Espido Freire: "Carmen Martín Gaite tenía una inteligencia portentosa y era muy versátil"

La escritora Espido Freire es la protagonista esta tarde de una nueva edición del encuentro literario ‘Diálogo de la Lengua’, una iniciativa organizada por el Ayuntamiento de Salamanca y la Fundación Instituto Castellano Leonés de la Lengua. La cita, que tendrá lugar en la Sala de la Palabra del Teatro Liceo a las 20:00 horas con entrada libre hasta completar el aforo, ofrece una oportunidad para profundizar en la obra y el pensamiento de una de las voces más reconocibles de la literatura española contemporánea. Con motivo de su visita a la ciudad, SALAMANCArtv AL DÍA ha conversado con ella sobre su trayectoria, sus proyectos más recientes y su visión del panorama cultural actual.

Desde que se convirtiera en 1999 en la ganadora más joven de la historia del Premio Planeta con tan solo 25 años por su novela 'Melocotones helados', Espido Freire ha construido una carrera prolífica y polifacética. Su producción abarca desde la novela y el ensayo hasta la literatura juvenil, género en el que ha sido reconocida este mismo año con el XXII Premio Anaya por 'El diario de la peste'. Su libro más reciente, 'Mi tía Jane', una biografía juvenil sobre Jane Austen, confirma su constante actividad creativa y su capacidad para conectar con distintas generaciones de lectores a través de géneros y formatos diversos.

- El título, 'Mi tía Jane', evoca inevitablemente a Jane Austen. ¿Qué papel juega la autora británica en esta novela? ¿Es un homenaje, un diálogo o una relectura de su universo desde la complejidad del siglo XXI?

- Efectivamente, es una recreación de qué pudo ocurrir cuando, tras la muerte de Jane Austen, su familia se enfrentó a su obra y a revelar su auténtica identidad y nombre. Su sobrino, James Edward, fue su primer biógrafo en detalle. Solo tenía 18 años cuando Jane murió. Y me parecía muy interesante usar ese personaje para centrarme en la búsqueda de las raíces familiares.

- Sin desvelar demasiado de la trama, ¿qué temas centrales explora en 'Mi tía Jane' que conectan con sus inquietudes habituales, como los secretos familiares, la búsqueda de la identidad o las atmósferas góticas?

- Hay poca atmósfera gótica, dada la época, pero nos sobran, para compensar, secretos familiares y búsqueda de identidad. ¿Quién era en realidad esa tía Jane? ¿La mujer ya mayor que se encargaba de los niños y los bebés de la familia, la eterna payasa que hacía reír a todos con sus ocurrencias y anécdotas, la observadora implacable de la realidad, la escritora aguda que escribía novelas satíricas?

- Su prosa es conocida por su lirismo y la creación de atmósferas a menudo melancólicas. ¿Cómo ha evolucionado su estilo desde 'Irlanda' hasta hoy? ¿Sigue sintiéndose cómoda en esa 'habitación propia' literaria o busca conscientemente explorar nuevos registros?

- Era una criatura cuando escribí esa primera novela, de que aún a día de hoy me siendo muy orgullosa, y ahora soy una mujer madura. Lo que dejé de pasión lo gané (espero) en técnica y en conocimiento. Y sí, creo que he ampliado mi habitación para que quepan más libros, más registros y más géneros, pero en esencia sigue siendo básicamente la misma.

- Sus protagonistas suelen ser personajes femeninos complejos que lidian con el pasado y sus traumas. ¿Qué busca al construir estos personajes?

- Busco conciliar las distintas identidades que ocultamos o mostramos, y convertirlas en una historia coherente. Son, desde luego, hija del tiempo en el que transcurren las novelas y muy posiblemente también del tiempo en el que escribo. La creación de personajes es una de las tareas más reconfortantes y sutiles del proceso de una novela, y, por desgracia, cada vez más descuidado. Encontramos trazos gruesos, o arquetipos poco elaborados en especial en los personajes femeninos, y eso me parece no solo una pena sino también una traición al momento que estamos viviendo.

