En la subasta de los bollos maimones, las mujeres se impusieron con una puja de 300 euros, el doble que la de los hombres, recaudando un total de 450 euros
La localidad de Cipérez ha vivido este domingo, 5 de octubre, una de sus jornadas más arraigadas con la celebración del día de la Virgen del Rosario, conocida tradicionalmente como la fiesta de las Madrinas. Los vecinos no faltaron a su cita anual, demostrando su devoción y participando activamente en una jornada que combina fe y costumbre, y que culminó con la emocionante subasta de los bollos maimones.
Los actos comenzaron con el rezo del rosario en honor a la patrona. A continuación, la imagen de Nuestra Señora del Rosario salió en procesión, recorriendo las calles principales del pueblo acompañada por numerosos vecinos y con el alcalde Francisco Alonso al frente, junto con varios de los integrantes de la Corporación. El recorrido finalizó de nuevo en el templo, donde se llevó a cabo el tradicional ofertorio como muestra de devoción.
Con la imagen de la Virgen como testigo a las puertas de la iglesia, llegó el momento más esperado por muchos: la subasta de dos grandes roscas o bollos maimones. Como manda la tradición, hombres y mujeres pujan por separado para adjudicarse cada uno de los bollos.
En esta ocasión, la balanza se inclinó de nuevo y de forma contundente del lado femenino. Las mujeres ganaron ‘la batalla’ tras una emocionante puja que finalizó con una oferta de 300 euros por la rosca de Nuestra Señora. Por su parte, los hombres se 'atascaron' en los 150 euros por su bollo. En total, la subasta recaudó 450 euros gracias a la generosidad de los vecinos.
Tras la emoción de la puja, la celebración se trasladó al Bar Hernández, punto de encuentro para continuar con la hermandad. Allí, todos los asistentes pudieron disfrutar de una reconfortante chocolatada.
Además, como es costumbre, se procedió a la degustación de los bizcochos y de los bollos recién subastados, compartiendo entre todos el fruto de la tradición. La jornada festiva concluyó en un gran ambiente con un animado baile que se prolongó hasta la noche, poniendo el broche de oro a un día de devoción y comunidad en Cipérez.