El proceso de conservación, realizado por las expertas Carmen Diego Espinel y Carmen Fernández Bermejo, ha detenido el deterioro de la talla, que ahora preside el altar de la histórica estancia.
La celda donde Santa Teresa de Jesús pasó sus últimos días en Alba de Tormes cuenta con una nueva pieza de gran valor histórico y artístico. Se trata de una escultura de un Cristo crucificado del siglo XVII que, tras ser sometida a un delicado proceso de restauración, ya preside el altar de la austera estancia del convento carmelita.
La pieza ha sido reubicada en este espacio cargado de simbolismo, el mismo que la santa fundó en 1571 y donde falleció en 1582. La escultura, una talla de madera de conífera policromada al óleo, se encontraba anteriormente suspendida en el centro del Retablo Mayor de la Basílica de la Anunciación. Ahora, su presencia sobre el altar de la celda enriquece aún más el valor patrimonial del lugar.
El tratamiento de la obra ha sido llevado a cabo durante los meses de septiembre y octubre de este año por las restauradoras Carmen Diego Espinel y Carmen Fernández Bermejo. El objetivo principal ha sido detener el deterioro de la talla y solucionar su "pésimo estado de conservación", según consta en el informe técnico del proyecto.
La escultura representa a un Cristo de altar con su peana, que simboliza el monte Calvario con rocas talladas, huesos y una calavera. Sus dimensiones son de 57 centímetros de altura por 43 de ancho, alcanzando los 112 centímetros de alto con la cruz y la peana.
Las restauradoras optaron por un tratamiento de conservación en lugar de una intervención completa, con el fin de respetar al máximo la integridad y la pátina original de la pieza. Esta decisión implicó no reponer elementos perdidos que no afectaban a la lectura estética de la obra, como los dedos de ambas manos o el remate del paño de pureza.
El proceso comenzó con pruebas de solubilidad para determinar los disolventes más adecuados para la limpieza de barnices y suciedad. Uno de los trabajos más destacados fue la retirada de un repinte oscuro que cubría la peana, lo que permitió dejar a la vista su policromía original. También se sellaron las grietas del soporte con una pasta de madera y se revisaron los sistemas de sujeción de la imagen.
Tras el estucado de las uniones y pérdidas de policromía, se procedió a la reintegración cromática. Para ello se emplearon técnicas estables y reversibles como la acuarela, aplicadas con métodos discernibles a corta distancia como el punteado o el rigattino. Finalmente, se aplicó una capa de protección con resina sintética para matizar los brillos y garantizar su preservación.
La celda donde ahora reposa el Cristo restaurado ha sufrido una notable transformación a lo largo de los siglos. Originalmente, era una estancia austera que mantenía el espíritu de la orden carmelita. Sin embargo, tras la beatificación de la madre Teresa en 1614 y su posterior canonización en 1622, el espacio fue redecorado según el estilo barroco de la época.
Durante esta remodelación se introdujeron varios elementos que la convirtieron en una pequeña capilla:
Ya en el siglo XIX, se completó la redecoración de la estancia con la colocación de la imagen yacente de Santa Teresa de Jesús, configurando el aspecto que, con la nueva incorporación del crucificado, presenta en la actualidad.