- Ganó el Premio Planeta con solo 25 años, un hito que marcó su carrera. Con la perspectiva que dan los años, ¿cómo valora aquel momento? ¿Fue más una bendición que le abrió todas las puertas o también un peso, una etiqueta de 'joven promesa' de la que tuvo que desprenderse?

- Fue una espléndida oportunidad. No me abrió todas las puertas (ojalá), pero tampoco me pesó ni su etiqueta ni la de ser joven promesa. Con el tiempo dejaría de ser joven y, si lo merecía, también dejaría de ser una promesa. No sé: era y sigo siendo muy pragmática con el éxito y la visibilidad, y creo que ese carácter me permitió tomar las circunstancias como lo que eran: un año de intensa promoción, trabajo extenuante y experiencias que no había vivido hasta entonces.

- Además de escribir, dirige su propio Máster de Creación Literaria en la Universidad Internacional de Valencia. ¿Qué le aporta la docencia a su faceta de escritora? ¿Enseñar a escribir le obliga a deconstruir y entender mejor su propio proceso creativo?

- Mala profesora y directora sería si no hubiera deconstruido y entendido ya eso. Creo que tiene que ver con devolver parte de lo recibido, y, sobre todo, con mi creencia, muy arraigada, de que debemos crear un tejido literario sólido. Sin formación, sobre todo sin formación superior, resulta más complicado creerlo.

- En ensayos como 'Quería volar' ha abordado temas muy personales como los trastornos alimentarios. ¿Considera que la literatura es también una herramienta terapéutica o de servicio público para visibilizar realidades a menudo silenciadas?

- La escritura lo es, sin duda. La literatura en algunas ocasiones. En este caso uso libros de no ficción para acercarme a esas realidad, más con una función didáctica que como una terapia, y más como un función social que como un libro más.

- Viene a presentar su libro a Salamanca, una ciudad de un peso literario e histórico inmenso, desde la Celestina hasta Unamuno. ¿Qué relación personal o literaria tiene con la ciudad?

- Como estudiante no pude disfrutarla aunque profesores de Salamanca fueron los que durante años evaluaron los exámenes finales de Deusto, las reválidas, y eso tendía puentes entre ambas universidades… Como autora he sido invitada en numerosas ocasiones, he hablado de temas muy diversos y es un placer regresar ahora con la excusa de Jane Austen.

- Además, este año se conmemora el centenario del nacimiento de Carmen Martín Gaite, una escritora que imagino que ha estado alguna vez entre sus manos.

- Así es. No pude conocerla, a diferencia de lo que me ocurrió con Ana María Matute o Josefina Aldecoa, pero sus obras, tanto de ensayo como las novelas, aparecen en la bibliografía de las mías, tal ha sido mi admiración por ella. Era de una inteligencia portentosa y muy versátil, y ojalá este centenario permita que se la lea de nuevo y con renovado interés.

- Salamanca es en sí misma un escenario de novelas. ¿Qué le inspira esta ciudad? Si tuviera que ambientar una de sus historias aquí, ¿qué rincón, leyenda o personaje salmantino le atraería para construir una de sus características atmósferas?

- La cueva bajo la iglesia de San Cebrián, donde, según la leyenda, el mismísimo diablo enseñaba ciencias ocultas a siete discípulos durante siete años. ¿No es así? Y, desde luego, el precioso Museo Casa Lis, donde ya he dado conferencias en algunas ocasiones, y que me parece una de las casas más hermosas de España.

- Para terminar, después de 'Mi tía Jane', ¿qué nuevos proyectos o géneros le gustaría explorar? ¿Hay alguna historia que lleve tiempo persiguiéndole y que aún no ha encontrado el momento de escribir?

- Parafraseando a Hamlet, ¡Tengo más ideas que tiempo para escribirlas o habilidad para llevarlas a cabo! Esperemos que haya nueva novela en 2026 y con eso ya podría respirar tranquila tras años de trabajo en ella.