OPINIóN
Actualizado 06/09/2025 09:21:29
Francisco Aguadero

La catarata de incendios del mes de agosto no solo nos ha tenido en vilo durante buena parte del verano, sino que, también, el humo se esparce por el firmamento, nos llega hasta septiembre y, desde las alturas, a vista de pájaro, se divisan las huellas y el panorama desolador del territorio abrasado por las llamas y cubierto por un mantón casi negro en forma de cenizas, allí donde había verde y frescor.

Las fuertes e intensas emisiones generadas por estos fuegos supondrán un empeoramiento de la calidad del aire no solo en el territorio nacional sino en todo el continente europeo, según Lorenzo Labrador, experto de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Vaya por delante la valoración positiva y el reconocimiento a la arriesgada actuación de los servicios de extinción de España y Portugal, a los bomberos forestales, así como al apoyo prestado por la Unión Europea en los megaincendios de agosto. Una respuesta eficaz a los incendios declarados siempre será esencial, necesaria e insustituible. Si bien, la mayor eficacia en la lucha contra los incendios está en prevenirlos antes de que se prendan. Esos son los retos y la mejor manera de salvaguarda vidas, paisajes, medios y recursos de subsistencia ante la amenaza del fuego.

Un estudio realizado por el grupo científico internacional World Weather Attribution (WWA) entidad especializada en el análisis del cambio climático y sus efectos, viene a poner de manifiesto, con datos, lo que piensa una gran parte de la población y que ya hemos comentado en alguna ocasión: el vínculo del cambio climático con la propagación de incendios. Así, este grupo de investigadores concluye que el calentamiento global hace 40 veces más probable que se den las condiciones meteorológicas que favorecieron los fuegos del noroeste de la Península Ibérica durante el mes de agosto y que los hacen que sean hasta un 30 % más intensos.

Datos y conocimiento que están en línea con los resultados de otras investigaciones y de gran cantidad de la literatura científica de actualidad, que refuerzan la idea de que estamos ante una emergencia climática a tener en cuenta en la prevención de incendios, junto con una mayor atención al campo, gestión más intensa de las masas forestales, así como mejorar los sistemas de alerta y coordinación.

Factor fundamental en la lucha contra los incendios es el componente humano. Sobre las condiciones que el cambio climático facilita para su propagación y el abandono del campo, la mayoría de los incendios se derivan de las actividades diarias, negligencias o intencionalidad de los seres humanos. Si bien y de acuerdo con los expertos, tiene más importancia el comportamiento humano en relación con las emisiones que con la chispa que inicia el fuego. Lo que subraya la necesidad de que haya una mayor concienciación social y una responsabilidad compartida en la prevención de incendios. No podemos permitirnos que la indiferencia o el negacionismo sigan alimentando las llamas de estos monstruos devastadores que son los fuegos, cada vez más intenso y frecuentes.

El cambio climático va más de prisa que nuestra adaptación él. Por consiguiente, el reto es prestarle atención de forma individual y, colectivamente, las Administraciones Públicas deberían legislar e implementar de forma urgente importantes inversiones en políticas públicas de prevención y adaptación, para minimizar los efectos de los grandes incendios que todo parece indicar irán a más.

Es preciso tener en cuenta que el desastre generado por los fuegos no se acaba cuando se apagan las llamas. Acto seguido, lo más inmediato y urgente es tratar de evitar que el manto de ceniza llegue a los ríos ya que, sin vegetación, las corrientes provocadas por las lluvias arrastran las cenizas y contaminan el agua que, por exceso de nutrientes, alteran su calidad; abordar la erosión del suelo y paliar los daños ocasionados en las personas, sus enseres y propiedades de subsistencia; así como atender la flora y la fauna afectadas. El 40 % de la superficie quemada en España por los incendios del verano 2025 son áreas declaradas Importantes para las Aves y la Biodiversidad (IBA) en las que, tras los fuegos, pueden resultar comprometidas poblaciones de especies como el águila imperial ibérica, el buitre negro, el urogallo o el milano real.

La sensibilidad de la tierra en las superficies quemadas es tal que, tras el fuego, es importante planificar bien las acciones a tomar tratando de evitar, en la medida de lo posible, aquellas acciones que puedan dañar más el terreno, como el uso de maquinaria pesada o la extracción de madera quemada.

No olvidemos que los efectos negativos, desastrosos, ocasionados por los incendios nos alcanzan a todos. El daño no afecta solo al lugar donde se da el fuego o a los campesinos allí asentados. Afecta a todo el conjunto de la población porque de allí, del campo, vienen las aguas que consumimos, la energía, la madera que usamos y los alimentos que comemos, entre otros muchos recursos.

Este desastre anunciado tras el paso de las llamas no puede caer en el olvido y debe servir para hacernos reflexionar a todos. Especialmente a los dirigentes, para que pasen de la trifulca política al acuerdo de medidas que desemboquen en un trabajo inmediato y eficaz que salga al paso de la emergencia climática a la que nos enfrentamos, poniendo fin al abandono secular e histórico del campo y de los montes, así como a la deficiente gestión forestal que durante años ha venido sucediendo.

Escuchemos a Joan Manuel Serrat en Todos contra el fuego:

https://www.youtube.com/watch?v=WO1oZQejlG0

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 5 de septiembre de 2025

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Huellas y retos del fuego