Los testimonios de Carlos Manuel y Soledad, un hombre sin hogar, se centra en el poder de la empatía y la escucha activa. A través de su concepto de "personas vitamina", defiende que un pequeño cambio puede ser el motor para que una persona recupere la ilusión y cumpla sus sueños.
Carlos Manuel y Soledad han compartido sus experiencias personales, poniendo voz a quienes viven la realidad de la calle, en la presentación de la nueva campaña de Personas Sin Hogar 2025, bajo el lema "Sin hogar, pero con sueños" de Cáritas Diocesana de Salamanca.
El testimonio de Carlos Manuel, una persona sin hogar, ofrece una reflexión centrada en el poder transformador de la empatía y el apoyo mutuo. En sus palabras, introduce un concepto propio para describir a quienes ofrecen este tipo de apoyo desinteresado: las "personas vitamina". Según explica, su valor reside en algo intangible pero fundamental como es la disposición a escuchar y acompañar, un pilar que considera esencial para cualquier ayuda real.
"Yo apoyo por eso, por personas vitamina que se brindan a escuchar, que se brindan a dar un apoyo", afirma Carlos Manuel en su testimonio. Con estas palabras, destaca que el simple hecho de ser escuchado puede ser un factor decisivo para alguien que atraviesa una situación de vulnerabilidad.
El núcleo del mensaje de Carlos Manuel se articula en torno a la idea de que la transformación es indispensable para avanzar. La frase "sin cambios no hay progreso" funciona como un principio fundamental en su discurso, aplicable tanto a nivel personal como social.
Desde su perspectiva, no son necesarias grandes acciones para alterar el rumbo de una vida. Lo verdaderamente importante es el impulso inicial, un catalizador que ponga en marcha un proceso de mejora. Este concepto es una invitación a valorar el impacto de cada gesto individual en el bienestar colectivo y en la recuperación de la confianza personal.
Este apoyo se convierte, según su testimonio, en el elemento clave para que alguien recupere la fe en sus propias capacidades y se atreva a perseguir sus objetivos. "Un pequeño cambio puede generar el motor para que una persona cumpla sus sueños", concluye.
Soledad, de 58 años, vive hoy con la satisfacción de haber cumplido su mayor anhelo: recuperar el vínculo con su familia. Mi 'vida oscura', como ella misma la denomina, comenzó cuando tenía 20 o 21 años. "Me hundí y perdí todo", recuerda. Fue un proceso en el que su entorno más cercano luchó por ella hasta que la situación se volvió insostenible. "Mi familia luchó por mí mucho hasta que se me cerró la puerta de casa. Lo que sentía era que había perdido a mi familia", explica.
El camino de la adicción tuvo graves consecuencias que la marcaron profundamente. "Estuve presa, porque la vida de la toxicomanía puede conllevar a eso, a hacer cosas que ahora pienso '¿cómo he podido hacer eso?'", confiesa. Aunque asegura que esa deuda "ya está pagada", el peso emocional más grande seguía presente: "Siempre tenía en la cabeza que había perdido a mi familia".
El punto de inflexión llegó cuando encontró a personas dispuestas a ayudarla. Ese nuevo rumbo la condujo hasta el centro Padre Damián de Salamanca. "Ha sido mi luz, todas estas personas lo han sido", afirma con gratitud. El proceso terapéutico fue intenso y lleno de altibajos, pero siempre con un objetivo claro.
"Mi terapeuta me ha visto llorar, pedalear, y salieron muchos sentimientos, pero siempre pensando en mi familia", detalla Soledad. La esperanza comenzó a materializarse poco a poco, a través de pequeños gestos que para ella significaban todo. "Poco a poco, mi hermana empezó a llamar y a preguntar por mí, y me ponía muy contenta. Eso es lo que me daba fuerzas para seguir".
El pasado mes de septiembre, animada por el equipo del centro, decidió dar el paso definitivo. "Quedé con ellos y fui a verles", relata. El miedo y la incertidumbre la acompañaban en ese momento. "Pensaba que me iban a reprochar e iba a ser frío, pero qué va", recuerda emocionada."Los brazos abiertos de mi hermana, el abrazo de mi cuñado, mis sobrinos, mi otro hermano... Aquello ha sido lo mejor. Sentí que les había ganado", explica. Ese momento supuso la culminación de años de esfuerzo y sufrimiento.
Con la perspectiva que le da el presente, Soledad tiene claro su futuro. "Ahora sé por dónde tirar y por dónde no", concluye con una frase que resume el éxito de su largo viaje: "Mi sueño era recuperar a mi familia, y puedo contar con ella", concluye.