OPINIóN
Actualizado 29/09/2025 09:52:31
Francisco López Celador

En esta época que nos ha tocado vivir, un buen número de naciones eligen a sus gobernantes por medio de elecciones más o menos justas. En España hemos adoptado el sistema de monarquía parlamentaria, dentro de un régimen democrático – si bien en estos momentos nuestra democracia es de garrafón- con partidos políticos cuyos representantes eligen al presidente del Gobierno. En este sistema, como en otros muchos, los gobiernos son responsables directos de las buenas o malas gestiones que apruebas los Parlamentos. Lo que nunca falta es la crítica ante los errores manifiestos, mucho más ácida por parte de la oposición. Los partidarios de cada partido ya se encargan de enmascarar esos fallos culpando a la oposición de mentir, de exagerar o de tergiversar la verdad. La fórmula que se emplea siempre es la misma: ¡No hay derecho! Su conciencia queda tranquila, aunque el problema subsista. Ahora bien. Siempre se echa de menos la queja del que se siente desamparado y clama por sus derechos. Contra ese estado de cosas, y haciendo uso de una pequeña dosis de sarcasmo, hoy quiero referirme a la conducta de los partidarios de este gobierno, tanto a los leales convencidos y paniaguados, como a los que, carentes de criterio propio, siguen dando su voto porque es lo que siempre vieron a su alrededor. Como muestra, vayan los siguientes botone:

· No hay derecho a dudar de Pedro Sánchez porque prometiera que nunca se uniría a Podemos para formar gobierno, ni a independentistas dispuestos a destruir España. Un descuido lo tiene cualquiera.

· No hay derecho a que se critique la decisión del Gobierno concediendo la amnistía a los responsables del Golpe de Estado en Cataluña, puesto que fue “de mentirijillas” y hay que echar pelillos a la mar.

· No hay derecho que se culpe a Sánchez y sus ministros por haber usado su poder para no hacer caso del peligro que amenazaba a España con la llegada del Covid; de aprovechar la urgencia al adquirir material para sanitarios, enfermos y resto de población y, de paso, cobrar comisiones -es verdad que, en más de un caso, nada despreciables-; de maquillar el elevadísimo número de defunciones; de mentir asegurando contar con un Comité de Expertos o declarar un estado de alarma que resultó ser inconstitucional. Hay que reconocer que todo eso se hizo con buena intención, más que nada para tranquilidad del personal.

· No hay derecho a que se califique de populista y reo de delirante feminismo al gobierno que, presa de su fanatismo, aprueba medidas que, lejos de favorecer a las mujeres víctimas de la violencia de género, acaba poniendo en libertad antes de tiempo a miles de maltratadores. También se llega a calificar como muy grave el simple hecho de haber fallado en la adquisición de pulseras telemáticas para seguimiento de maltratadores que, como consecuencia de los fallos, han sido puestos en libertad. Según la ministra de Igualdad – el nombre resulta apropiado porque todas son iguales-es un número insignificante. Al fin y al cabo ¿Quién no ha tenido nunca un fallo?

· No hay derecho a criticar a Sánchez por mandar un twitter por la muerte de dos guardias civiles a la misma hora que asistía a la entrega de los premios Goya. También tienen su importancia los artistas que con tanto cariño agradecen al presidente su apoyo y pingües subvenciones. Por los guardias asesinados, por desgracia, poco más se puede hacer.

· No hay derecho a que la oposición vea mal que el presidente haga de menos a la Monarquía, critique al poder judicial, acose a medios de comunicación y periodistas que no piensen como él o realice menos visitas al Parlamento para informar al poder legislativo que para visitar a dirigentes chinos. Eso es rizar el rizo. No puede estar en todos los sitios, entre otras razones, porque son muchísimos los viajes que debe hacer si quiere conservar el título de defensor del progresismo y azote de la fachosfera.

· No hay derecho a reprocharle a Sánchez cuando recibe felicitaciones de Bildu, Hamas, Maduro e incluso de los huties. Eso es señal de que para ellos va por el buen camino, por mucho que le escueza a la oposición.

· No hay derecho a que se censure la decisión de mandar un buque de la Armada para ayudar a la flotilla de acólitos y acólitas de la causa palestina -aunque no se acuerden de los civiles palestinos muert0os por no aceptar los métodos de Hamas o por haberlos convertido en escudos contra los ataques de Israel. La guerra es la guerra y, además, Israel es genocida y Hamas son nuestros hermanos.

· No hay derecho a que se proteste la decisión de no. adquirir armamento de Israel; o la de mandar aviones de combate, el mencionado buque encargado de amedrentar a quienes se opongan a los deseos de Greta Thumberg y su folclórica Plana Mayor, también el avión que trasladaba a la ministra de Defensa -que sufrió un intento de dañar su GPS- , si todos estos medios de transporte, para desplazarse con seguridad, han de disponer de tecnología israelita. No se puede ser tan detallista, al fin y al cabo, son nuestros y podemos emplearlos como nos convenga ¡Hasta ahí podíamos llegar!

· No hay derecho a que, en el fondo de la hipocresía, se carguen las tintas en el hecho de que la esposa, el hermano, sus compañeros de la vuelta a España en un Peugeot 407 o el Fiscal General del Estado estén imputados por culpa de la persecución de la UCO, el juez Peinado o la Audiencia de Badajoz ¡Qué poca tolerancia! Todo es fango. Lo malo es que más de un ministro ha debido acudir a la Unidad de Quemados de La Fe con sus manos totalmente abrasadas.

Así podíamos continuar con una interminable relación de agravios. Pues no señor. No es cierto que no haya derecho ¡Si hay Derecho!, y muy legal. Lo que no hay en este Gobierno es intención de emplearlo y si de rodearlo. En este momento somos el hazmerreír del mundo occidental. España no es bien vista en las democracias consolidadas y, de paso, se está jugando una política exterior que nos convierte en una nación que no es de fiar. Es mucho lo que nos jugamos; nosotros y nuestros descendientes. Si no se da un volantazo, acabaremos en el mundo de las repúblicas populistas y autoritarias, de donde no es nada fácil salir.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >¡No hay derecho!