A pesar del alto al fuego desde octubre de 2020 en Libia, a día de hoy se cometen crímenes contra la humanidad hacia civiles e inmigrantes detenidos ilegalmente. Son objeto de abusos, violaciones, maltrato y condiciones inhumanas, algo que se traduce en una falta de intervención internacional y una necesidad de conciliación nacional a través de la formación de un gobierno democrático.
Lucía Aceña Paniagua
Defensora de los derechos humanos
Los orígenes del conflicto lo encontramos en la colonización italiana y la posterior independencia de Libia en 1951, pues tras ella se estableció un régimen autoritario caracterizado por la corrupción y la violación de derechos humanos. La intervención de la OTAN contribuyó a la caída del mismo pero también provocó la fragmentación de las diferentes tendencias políticas provocando el surgimiento de dos gobiernos completamente rivales: el Gobierno de Acuerdo Nacional en Trípoli, reconocido por la ONU, y el gobierno del general Khalifa Haftar en el este del país.
Las dos principales fuerzas políticas se han estado enfrentando por el control del país dando lugar a la Segunda Guerra Civil Libia, acontecida entre 2014 y 2020, llevando a cabo ataques armados contra zonas residenciales que han destruido infraestructuras médicas y han dejado minas antipersonas, provocando la amputación y muerte de civiles.
Actualmente miles de personas que salen de sus países en busca de una vida mejor acuden a Libia para poder atravesar el Mediterráneo y así llegar a Europa. Sin embargo, las autoridades del país detienen de manera ilegal a inmigrantes en centros de detención en los que hay una superpoblación extrema, haciendo que vivan en condiciones inhumanas sin recursos mínimos como alimentos o agua y en los que son víctimas de abusos.
Chaloka Beyani, uno de los miembros expertos de la misión de la ONU sobre Libia para investigar las violaciones cometidas por todos los bandos desde 2016, mantiene una posición tajante sobre cómo la Unión Europea debería controlar que el apoyo que da a las autoridades libias no lleve a violaciones de derechos humanos. Esto se debe a que la investigación ha logrado testimonios de inmigrantes que han estado detenidos en las cárceles y en ellos denuncian violaciones de derechos humanos de todo tipo: esclavitud sexual, tortura, trabajo forzoso y maltrato.
El propio Estado y las milicias detienen arbitrariamente a prisioneros en las cárceles en condiciones insoportables en las que se ejerce una violencia a gran escala. No obstante, el Presidente de la Misión de Investigación Independiente sobre Libia ha manifestado que todas las partes del conflicto, tanto países terceros como el propio estado y las diferentes milicias en el mismo, han violado el derecho internacional humanitario por atentar contra civiles e incumplir los principios de proporcionalidad.
El hacinamiento y la superpoblación fuerza a las personas a hacer turnos para dormir y, en algunos casos, el metro cuadrado de espacio se comparte entre cuatro personas. A esto se suma la ausencia de ventilación, luz natural, acceso al agua potable e higiene. Esta ha sido una de las declaraciones de Médicos Sin Fronteras, la cual tuvo que suspender en el año 2021 su actividad temporalmente por la violencia extrema acontecida en el país.
En la misma línea encontramos la posición de Amnistía Internacional, que ha denunciado la continua violación de derechos humanos desde 2011 a través de la tortura a personas detenidas, el secuestro de activistas por parte de milicias y grupos armados, los enfrentamiento entre las milicias que provocaron la muerte de civiles a pesar del alto al fuego y la tortura y violación de mujeres y personas LGTBIQA+.
En definitiva, es necesaria una reconciliación nacional en la que se reconozcan los hechos acontecidos por todas las partes para que las víctimas sean reparadas. Para ello es indispensable la existencia de un gobierno democrático que represente a todos los ciudadanos en su conjunto, la intermediación de mediadores internacionales para que inciten a la reconstrucción del país, para que sus habitantes puedan regresar y no olvidar la situación de las mujeres y niñas libias, las cuales son obligadas a ser esposas y trabajar en casa sin poder gozar de derechos ni libertades.