OPINIóN
Actualizado 01/11/2025 09:17:39
José Fermín Rozas

Siguiendo con la semana anterior, y teniendo presente la inusitada ola de atropellos de los últimos tiempos, nos fijamos en el mimo municipal para con los peatones. La gran expansión del espacio peatonal, básicamente en el centro, puede ocultar la existencia de problemas en otros lugares de la ciudad a pesar de la mejora global. El Plan de Seguridad Vial de 2018 tiene un apartado sobre la instalación de balizas en paso peatonales. Este contiene un interesante diagnóstico de la peligrosidad al cruzar una calzada, aunque sean lugares habilitados con la señalización adecuada.

Curiosamente se presta una especial atención al uso desmedido de teléfonos móviles, “la utilización del móvil puede provocar despistes aumentando exponencialmente los accidentes de peatones. La fundación Mapfre, afirma que el 98% de los accidentes en los que el responsable es el peatón, están causados por el uso de los smartphones, pudiendo llegar a aumentar un 40% el riesgo”. Está bien tener presentes todas las variables si estas no ocultan las circunstancias mayoritarias, vinculadas en Salamanca a la responsabilidad principal del conductor.

La Memoria de la Policía Local es un gran ejemplo de transparencia municipal. Los últimos años han reducido los datos sobre accidentes hasta volverlos anecdóticos o directamente no hay.

El documento propone ubicaciones para esas señales luminosas. Incluso la reciente obra en la Carretera de Ledesma ha incorporado alguna. El problema está en la facilidad con la que se estropean, conllevando con frecuencia su posterior eliminación. A este tema le han dado muchas vueltas nuestro Ayuntamiento a lo largo de los años, y se han ido instalando sin una clara política. Afortunadamente pervive el situado en el Paseo del Rector Esperabé frente al Puente Romano, si bien parece más seguro levantar el paso. Curiosamente esta tipología no es considerada en el Plan.

A pesar del muy notable impulso de medidas favorables al peatón, no es difícil observar otras situaciones llamativas. Incluso cuando es posible corregirlas de forma sencilla y sin costes. Como símbolo la insistencia desde esta tribuna en la Calle de Correhuela. Una terraza interrumpe la rectitud del camino peatonal, a pesar de existir suficiente espacio para reordenarla sin efectos secundarios incluido el negocio hostelero. Induce en demasiados casos el desplazamiento del caminante a la calzada, con el consiguiente riesgo innecesario.

No olvidemos también las largas distancias entre pasos de peatones. Con el recuerdo de la Avenida de Portugal donde se deshizo lo bien hecho. No es raro encontrar calles separando los pasos mucho más allá de los recomendados 75-100 metros. Por poner otro ejemplo, teniendo presente la especial atracción de los espacios verdes hacia sectores vulnerables de la población con la infancia o la senectud, la Alamedilla adolece de la falta de alguno por Comuneros. El cercano Paseo de la Estación es otra muestra llamativa, a pesar de remodelarse (sin mediana) no hace tantos años.

Para detalles curioso el bache surgido en la parada de autobús de Gran Vía denominada algún tiempo “Mercado Central”, junto a la Plaza de San Julián. Su bacheo apresurado ha inducido su profundización. Por no hablar del costoso programa de accesibilidad, lógicamente buscando mejorar la seguridad vial de personas con discapacidad visual. Pero el mayor riesgo está en la posición del vehículo cuando se sube o baja de él, y sobre esto sigue si actuar el Ayuntamiento. Resulta muy cansino insistir, pero algún día deberá llegar la iluminación. Algo que tampoco estaría mal mejorar en muchas paradas.

En definitiva, se ha mejorado mucho nuestra ciudad, pero todavía queda por hacer. En algunos casos de forma más sistemática y ordenada. Ya hemos insistido desde aquí en la necesidad de revisar el Plan de Movilidad, incrementando la participación ciudadana. Hay que dejar de mirar tanto al centro y redirigirla hacia los barrios, espacios residenciales en su mayoría. En estos los detalles son todavía demasiado numerosos y también requieren de una mayor atención municipal. No solo de aparcamiento se vive en la ciudad charra.

En un par de meses se cumplirán 5 años desde el anuncio de la construcción de una glorieta en la intersección de las avenidas del Padre Ignacio Ellacuría y José Núñez Larraz por 512.957,31 euros y un plazo de ejecución de tres meses. Interesante si no fuera por el notable desplazamiento de los pasos de peatones de caminos más naturales.

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