DEPORTES
Actualizado 03/10/2025 19:03:14
Carlos Cuervo

Hubo un parón de los árbitros por los sucesos sufridos y desde el CTA se manda un aviso para que no vuelva a ocurrir

El fútbol base en Salamanca atraviesa un momento de expansión sin precedentes. Según los últimos datos de la Delegación Provincial de la Federación de Castilla y León de Fútbol, esta temporada competirán 48 clubes en las diferentes categorías. En total, se han inscrito 205 equipos de fútbol 11, 202 de fútbol 7 y 32 de fútbol sala, lo que eleva la cifra global por encima de los 430 conjuntos en liza. Estas cifras reflejan el enorme arraigo que tiene el fútbol entre los más jóvenes en la provincia, donde cada fin de semana miles de jugadores, entrenadores y familias llenan los campos y pabellones. Además, el equilibrio entre fútbol 11 y fútbol 7 demuestra la fortaleza de las categorías de formación, que son la base del futuro de este deporte en Salamanca. El fútbol sala, con más de una treintena de equipos, también mantiene un crecimiento sostenido y un protagonismo cada vez mayor.

El balón volvió a rodar en los campos de fútbol base de la provincia de Salamanca, y con él, regresan la ilusión, la competitividad y, a menudo, una tensión que amenaza con desbordar los límites de lo deportivo. Para atajar de raíz los comportamientos que empañaron la pasada campaña, el jefe de los árbitros en Salamanca, Alfonso Vicente, ha lanzado un mensaje contundente y necesario, una llamada a la cordura dirigida a todos los que forman parte del ecosistema del fútbol formativo: desde los padres en la grada hasta los entrenadores en el banquillo, pasando, por supuesto, por los propios jugadores. Su petición es clara: aparcar las hostilidades y recordar que, más allá de los resultados, el objetivo principal en estas categorías es la formación de los jóvenes. El recuerdo de episodios pasados, como la suspensión de la competición, sirve como un sombrío telón de fondo que da aún más peso a sus palabras y subraya la urgencia de su llamamiento.

Lejos de señalar a un único colectivo, Alfonso Vicente ha distribuido la responsabilidad entre todos los actores implicados. "Pedirle a todos, pero no solamente a los padres, también a los entrenadores, a los delegados, a los dirigentes, a los propios jugadores y, por supuesto, también a los árbitros, que no nos olvidemos de que esto es fútbol, que esto es un deporte, que es nuestra pasión, que es un entretenimiento", ha señalado.

Vicente ha demostrado una profunda comprensión de la psicología que rodea a la competición, reconociendo que la pasión puede llevar a perder la perspectiva. "Para cada chaval, para cada entrenador, para cada padre, cada partido de fin de semana es como su final de la Champions", ha admitido. Sin embargo, ha añadido un matiz crucial que a menudo se olvida: "para el árbitro también lo es". Con esta frase, humaniza la figura del colegiado, situándolo en el mismo plano de implicación y deseo de hacerlo bien que el resto de participantes. Uno de los ejes centrales de su discurso ha sido la defensa y contextualización de la labor arbitral, especialmente en categorías de formación. Ha solicitado explícitamente un ejercicio de empatía hacia los colegiados, muchos de los cuales son jóvenes que también están en pleno proceso de aprendizaje. "Que tengan la empatía de tener delante, no solamente a deportistas, sino también a chicos que, en muchos casos, están aprendiendo, que están dando su mejor versión para hacerlo lo mejor posible y que, aun así, se van a equivocar", ha afirmado con rotundidad.

En este sentido, ha querido gestionar las expectativas y desterrar la idea de una perfección inalcanzable. La búsqueda del "error cero" es una quimera que solo genera frustración y crispación. "Que nadie piense que de un año a otro vamos a ir hacia error 0, eso es imposible", ha sentenciado, pidiendo un voto de confianza y comprensión ante fallos que, inevitablemente, ocurrirán a lo largo de la temporada. Este reconocimiento de la falibilidad es un paso valiente y necesario para rebajar la presión sobre el colectivo arbitral. A la vez que ha pedido comprensión, Alfonso Vicente ha dejado claro que la exigencia dentro del Comité de Árbitros será máxima. No se trata de una petición de indulgencia, sino de un pacto de respeto mutuo. El CTA, por su parte, se compromete a garantizar la máxima profesionalidad de sus colegiados. "Desde el CTA, vamos a insistir muchísimo a los árbitros de que tengan el máximo compromiso, de que sean lo más responsables posibles, que sean muy serios", ha asegurado, dejando patente que la autocrítica y la mejora continua son pilares fundamentales en su gestión.

Este doble enfoque es clave: por un lado, se exige a los árbitros la máxima dedicación y, por otro, se pide al entorno del fútbol que entienda la naturaleza de su labor. "Desde nuestra parcela vamos a hacer todo lo posible porque la temporada vaya de la mejor de las maneras, y vamos a poner todo de nuestra parte para que el ambiente sea el más cordial posible", ha añadido, extendiendo la mano para construir un clima de colaboración en lugar de confrontación. El fin último del mensaje de Vicente es claro: que la temporada 2025-2026 sea recordada por la pasión en el césped y no por los conflictos en la grada. Su deseo es que los incidentes de la campaña anterior "queden atrás" y den paso a un curso donde el aprendizaje y la diversión prevalezcan. La fórmula que propone es sencilla pero poderosa: "que intente dejar la agresividad en casa, los malos rollos fuera de las instalaciones".

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