OPINIóN
Actualizado 28/10/2025 08:01:04
Francisco Delgado

El caso de la adolescente sevillana muerta recientemente tras sufrir un continuado acoso escolar, ha servido de alarma parcial a sectores de nuestra sociedad sobre la gravedad que pueden contener estos episodios que otros “opinantes” quieren negar con la frase “ siempre han existido estos acosos y no era trágico”.

Me parece intuir que este tipo de opinantes (en su mayoría varones) son los mismos que desean hacer desaparecer todas la responsabilidad individual de los ejecutantes de actos ilegales. En mi artículo, aquí, de la semana pasada escribía sobre “los protocolos”, como si fueran inventos para envolver en papel muchas irregularidades o ilegalidades.

Los acosos escolares actuales, por sus características y por su nivel de gravedad son desgraciadamente muy distintos a los “acosos” que hace décadas se producían en los patios de los colegios; la esencia de los valores que regían la sociedad ha cambiado drásticamente, y nuestra actual sociedad, espejo donde se miran niños y jóvenes, es una sociedad muy distinta:

En nuestra sociedad actual los modelos que los medios de comunicación ( televisiones, redes sociales, prensa) exhiben para ser imitados o ser modelos del éxito deseado por nuestros niños y jóvenes, son modelos en general caracterizados por un exacerbado exhibicionismo, un patológico narcisismo, una ausencia de valores grupales, características que van en detrimento de valores como la amistad, la solidaridad, el liderazgo y funcionamiento democrático de los pequeños grupos, la importancia de las normas y las leyes para que exista orden social.

Las conductas exhibidas por los acosadores se caracterizan por liderazgos tiránicos, significativo sadismo o sadomasoquismo, que el colegio o institución escolar no es capaz de dominar ni prohibir eficazmente. Cuando muchos colegios se encuentran con un caso de acoso escolar, dudan o ignoran que además de atender prioritariamente a la víctima, deben iniciar un intervención especializada ( no de aficionados) con el grupo de agresores que ha intervenido, desde una óptica educativa y clarificadora de cómo los grupos tienen con frecuencia conductas muy agresivas con el individuo elegido chivo expiatorio de sus tensiones internas. Ni que decir tiene que el sadismo ejercido sobre el chivo expiatorio no solo no resuelve esas tensiones, sino las aumenta con los sentimientos de culpa que consciente o inconscientemente genera la conducta de acoso.

Desde el punto de vista de la psicología social se puede afirmar que un colegio que tiene episodios de acoso escolar, tiene un objetivo o métodos educativos erróneos, y, al contrario: el colegio en cuyas aulas no se dan episodios de acoso escolar, es sintomático de buen funcionamiento escolar.

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