La atención humana ahora está colonizada por la frivolidad organizada y el entretenimiento sin tregua. He cogido esta frase de un artículo del País donde Juan Gabriel Vásquez cita a Amos Oz que escribía alguna anécdota relacionando el fanatismo con la falta de imaginación.
Las buenas personas que tengo por amigos, que hacen el bien desde sus profesiones, me parece imposible que entiendan las conductas de personas o niños de exclusión social. Desde su perspectiva es lógico que aseveren que no estudian porque no quieren y que el problema de esta sociedad son las paguitas o los inmigrantes.
Decía Einstein que la mente es como un paracaídas. Sólo sirve si lo abres. Sigo viendo cada semana niñas y niños de protección que no quieren vivir y que no encuentran el camino para la disciplina de la escuela, de un trabajo o de la maternidad.
Yo como educador lucho porque estudien, trabajen y se aprendan a querer. Ellos quieren pero a veces hay barreras insalvables , secuelas invisibles presentes en cada paso. La sociedad es sensible con los niños con cáncer, no con los de la Casa Escuela Santiago Uno.
Este verano en Marruecos, o en las tertulias con educadores. Me doy cuenta de su empoderamiento en contraste con el de los chicos. Los adultos integrados en la sociedad del bienestar nos sentimos superiores a los pobres, afirmamos que lo que tenemos es fruto de nuestro mérito y que nadie nos ha regalado nada.
Nos regalaron unos padres y una generación del continente europeo. Cada año conozco multitud de personas con más talento que yo que no han tenido mis oportunidades.
Lo que más me ha decepcionado en la historia es la izquierda y la Iglesia a semejanzas de hipocresía. Todos somos incoherentes con muchas de las cosas que decimos, pero las enseñanzas del Nuevo Testamento están muy claras. Algunos de los que dicen hablar con Dios mienten, o hablan sólos. Por su compromiso de vida no se asemejan a a los samaritanos, ni a los citados en las bienaventuranzas.
No me creo que los garantes del catolicismo sean los votantes de Vox. Nelson Mandela dijo una vez que su nación , después de apartheid, compartía la vergüenza por la capacidad de los seres humanos de ser inhumanos. El velo de la ignorancia nos impide imaginar a los otros, empatizar con los derechos humanos que no son el ocio de los desocupados.
La prioridad de mis pensamientos no están en la moda, mis retos no están en el gimnasio, mi salud como mucho una herramienta, mi sueño alentar otros.