida con los carros de los propios vecinos. Más allá de esta tradición, el atractivo del municipio se completa con un rico legado monumental que invita al visitante a recorrer su recinto amurallado, accediendo por la Torre de las Campanas, para descubrir la iglesia parroquial y su artesonado, sus ermitas, antiguos palacios y hospitales, y museos temáticos como el del Aceite o el de la Cantería.

San Martín del Castañar

San Martín del Castañar, cuyo topónimo evoca su origen en la repoblación medieval por parte de gascones, se define por su valioso patrimonio arquitectónico, que le valió la declaración de Conjunto Histórico. Un recorrido por su casco urbano revela la esencia de la arquitectura tradicional serrana, con sus característicos entramados de madera, casas blasonadas y elementos singulares como la iglesia, que alberga un notable artesonado mudéjar. El perfil del pueblo está dominado por la espadaña del templo y la silueta de la torre del homenaje del antiguo castillo, conformando una estampa representativa de la Sierra de Francia.

El pueblo articula su oferta cultural en torno a la reconversión de sus espacios históricos. La antigua plaza de armas del castillo, que también funcionó como plaza de toros, acoge hoy el Centro de Interpretación de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia, un punto de interés fundamental. En otro de sus extremos, un entorno natural con un puente de acceso a un parque desvela un patrimonio histórico más profundo, con la presencia de lápidas romanas, vestigios de una calzada y antiguas ermitas, mostrando las diferentes capas de historia que atesora la localidad, siempre enmarcada por un entorno de frondosos bosques y huertos.

Sequeros

Sequeros, declarado Conjunto Histórico, se presenta como un municipio de una singular dualidad forjada por su historia. Su rol como capital de la Sierra de Francia en el siglo XIX le otorgó una faceta administrativa y señorial, cuyo máximo exponente es el teatro del Liceo, hoy centro cultural en honor al poeta León Felipe. Esta modernización, sin embargo, no eclipsó su profunda identidad serrana, que se manifiesta en una arquitectura tradicional excelentemente conservada, con sus características balconadas y el uso del granito. Es precisamente esta convivencia entre su alma rural y su pasado como centro de poder comarcal lo que define su urbanismo y constituye un atractivo hilo narrativo.

La exploración de esta doble realidad se facilita al visitante a través de una ruta urbana señalizada, que articula el recorrido en un itinerario principal y dos complementarios. El eje central desvela los espacios más emblemáticos, como la torre del Concejo o la plaza de Eloy Bullón, mientras que los secundarios amplían la visita a puntos de gran valor paisajístico y cultural. Uno de ellos culmina en el espectacular mirador de la Cruz, con sus vistas a la Sierra de Béjar, y el otro conduce al santuario del Robledo, un lugar clave en la historia de la comarca por ser el lugar de reposo de los personajes vinculados a la aparición de la Virgen de la Peña de Francia.

Villanueva del Conde

Villanueva del Conde, uno de los municipios de la Sierra de Francia con la distinción de Conjunto Histórico, presenta una singular estructura urbana de carácter defensivo. El pueblo se organiza como un recinto cerrado de edificaciones que protege en su interior un amplio espacio comunitario dedicado a huertas privadas, conocidas como “huertitas”. El acceso a este corazón agrícola se realiza a través de una intrincada red de pasajes y callejuelas que serpentean entre las casas, ofreciendo una experiencia de descubrimiento única al visitante.

Más allá de su particular arquitectura, el entorno natural de la villa invita a la exploración, destacando especialmente el Camino de los Prodigios. Esta ruta de senderismo, que conecta Villanueva del Conde con la vecina localidad de Miranda del Castañar, propone un diálogo entre naturaleza y arte. A lo largo del recorrido, los caminantes pueden disfrutar de un paisaje dominado por madroños y robles, salpicado por diversas instalaciones artísticas que se integran en el bosque, enriqueciendo la experiencia del paseo.

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