Considerado una de las cumbres del toreo más puro de las últimas décadas, su carrera estuvo marcada por faenas históricas y un estilo inconfundible que le hizo merecedor de la Medalla de Oro de las Bellas Artes.
El mundo del toro lamenta la pérdida de Rafael Soto Moreno, conocido universalmente como Rafael de Paula, quien ha fallecido este domingo, 2 de noviembre, a los 85 años de edad en su ciudad natal, Jerez de la Frontera. Su figura representa una de las cumbres del toreo más puro y profundo de las últimas décadas, dejando un legado imborrable.
Nacido el 11 de febrero de 1940, su trayectoria estuvo siempre ligada a una concepción artística del toreo, alejada de los recursos meramente técnicos. Su fallecimiento ha generado una profunda conmoción en el ámbito taurino, que pierde a uno de sus más grandes exponentes de los últimos 60 años.
Rafael de Paula tomó la alternativa el 25 de septiembre de 1964 en la emblemática plaza de Ronda. En aquella ocasión, recibió los trastos de manos del maestro Julio Aparicio, con Antonio Ordóñez como testigo, lidiando toros de Atanasio Fernández. Su debut como matador fue un éxito inmediato, cortando una oreja a cada uno de sus oponentes.
A pesar de su impacto inicial, su confirmación en la plaza de Las Ventas de Madrid no llegó hasta catorce años después, el 28 de mayo de 1974, apadrinado por José Luis Galloso y con Julio Robles como testigo. Su estilo, condicionado en parte por problemas en sus rodillas, se basó siempre en la sensibilidad, la pureza y el temple, convirtiéndolo en un torero de culto para varias generaciones de aficionados.
La influencia de Rafael de Paula no se limitó a su faceta como diestro. Tras su retirada de los ruedos, ejerció como apoderado de importantes figuras del toreo, entre ellas Morante de la Puebla. A través de esta labor, transmitió su profundo conocimiento y su visión artística a nuevos talentos, consolidando su papel como maestro y referente.
Su aportación cultural a la tauromaquia fue reconocida con importantes galardones a lo largo de su vida. Entre ellos destacan dos premios de gran prestigio:
Su legado, basado en la profundidad y la belleza de su toreo, perdurará en la memoria de los aficionados y en la historia de la tauromaquia.