El torero de Jerez se prodigó pocas tardes en una trayectoria profesional muy oblicua y atestada de extraños aconteceres. Paula fue un torero discontinuo, con tardes inspiradoras, de efervescencia evocadora de éxtasis sorprendentes, inhabituales en una plaza de toros.
(A Carlos Manuel Perelétegui)
Mi buen amigo, maestro y compañero Carlos Manuel Perelétegui, que tantas páginas de excelente crítica y conocimiento y conocimiento del arte taurino, habría escrito una hermosa despedida literaria del desaparecido Rafael de Paula, artista gitano del toreo fallecido hace un par de días.
Carlos era un enamorado de la inspiración torera del jerezano y le cantó con entusiasmo, pleitesía y sincero arrobamiento en infinidad de artículos. Como a todos los que valoramos esa parte fundamental de la tauromaquia, el arte y la sensibilidad creada desde el sentimiento (“se torea como se es”, que decía Belmonte), Carlos nos hizo “paulistas” a todos con sus acertadas reflexiones sobre el arte del toreo llámese Rafael de Paula.
Hubo, hace muchos años, una Peña Taurina en Salamanca llamada Peña Taurina Tendido Universitaria. Ellos, los universitarios, trajeron a Salamanca a personalidades como Antonio Ordóñez, Julio Robles o Rafael de Paula. Presente en aquellas charlas tan entretenidas, pude acercarme a aquellos grandes del toreo.
Cuando vino Rafael de Paula, un tipo de pocas palabras y muy pensadas, me dejó en la memoria una frase que no se me olvidó nunca: “En la plaza hay un toro y un torero, luego hay que columpiar aquello”.
El torero de Jerez se prodigó pocas tardes en una trayectoria profesional muy oblicua y atestada de extraños aconteceres. Paula fue un torero discontinuo, con tardes inspiradoras, de efervescencia evocadora de éxtasis sorprendentes, inhabituales en una plaza de toros.
Su sentir ante los toros emanaba de un donaire y de una estética que enamoraban. Una pena que fuera tan a cuentagotas el arte de este hombre de piernas de cristal o oro capotero. Una personalidad única que dejará huella en la historia de la tauromaquia.