OPINIóN
Actualizado 23/09/2025 16:07:59
Francisco Delgado

Son dos tareas incompatibles. Alejandro Amenábar, el director de “El cautivo” las ha querido unificar, pero no le ha salido un relato coherente, desde el punto de vista histórico.

De la larga y dinámica vida de Miguel de Cervantes se conservan documentos, pocos, de algunas de sus etapas y acontecimientos, más que de otros. De su etapa de prisionero en Argel siguen existiendo algunos datos considerados fiables por todos los biógrafos y con esos pocos datos se podría haber construido una historia fílmica de toda la larga etapa de casi cinco años en Argel. Los casi cinco años de cautiverio, los cuatro fallidos intentos de fuga, la experiencia compartida desde el inicio con su hermano Rodrigo, las dificultades de sus padres para conseguir el dinero exigido por los raptores para su rescate, junto con la descripción más verosímil posible de cómo vivió Cervantes emocionalmente este traumático suceso y del ambiente de los prisioneros españoles y de aquella ciudad de Argel, todos ese datos habrían sido factores suficientes para trazar un relato válido biográfica e históricamente.

Al contrario, Amenábar convierte su película en un conjunto de fantasías que casi obsesivamente giran en torno a la duda de si el joven soldado Miguel de Cervantes tuvo allí ocasionalmente alguna experiencia de naturaleza homosexual : de tal modo que ese tema, esa duda, atraviesa todo el film hasta convertirlo en el tema por excelencia de los cinco dolorosos años de Cervantes. La identidad heterosexual de Cervantes nunca ha sido cuestionada en ningún ámbito: ni los especialistas en su gigantesca obra, ni los que hemos investigado y publicado sobre su vida familiar y amorosa, en su biografía, la hemos nunca cuestionado. Y si alguien está interesado en formularla, deberá hacerlo como una posible o supuesta anécdota en un ambiente opresor y culturalmente muy distinto al nuestro en pautas sexuales. Y desde luego nunca elevarla a centro de pesquisas que se pierden en ensoñaciones y fantasías.

Dos asuntos narrativos de esta película de Amenábar llaman la atención, en mi opinión de biógrafo, de todo el conjunto: la completa desaparición del personaje de su hermano Rodrigo, tan importantísimo afectivamente para Cervantes en este largo cautiverio de Argel y la fantasía (que Amenábar privilegia en su relato) de convertir al joven Miguel en un excepcional cuentacuentos exitoso entre la población de compañeros de cautiverio.

No hay razón alguna para suprimir radicalmente la existencia de su hermano Rodrigo en el cautiverio de Argel, sino todo lo contrario: es una amputación que empobrece enormemente el hecho real e histórico del cautiverio cervantino.

Como tampoco hay demasiadas razones para recurrir a cuentos imaginarios en una historia que se caracteriza por la intensidad de emociones y aventuras reales de su protagonista, que pueden ser la base de un sólido relato que el lector de Cervantes habría disfrutado sin la menor duda.

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