Emotivo homenaje a Manuel Vicente, veterinario salmantino, fallecido a los 63 años, que trabajaba en Sanidad y tenía la clínica Los Álamos en Las Bizarricas
Aunque me haya aferrado a ti con la fuerza de un millón de soles, aunque se sequen mis ojos de llorar o me arranque con las manos el alma es triste saber que no puedo hacer nada de nada, que te vas irremediablemente, hoy lloran de pena hasta las garrapatas que tenías amaestradas.
Gracias por sumarme siempre de tu resta, por dedicarte con tanto esmero a remendar mis alas rotas en jirones mediante el hilo de las risas, por no darte por vencido a pesar de que el aire te quemase o el hielo congelara los dedos, por tu fe inquebrantable en mí cuando era solo un saco lleno de miedos al empezar mi camino contigo; tú jamás me diste por perdido, lo nuestro fue amistad a primera vista como ese amor que te quema el pecho, gracias por enseñarme matemáticas, que la amistad es el camino más recto entre dos puntos, tu corazón y el mío.
Has significado mucho para mí, no pienso desmontar el fuerte indio ni el scalextric que imaginábamos en tu oficina tras la visita de los Reyes Magos, aunque yo sabía que tu amistad era el verdadero regalo y mi juguete favorito, ni el tesoro de la ciudad pérdida de la Atlántida ni el de los caballeros del santo grial, el verdadero tesoro era ser tu amigo, en la sencillez estaba lo más grande, seguiremos haciendo castillos en el la arena de mis sueños, me dejas el corazón lleno de suspiros y el alma con millones de cicatrices, aunque ahora no pueda ver más allá de la sal de las lágrimas que inundan mis pupilas.
‘Me has dejado con el corazón roto
pero con los bolsillos del alma bien llenos’
Nos dejas con la lección bien aprendida, ahí va la moraleja: de eso se trata en la vida, de dejar flores debajo de cada pisada, de dejar una huella bella y no cicatrices. Lo has logrado compañero, objetivo cumplido, a todo el mundo se le llena la boca de piropos en copos cuando hablan de ti por aquí, del otro lado de tu cielo y yo me siento tan orgulloso y se me hincha el pecho por el hecho de que me llamaras amigo. Me has dejado con el corazón roto pero con los bolsillos del alma bien llenos, eres grande porque nos inspiraste a todos. Yo seguiré dedicándote coplas y cantando tu nombre, cortito y sincero, latiendo en mi pecho, punzándome lento el amor que te tengo.
Te voy a querer siempre Manuel, pobrecita la guitarra y qué dolor de mi pañuelo.
M. A. P.