El próximo año tendrán lugar múltiples actos de celebración, conmemoración y homenaje de la llamada Escuela de Salamanca, una importante instancia cultural del Renacimiento, surgida en la Universidad de Salamanca y encabezada por el dominico Francisco de Vitoria, en la que diferentes pensadores, teólogos y eruditos, sintetizaron el pensamiento escolástico y el humanismo renacentista, aportando en brillantes obras un pensamiento crítico y clarificador frente a las nuevas realidades de aquel tiempo, como la “conquista” de América y la naturaleza y legitimidad de imperios, guerras, propiedades y personas.
Detallar y revalorizar la enorme cantidad de temas que abarca el pensamiento de la Escuela de Salamanca y sus autores (Vitoria y De Soto, Azpilicueta y Suárez, entre otros), y la trascendencia histórica que en el Derecho y el Humanismo moral y político tuvieron y tienen en la historia del pensamiento, será labor que las celebraciones del V Centenario sin duda emprenderán en gran cantidad de encuentros, congresos y actos. Pero el momento histórico en que se celebra ese Centenario, en el que muchas de las cuestiones que la Escuela de Salamanca planteó y aparentemente fijó en el pensamiento que le sucedió, debería provocar un cambio radical en el sentido de las celebraciones, fijándose en las gravísimas transgresiones de los principios morales y políticos, del Derecho y la legitimidad, que en cuestiones como el genocidio actual en Palestina, las agresiones bélicas de Rusia, la situación en Sudán, el hambre consentida en muchas zonas del mundo, la pobreza y la miseria en las ciudades, el clasismo y la dominación, la inmigración forzada, el racismo o la xenofobia… en 2026.
Las reflexiones de la Escuela de Salamanca sobre el Derecho y la Justicia, el reconocimiento de los Derechos Humanos o los principios morales de la soberanía y el ejercicio del poder, han sido conculcadas y despreciadas progresiva y crecientemente durante los últimos siglos, llegándose al primer cuarto del siglo XXI en una situación que avergüenza, abochorna y llena de inquietud y desesperanza al género humano. Las políticas de auxilio y la existencia de las formas del mal en el mundo, el derecho de gentes y el derecho internacional de justicia o la justificación de las guerras, que la Escuela de Salamanca planteó en discusiones, obras y acuerdos, dictadas desde la Teología en muchas ocasiones pero en esencia ajustadas a una concepción humanista de la persona y sus derechos, han dejado hoy de existir, hundida la realidad política y moral en un posibilismo basado en la fuerza, el poder del dinero, la incultura y la deseducación programadas.
Sería deseable que las celebraciones del quinto centenario de la Escuela de Salamanca, además de retomar y celebrar su significado y trascendencia intelectuales en aquella época, utilicen en ésta su tiempo y orienten los esfuerzos de los sin duda brillantes ponentes, celebrantes y especialistas que en 2026 volverán a nombrar a De Las Casas, Cano o Bobadilla, en analizar, cuestionar, implicarse y denunciar, con la altura intelectual que les asiste y los referentes de las celebraciones (Vitoria, principalmente), el genocidio realizado en Palestina por el estado de Israel, su horror, sevicia y negación de todo derecho, respeto y consideración hacia la Humanidad, para hacernos sentir herederos de la Justicia y, sobre todo, para evitar que el pensamiento, el más alto, el clásico, el que debería ser referente de los justo y espejo de la fraternidad, el de la Escuela de Salamanca, pase sin mirarlas por delante de la injusticia y la vileza de hoy, ignore el crimen de ahora y soslaye el desprecio diario, para convertirse, solo, en una fiesta vacía.