OPINIóN
Actualizado 13/09/2025 08:56:25
Julio Fernández

La radicalidad en los mensajes de los políticos del PP, el odio que profesan al Gobierno y la negativa a condenar declaraciones que, lejos de considerarse libertad de expresión, pueden vulnerar el honor, la dignidad y los derechos de los políticos de izquierdas, son un síntoma claro de que las cosas no le van tan bien al PP como ellos piensan.

Desde que el PP perdió el gobierno de España con la moción de censura de Pedro Sánchez a M. Rajoy, en 2018 y hasta la actualidad, la crispación política ha ido creciendo en progresión geométrica; fundamentalmente, porque los políticos de la derecha extrema del PP no soportan, bajo ningún concepto, estar en la oposición, que es donde los han situado los ciudadanos con su voto. Con la crispación desbordada que profesan, los insultos y las descalificaciones que vomitan y el odio que instigan, lo que están transmitiendo es una ansiedad de psiquiátrico, patológica, enfermiza, que no disimula su auténtico deseo: estar en el poder al que consideran un cortijo de su propiedad y cuando el pueblo soberano elige a otros para gobernar practican cualquier medio (legítimo o ilegítimo) para recuperar el poder, porque sólo creen en la democracia cuando el pueblo les apoya a ellos, si apoya a otros, consideran que el pueblo no tiene la razón. Es lo que le ocurre a las formaciones políticas cuyos ascendientes ideológicos han sido los jefes de la dictadura, como pasa con los ancestros de muchos políticos del PP, que fueron cargos públicos en la dictadura franquista, aquélla que fusiló a sus adversarios y los enterró en fosas comunes de la que muchos miles no han sido aún exhumados. ¡Qué vergüenza! ¿No es eso cierto, señor Tellado?

A este respecto, la radicalización de los discursos de la derecha extrema del PP y de la extrema derecha de VOX no tienen parangón en la historia democrática española; algo que, aunque no lo digan públicamente, saben en el PP que les está perjudicando políticamente y síntoma de ello es que están actuando a la desesperada, manipulando la información, insultando al gobierno y a su presidente, calumniando, promoviendo el odio y alentando, con sus declaraciones, la violencia de muchos ciudadanos contra las sedes del PSOE y contra el presidente del gobierno. Es de una bajeza moral inigualable, de un instinto malvado inenarrable y de una mala educación bochornosa y navajera, sacar eslóganes como el de “Que te vote Txapote” o el de “Presidente Sánchez hijo de puta”, por parte, nada menos que de la presidenta de una Comunidad Autónoma, para que se corre en foros de la derecha y la ultraderecha y no tener el valor ni la decencia de condenarlo. ¿No le da vergüenza señor Feijóo -usted que se cree moderado- que no haya condenado estas prácticas mafiosas, típica de matones del Hampa?.

Por otro lado, que Miguel Tellado, secretario general del PP, diga públicamente que “hay que empezar a cavar la fosa del gobierno porque el ejecutivo actual nunca debió haber existido” y que anime a “empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un gobierno que nunca debió haber existido en nuestro país”, o que Ayuso, una vez más, escupa tanto odio al decir que socialistas “desorejados” y comunistas tienen una forma “hemipléjica de ver la vida” y que son “guerracivilistas” y otros epítetos poco edificantes, burdos, chulescos y de una solvencia política intelectual más que discutible, son sólo algunos ejemplos de la deriva reaccionaria en la que ha caído la derecha extrema del PP.

Esta agresividad extrema con la que actúan los políticos del PP, de esta derecha extrema y poco democrática, es un claro ejemplo de que su sobreactuación, sus insultos, sus descalificaciones y su mala fe, son síntomas de un nerviosismo sin precedentes porque son conscientes de que VOX les está comiendo terreno electoral, les está fagotizando y compiten con ellos en la dureza de sus políticas: identificando inmigración y delincuencia, por ejemplo. Además, ni a PP ni a VOX les importa que la economía española crezca mucho más que la media Europea o que las tasas de delincuencia hayan disminuido, a pesar del crecimiento de la población española y de las personas inmigrantes y de garantizar la convivencia pacífica y ordenada de nuestra sociedad española.

Las encuestas electorales que se están dando a conocer con la apertura del curso político, son otro dato negativo para el PP y, para intentar recuperar a su electorado están radicalizando cada día más el mensaje intentando recuperar votos que desde el PP se han ido a VOX; aunque lejos de recuperarlos, no sólo perderán los que se van a VOX sino también los que puedan ir a otras formaciones políticas, incluso de izquierdas y progresistas, al considerar este electorado conservador –pero moderado- que apoyando al PP corren peligro las políticas sociales: sanidad, educación, servicios sociales o la dependencia y, por supuesto, las pensiones de jubilación de nuestros mayores, porque sabemos lo que está ocurriendo en países donde gobierna la derecha extrema y la extrema derecha, como en USA de Trump o en la Argentina de Milei, países en los que las políticas públicas brillan por su ausencia.

Que el PP no abandone esa extrema radicalidad es una garantía para el gobierno y para las fuerzas políticas de izquierdas y progresistas, porque con estas mimbres, por mucho apoyo que tengan de sus aduladores mediáticos, no conseguirán formar gobierno ni será nunca Feijóo su presidente.

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