El Regimiento de Especialidades de Ingenieros Número 11 de Salamanca desfiló por primera vez en su historia en el acto del Día de la Fiesta Nacional en Madrid como reconocimiento a su intervención en las inundaciones de Valencia por la DANA.
La histórica participación del Regimiento de Especialidades de Ingenieros Número 11 (REI 11) de Salamanca en el desfile del Día de la Fiesta Nacional del pasado 12 de octubre trasciende el mero protocolo militar. Su marcha por el eje central de Madrid fue el reconocimiento público y solemne a una labor crucial y abnegada: su intervención en las devastadoras inundaciones de Valencia provocadas por la DANA hace un año.
Al frente de los 86 soldados y mandos que representaron por primera vez a la unidad salmantina en este acto se encontraba el capitán Enrique Viñuela, zamorano de nacimiento y salmantino de adopción. Él ha sido el encargado de relatar para SalamancaRTV Al Día una experiencia vivida entre la emoción, una responsabilidad inmensa y una preparación meticulosa. "Se tomó con mucho orgullo y como un privilegio el poder desfilar", asegura el capitán, resumiendo el sentir general en el cuartel tras recibir la noticia a mediados de septiembre.
La invitación fue una distinción directa por la "especial participación del regimiento" en la operación de apoyo en la zona afectada por la DANA. Este reconocimiento marcó todo el proceso, desde la rigurosa selección del personal hasta el último paso en el desfile, convirtiendo la marcha en un homenaje a su capacidad de servicio y entrega.
La elección de los participantes se basó en un criterio claro: premiar a quienes más se implicaron en la emergencia de Valencia. De un contingente total de 89 personas, finalmente desfilaron 86, quedando tres como reservas. "La gente se seleccionó, sobre todo, por su participación específica en la DANA. A mayor días de participación, más posibilidades", detalla el capitán Viñuela. Para la tropa, se eligió un grupo representativo de todas las compañías, utilizando la antigüedad como criterio final de desempate.
Desde que se recibió la confirmación el 17 de septiembre, la preparación fue intensa. Los ensayos se sucedieron dos o tres veces por semana, con sesiones de varias horas dedicadas a perfeccionar cada detalle. "Es un trabajo de mucha práctica, de repetir el movimiento para trabajar la memoria muscular y, sobre todo, de coordinación", explica el capitán. El objetivo era que las alineaciones, el braceo y el porte del fusil de las más de 80 personas del bloque fueran impecables.
El 9 de octubre, la unidad se desplazó a Madrid para los ensayos generales, donde se integró en un batallón junto al Regimiento de Infantería 'Inmemorial del Rey' número 1 para pulir los últimos detalles antes del gran día.
La jornada del 12 de octubre comenzó temprano, a las 6:00 h. Tras el pertinente toque de diana y hacer limpieza y zafarrancho, llegó la hora de uniformarse y preparar el equipo. "El desfile se vive con muchos nervios porque incluso el que ya ha desfilado más veces siente que este momento impresiona", confiesa Viñuela. La expectación de la multitud y el deseo de ejecutar a la perfección todo lo ensayado generaron un ambiente de máxima concentración.
Una vez iniciada la marcha, la unidad salmantina recorrió el itinerario oficial que atravesaba el corazón de la capital: desde el Paseo del Prado, continuando por Recoletos, hasta alcanzar la plaza de Colón. Durante este trayecto, la experiencia se transforma. El capitán la describe como un "efecto túnel", un estado en el que la concentración es tan alta que el entorno se desdibuja. "Se escucha al público pero prácticamente no se ve nada. La gente está concentrada en lo que tiene que hacer", señala.
A pesar de los gritos y aplausos, la disciplina del desfile impide cualquier interacción con las famlias que se agolpan en las vallas esperando su paso firme y elegante. Sin embargo, la presión da paso al disfrute. "Una vez se empieza, como ya es algo que se ha practicado una y otra vez, todo sale de manera natural y ahí ya los nervios se quedan fuera", afirma el capitán.
Dentro de la intensidad del recorrido, hay un instante que destaca por encima de todos: el paso por la plaza de Cánovas del Castillo (Neptuno), donde se ubicaba la Tribuna Real. "El paso por tribunas sí que es el momento álgido", reconoce Viñuela. Es el clímax de semanas de preparación, que culmina con el saludo de "vista a la derecha" y el potente grito de "¡Viva España!" frente a Su Majestad el Rey y las principales autoridades del Estado.
Al finalizar, la sensación de un trabajo bien hecho fue unánime, seguida de una oleada de felicitaciones. "La gente al acabar se sintió muy arropada", comenta el capitán, mencionando los numerosos vídeos y mensajes de familiares y amigos que siguieron el acto con orgullo.
La valoración final es inequívocamente positiva. Para el capitán Viñuela, ha sido una oportunidad para demostrar la valía del regimiento y celebrar el día de todos los españoles de una forma única. "Nos sentimos muy orgullosos y muy premiados con este desfile", concluye, convencido de haber representado dignamente no solo a su unidad, sino a toda Salamanca, dejando "el pabellón alto".