Me refiero a Ada Colau, la ex alcaldesa de Barcelona y una de las actuales figuras de la Flotilla Global Sumud, que navega ya hacia Gaza.
Estas líneas de alabanza personal a una compatriota le sorprenderán a algunos lectores, pues en nuestro país es muy atípico escribir alabando las cualidades de una figura pública, a no ser que sea en etapa preelectoral, como propaganda del grupo o partido al que pertenece. Desgraciadamente estamos más acostumbrados a expresar sentimientos de odio, rechazo o desvalorización sobre alguien que sobresalga y pertenezca a un partido diferente al nuestro.
Del mismo modo los lectores, y el ciudadano en general, estamos acostumbrados a identificar a la persona que tiene un cargo público o simplemente al que escribe en público una opinión o realiza una obra a juzgar la labor del político, del escritor, del artista, reduciendo toda su vida y actividad a los supuestos grupos políticos a los que pertenece, o con los que simpatiza. De este modo desecamos el ser del sujeto independiente y lo convertimos en una “raspa de sardina”,un esquema sin alma.
La muy activa vida pública de Ada Colau, no solo durante las dos etapas de su desempeño de Alcaldesa de Barcelona, desde 2015 a 2023 y sus años posteriores fuera de la política activa, han estado llenas de acción y creación de novedades destinadas a mejoras colectivas de la gran ciudad, durante su etapa de alcaldesa y de participación en múltiples temas ciudadanos urgentes de solucionar o mejorar (vivienda, hipotecas, derechos humanos, feminismo) estando ya fuera de su cargo municipal.
En su larga carrera política no ha tenido ninguna actuación contraria a la ética o a los principios constitucionales, cosa poco frecuente entre los políticos de nuestro país.
Su decisión de formar parte de la Flotilla Global Sumud, que implica un claro riesgo de ser víctima de las radicales respuestas que el Gobierno israelí ha utilizado en anteriores intentos de ayuda material o sanitaria al pueblo palestino de Gaza, solo puede entenderse como una decisión propia de alguien con una sólida valentía y un interés por las víctimas de actuaciones injustas; sin buscar la menor recompensa ni material ni simbólica.
Este gesto actual de la Sra. Ada Colau es el que me ha motivado a escribir estas líneas laudatorias, rogando a la vez, en mi interior, que el destino no sea cruel con estos valientes que exponen su seguridad y su vida buscando el bien por los demás; estos valientes que sienten al prójimo como semejantes, más allá de diferencias raciales, religiosas o políticas.