“Genocidio”, según la Real Academia de la Lengua Española, es el exterminio sistemático de un grupo humano por motivo de nacionalidad, raza, etnia, o religión y son sinónimos de “exterminio”: aniquilación, destrucción, masacre, matanza. Eso, no otra cosa, es lo que el gobierno de Netanyahu está haciendo con los palestinos, exterminarlos.
Lo más sangrante es que lo está haciendo con la absoluta impunidad que le concede el silencio cómplice de la Comunidad Internacional que consiente la violación sistemática de los Derechos Humanos, esos a los que los movimientos sionistas recurrieron (junto a su derecho divino a ocupar la Tierra Prometida por su Dios, único caso desde el origen de la Humanidad) pero sobre la que no tenían ningún derecho terrenal.
Desde el 8 de octubre de 2023, pronto se cumplirán 2 años, el ejército israelí ha asesinado a más de 70.000 personas, arrasado ciudades, pueblos, hospitales, escuelas, etc.… a utilizado el hambre como armas de guerra, creando una situación de hambruna que es la primera provocada de forma intencionada en toda la Historia, mientras los Organismos Internacionales se limitan a emitir comunicados de condena.
Para el Gobierno de Israel, que tiene al frente a un infame personaje, marioneta de los pequeños partidos ultraconservadores[1] en los que encuentra el único apoyo que tiene para mantener paralizadas las causas por las está acusado de abuso de confianza, aceptación de sobornos y fraude desde 2019, lo unido al inicio de su enfermiza persecución de Hamas, con la que quiere justificar el exterminio de la población palestina en Cisjordania y Gaza, ha hecho que todo en el país pase a un segundo plano.
Está claro que mientras cuente con el apoyo del Presidente de los Estados Unidos, cómplice necesario, y la tibia actuación de la Comunidad Internacional Israel no se sentirá presionado para acabar con la masacre, así que es preciso pensar en otro tipo de acciones.
La senda estrictamente política no funciona, pero en realidad hoy y siempre todas las sendas son políticas, el deporte, la cultura, los medios de comunicación, el comercio, la economía, etc. Por tanto, podrían explorarse otras medias de presión como por ejemplo retirar de Israel todo consulados y embajadas, expulsar a sus representantes políticos de todos los países, cerrar cualquier vía comercial, prohibir que como país participen en cualquier competición internacional o evento cultural, expulsar a sus representantes de todas las Organizaciones Internacionales, congelar sus cuentas bancarias, restringir sus comunicaciones con el exterior…; muchas de estas acciones se han aplicado a Rusia en su invasión de Ucrania ¿Por qué no con Israel? En resumen, condenarle al ostracismo, aislarlos internacional, dejarles solos, excluidos.
El filósofo alemán Theodor Adorno afirmaba que “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie.” Hoy podemos reformular sus palabras “Escribir poesía después de Gaza es un acto de barbarie” Y es que se da el sinsentido de que las víctimas de Auschwitz son ahora los verdugos de Gaza.
[1] Uno de ellos es el partido Poder Judío de Ben Gvir ¿no les suena a la Vida de Brain en la que los de Frente Popular de Judea llamaban ¡DISIDENTES! a los del Frente Judaico Popular?