"Porque La Glorieta tiene nombre de mujer, una mujer que abre sus brazos en septiembre y que gesta en su vientre de albero hermosos monumentos, instantes de arte efímero pero eterno, para después alumbrarlos por su puerta grande"
Abrir la Feria de Salamanca con un cartel íntegramente femenino, el primero en la historia de La Glorieta, no debiera ser noticia por ello. Porque La Glorieta tiene nombre de mujer, una mujer que abre sus brazos en septiembre y que gesta en su vientre de albero hermosos monumentos, instantes de arte efímero pero eterno, para después alumbrarlos por su puerta grande. De Salamanca a la gloria, a su cielo inabarcable.
Porque Salamanca y La Glorieta siempre han ido un paso por delante y sus tendidos, su callejón, siempre tuvieron hueco para mujeres ganaderas con la sabiduría en los ojos; para periodistas mujeres que éramos un buen puñao hace ya treinta años cuando la prensa femenina taurina era poco menos que anecdótica en el resto de España. Ayer mismo nos reencontrábamos con Arancha Martín en esos Lances que tantas veces han echado con la pluma Mónica, Elena, Paula. Mujeres periodistas que siempre fuimos mucho más que un jarrón para adornar transmisiones.
Porque la Escuela de Salamanca abre sus puertas a jóvenes mujeres que sueñan el toreo; el campo charro le cuenta sus secretos a niñas y adolescentes que maman el toro bravo desde la cuna. Porque hombres y mujeres de oro y plata ponen su vida en manos de Beatriz, un ángel de la guarda parapetado en el burladero de médicos.
Porque hay jóvenes músicas que desgranan pasodobles con la banda y un palco infantil donde las niñas piden trofeos; un ruedo que adecentan seis areneras; reses que vacunan y curan veterinarias. Porque ninguno de los que ocupan el Tendido Joven entenderían en este siglo XXI que hubo un tiempo en el que a las mujeres les estuvo prohibido el toreo.
Siempre ha habido aficionadas en palcos y tendidos, como la mujer que ayer mismo transmitía con pasión la corrida detrás de María y de mí, que hemos mantenido vivos hasta este año los únicos coloquios que han sobrevivido en Salamanca para que no cayesen en el olvido las impagables noches de Navalón y Cañamero, las tardes de Leopoldo. Que aquello sí era cátedra.
Y así ha sido durante generaciones sin que Salamanca se despeinase, sin estridencias, labrando surcos, dejando huella, porque este era el camino, la forma correcta de hacer las cosas.
Lo femenino no es un cupo, ni una imposición, ni una elección. Somos.
Lea, Raquel y Olga hacen de cada día de su vida un 8M que silencian de forma espuria quienes han convertido el feminismo en un chiringo antihombrista. Un 8M en el campo, en la calle, en la vida, a puerta cerrada, que no necesita consignas ni pancartas, que se reivindica con su sola presencia. Son.
Lea Vicens, la elegancia a caballo que no tuvo su día en la plúmbea tarde de este viernes; Raquel Martín -el gusto en el capote, sus verónicas y cadenciosas medias; poderosa en sus doblones de inicio y muy firme con su primer buen novillo de Montalvo; templada con su segundo, que echó la persiana al salir del caballo. Lo mejor, su disposición y firmeza, a pesar de sus escasos contratos. La cruz, la espada, que le hizo pasar una auténtica cruz.
Olga Casado, el gusto, la clase, la valentía y el oficio. El toreo cuajado, asentado, evidenciado incluso en su andar por la plaza. Su primero se le acabó pronto, después de una buena tanda con la zurda. El que cerraba plaza, de imponente lámina, pegaba arreones y manseó de salida. No terminó de romper en la muleta tras el soberbio inicio por estatuarios de gran belleza con un larguísimo pase de pecho y todo quedó en destellos.
Más allá del toreo, de este cartel femenino, de una puerta grande generosa, La Glorieta ha sido este viernes un cántico a la memoria histórica, la de verdad, de quienes abrieron el camino a las mujeres, a lo femenino, en los tiempos del cólera.
Queridas Juanita, Conchita, Ángela, Mari Fortes y cuantas fuisteis silenciadas por una sociedad encorsetada. Queridas Cristina, Mari Paz, Conchi, Sandra y cuantas habéis despejado el camino hasta hoy. En el hermoso brindis de hoy, en esa copa de la igualdad sin trampas ni veneno, cabíais, estábais todas. También yo brindo por vosotras.