Los tendidos se entregaron a la liturgia que siempre precede a Morante de la Puebla. Pero a mitad de festejo, el cielo se rompió y con él, la corrida. El aguacero inesperado transformó la estampa: los abanicos dieron paso a los paraguas, y el aguantó gozó de la entrega y capacidad de Ismael Martín y Marco Pérez
La tarde que comenzó con el aroma a Morante y el llenazo en los tendidos acabó rota por la lluvia y salvada por la entrega absoluta de los salmantinos Ismael Martín y Marco Pérez ante los que aguantaron en sus localidades.
La tarde en La Glorieta comenzó oliendo a puro y a acontecimiento grande. Los tendidos se entregaron a la liturgia que siempre precede a Morante de la Puebla. Pero a mitad de festejo, el cielo se rompió y con él, la corrida. El aguacero inesperado transformó la estampa: los abanicos dieron paso a los paraguas, y el murmullo de faena se convirtió en el preludio de los abandonos. La decepción se materializó cuando el propio Morante, que no tuvo su tarde, no quiso emplearse con el cuarto y se llevó una sonora pitada de una afición que vio desvanecerse el sueño de una faena para el recuerdo.
Pero entre los claros que iba dejando la gente en los tendidos, los que se quedaron encontraron la recompensa a su afición. La encontraron en la entrega más absoluta de los dos salmantinos del cartel: Ismael Martín y Marco Pérez. Cada uno en su concepto, con su personalidad, ambos dieron una dimensión importante de capacidad, de ganas y de querer ser figuras del toreo. Fueron ellos, los de la tierra, quienes sostuvieron una tarde rota y demostraron que, incluso bajo la lluvia, el orgullo charro tiene la última palabra para quienes aguantan hasta el final.
Y es que, a pesar del chaparrón, la cuarta de abono no dejó de ser uno de los grandes epicentros sociales de la Feria, un punto de encuentro ineludible. Antes de que la lluvia hiciera acto de presencia, en los tendidos y el callejón se dejaron ver numerosas personalidades del mundo de la política, la empresa y la cultura salmantina. Nadie quería perderse la cita.
Apoyando a los salmantinos el presidente de la Junta de Castilla y León Alfonso Fernández Mañueco y el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, que posaron junto a ellos en el patio de cuadrillas. También estuvo en la plaza el alcalde de la ciudad, Carlos García Carbayo, que ocupó la barrera del 7 junto a su mujer. También se le vio a la concejala de Salud Pública, María de la Vega Villar o al concejal de Tráfico, Fernando Carabias con quien tuve la suerte de compartir tarde. También estuvo el alcalde de Guijuelo, Roberto Martín, el alcalde de Carbajosa, Pedro Samuel Martín o el alcalde de Santa Marta, David Mingo.
Además, rostros conocidos. Acudió a la plaza el Duque de Alba, Carlos Juan Fitz-James Stuart; Ramón Calderón, quien fuera presidente del Real Madrid; Silvestre Sánchez Sierra, el famoso hostelero charro con peso en Barcelona o el también empresario salmantino Javier Hidalgo.
También se vieron conocidos hosteleros salmantinos como Conrado Calvo o Gonzalo Sendín. Hubo más representación empresarial salmantina: Emilio Checa, secretario general de la Cámara de Comercio de Salamanca vio la tarde desde el callejón, como Antonio Rollán, presidente de CES junto a su padre o en el 7, Manuel Prieto, presidente de AESCON.
Muchos y buenos aficionados de Cantalpino, de Ciudad Rodrigo, y de diferentes pueblos de la provincia. También muchos jóvenes, y en balconcillo del 1, muchos niños en el palco infantil que animaron la tarde. Bendita afición. Hay futuro en Salamanca y ese futuro tiene dos nombres propios: Ismael Martín y Marco Pérez. Que sean muchas las tardes compartidas.