"Y fueron los cielos, vomitando agua y calor a destiempo, los que desautorizaron a lo digital, a la Aemet y sus satélites, para descender al barro los sueños y diluir una tarde de gloria en el aguacero"
Jugamos a veces a ser dioses hasta que algo tan simple como inesperado, pongamos una tromba, una tormenta de verano, nos recuerda que tenemos los pies de barro.
Y barro, barro y agua, fue este sábado el ruedo de La Glorieta. Un enorme charco que hacía imposible el toreo a caballo y que determinó la suspensión del festejo en el cuarto para preservar la integridad de jinetes y caballos.
Jugamos a ser dioses. Nos creemos que una buena previsión de la Aemet, el icono de un sol amarillo sobre Salamanca, tiene el poder de espantar la lluvia, de aplacar el bochorno rabioso de un septiembre convertido en agosto, este septiembre que hoy mismo, este domingo, se vestirá de otoño.
Diego Ventura y Bronce elevaron el toreo a caballo a lo sublime y a los tendidos de La Glorieta hasta los cielos. Y fueron los cielos, vomitando agua y calor a destiempo, los que desautorizaron a lo digital, a la Aemet y sus satélites, para descender al barro los sueños y diluir una tarde de gloria en el aguacero.
Dioses con pies de barro con el tacto de la gloria en la yema de los dedos.